Capítulo I:
El inicio del anochecer
Un gran estruendo se escuchó fuera de Palacio plateado, Aellys Hollir de apenas 5 años salió corriendo de su habitación hacia el salón del trono del palacio, allí se encontraban sus cuatro hermanos, Vag, Jorres, Piraem, y en el centro su hermano mayor Jasserr Hollir, Rey de los Dioses y señor de la luz, junto a toda la guardia real, la corte y los pasillos estaban inundados de soldados. Había tantos que Aellys apenas y podía pasar, usando sus nacientes poderes para hacerse invisible logró colarse a la segunda planta del espacio de la corte. Mientras la batalla de afuera seguía, entre gritos, choques de hierro y acero, y destellos amarillos.
De pronto el techo del salón del trono explotó en una nube de flamas amarillas seguido por una sombra alada montada por un ser de ojos amarillos penetrantes. La mitad de los soldados murieron aplastados, y un cuarto de los restantes murieron quemados por el fuego del dragón. La última cuarta parte de la guardia fue aniquilada por otra llamarada que se detuvo centímetros antes de llegar a Aellys.
-¿A esto han llegado, orgullosos Dioses?-Dijo Kyriam- ocultarse bajo los muros de un palacio abandonado para ocultar el poder de La Luz de Dioses.
-No te tememos Kyriam- Dijo Jasserr mientras levantaba su espada Amanecer y la apuntaba desafiante hacia su hermano- protegeré la Luz con mi vida.
Kyriam lo miró con desdén mientras el ejercito negro entraba al palacio.
-Es una lástima- Kyriam bajo la cabeza con una sonrisa en sus labios – esperaba que fueran más listos.
La batalla comenzó, y el primero en caer fue Jorres, acorralado por 20 hombres y destrozado por los mismos, después le siguió Vag quién fuera atravesada por la flecha de un soldado negro y pasteriormente incinerada por las llamas amarillas, Piraem acabó con 50 soldados antes de que entre 100 más lo matasen. Al final Jasserr seguía sosteniendo a Amanecer, con la misma desafiante actitud a su hermano.
Kyriam bajo de su dragón empuñando a Heraldo Oscuro, mientras a sus espaldas se formaba una sombra encapuchada , ambos se acercaron a Jasserr, él intentó atacar pero fue detenido por la sombra con magia. Jasserr quedó doblegado ante Kyriam y su ayudante, sólo en ese momento notó la presencia de Aellys, cosa que lo hizo sonreír momentos antes de que Kyriam apuntará su espada a su pecho.
-¿Me la darás o tendré que arrebatársela?- esbozó una sonrisa victoriosa.
-Adelante- respondió aún sonriente.
Kyriam asintió a la sombra, la cual acercó sus manos al pecho de Jasserr a la vez que recitaba palabras en antiguo Marzo, la lengua de los sacerdotes oscuros. Kyriam giró y habló a sus hombres.
-He aquí el Rey de los Dioses- Hizo un par de círculos en el aire con su espada – Son sólo tonterías…
De repente la sombra interrumpió al traidor.
-No la tiene…
El silencio invadió la sala por unos cuantos segundos.
-¿Qué?…- La sonrisa de Kyriam desapareció.
-Él no la tiene – Continuó la Sombra – sabía que vendríamos y la escondió.
Kyriam apretó su propio puño con fuerza, ardía en furia mientras disimulaba calma.
-Yo, Kyriam Hollir, el primero con el nombre, nuevo Rey de los Dioses, señor del palacio plateado y señor de la Luz, te sentencio a ti Jasserr Hollir El Oscuro a morir – Kyriam tomó su espada con fuerza y la alzó a la altura de su rostro – Ahora Jasserr, dime tus últimas palabras.
Él lo miró con lástima por unos segundos, y dijo una frase en un antiguo lenguaje.
«He visto el final, el mundo en un mar de oscuridad y tormenta se hundirá, pero mientras un hijo del fuego viva, la esperanza nunca morirá».
Kyriam miró fríamente a su hermano, el odio y desprecio se veían en sus ojos amarillos. Con todas sus fuerzas dirigió su espada al pecho de Jasserr, atravesándolo por completo.
-¿Donde está la Luz ahora, hermano?.
El cuerpo de Jasserr cayó al suelo sin vida y Aellys soltó un crudo lamento que la delató.
Todos los guardias la miraron, pues su hechizo de protección había terminado.
-Matenla – Dijo Kyriam.
Aellys corrió por el pasillo de la corte que conectaba con los jardines del palacio seguida por varios guardias, corrió tres cuartas partes del jardín antes de que varios hombres de Jasserr aparecieron para hacerles frente a los soldados negros. » Ve a los corrales» gritó uno de ellos. Aellys obedeció y fue a los corrales mientras la batalla seguía detrás de ella, al llegar vivo a los hombres más leales a su hermano y al hechicero del rey.
-Ven niña – Dijo el anciano – Debemos sacarte de aquí.
El y la compañía de caballeros guiado a Aellys a lo más profundo del laberinto de corrales donde, al final había un dragón junto a un niño de 11 años con una armadura gris.
-Antes de que se vaya…- El anciano sacó una espada de entre su vieja túnica, y se inclinó a la altura de Aellys para que ella la tomará – Esto es suyo princesa es de acero de dragón, forjada especialmente para un Hollir, espero que nunca tenga que usarla.
Aellys la tomó, la espada tenía un balance perfecto,, pero mientras la miraba los pasos de los soldados de Kyriam comenzaban a escucharse.
-Hora de irse – Dijo el pequeño caballero.
Aellys miró al anciano con tristeza.
-Venga conmigo.
El anciano le entregó un pequeño collar plateado con una joya roja.
-Tengo que hacer mi parte pequeña princesa – apretó su callado con fuerza – Espero que logré volver a casa algún día, pero por ahora es momento de que se vaya.
El pequeño caballero tomó a Aellys en brazos y subió con ella al dragón.
-Cuida de ella – Fijo el anciano.
-Lo haré.
El portón de el techo se abrió y el dragón emprendió el vuelo, mientras debajo de el los caballeros luchaban con las fuerzas de Kyriam.
-¿Adónde iremos?- preguntó Aellys.
-Lo más lejos que se pueda.
El dragón avanzó hasta las afueras del palacio, donde la sombra y Kyriam observaban.
-Ve por ella – ordenó Kyriam a la sombra.
La sombra comenzó a deformarse en varios cuervos que volaron rápidamente hacia el dragón de Aellys. Una vez ahí, comenzó a tomar su forma física de nuevo, al darse cuenta, el chico tomó la espada de Aellys y comenzó a batallar con la sombra.
-¡Sostente!- Le gritó a Aellys.
Con el primer choque de espadas el aire a su alrededor formo una burbuja, y con el segundo la burbuja se reventó.
La sombra usó su magia para hacer caer al niño del dragón, pero sólo logro hacerlo caer sobre sí mismo. La sombra aprovechando la desventaja del chico, lanzó una ráfaga de llamas amarillas a Aellys, lo cual la hizo caer del dragón.
El chico se levantó rápidamente y golpeó a la sombra con la espada, lo cual la hizo volver a convertirse en cuervos que huyeron rápidamente.
El pequeño caballero se sostuvo del dragón y lo hizo dejarse caer, al tener a Aellys de frente el niño se lanzó por ella, en ese momento el dragón los atrapó a ambos en el aire. Aellys estaba inconsciente, y de la nada su cabello se había vuelto rojo intenso, el dragón siguió volando hacia el Norte, mientras el niño intentaba despertar a Aellys…
Los cuervos descendieron al palacio junto a Kyriam, y una vez ahí La Sombra se volvió a formar.
-¿Y la niña?- Preguntó Kyriam.
-Está muerta – Respondió mientras caminaba.
Capítulo II:
Sueños oscuros
-15 años después-
Aellys se encontraba en los gélidos jardines de páramo de lobos, la casa Yorm la había resguardado desde hacia 2 años, desde la masacre en Palacio plateado ella, su dragón y su caballero habían estado buscando refugio en los dominios de alguna casa leal a Jasserr. Antes de llegar a Páramo de lobos habían estado deambulando por las montañas del norte por varios años.
-Mi princesa.- dijo el caballero, al interrumpir a Aellys en su paseo.
-¿Pasa algo Urad?- respondió Aellys a su compañero.
-Mi princesa, Lady Meline pide su presencia en la sala real.
-Asuntos de guerra, según sé.
-Muy bien, Urad.
Ambos caminaron por el afueras del castillo, habían muchas personas haciendo toda clase de actividades; herreros fabricando espadas, comerciantes vendiendo sus productos, y caballeros lobo entrenando. Al llegar a la sala común estaba Lady Meline con dos consejeras a cada lado.
-Tome asiento princesa.- Dijo uno de los consejeros.
Aellys lo hizo, y Lady Meline comenzó a hablar.
-Bien princesa, la llamé porque quiero platicar acerca de nuestro conflicto con Cuevaserpiente – Anunció Meline – Cómo sabrá, su hermano Kyriam es partidario de Lord Servem, y si en algún momento el rey decide que se quiere involucrar, el pueblo del Páramo sería erradicado, y más aún si la corona se entera que hemos estado ocultando a su mayor amenaza. Entonces…
-Entonces quiere que me vaya – Interrumpió Aellys.
-Yo no dije eso – Respondió Meline con firmeza.
Uno de los hombres a su lado sacó un pergamino de entre su túnica y se lo entregó a Meline, posteriormente ella se lo lanzó a Urad.
-Llego está mañana.- Dijo el consejero.
Urad lo comenzó a leer en voz alta;
“Lady Meline Yorm, Señora del Páramo de lobos y protectora del mismo; por este medio se le informa que El Rey Kyriam Hollir, el primero con el nombre señor de la luz y enemigo jurado de la oscuridad hará honor de presencia en tierras del norte, con el proposito de discutir los conflictos de su casa y la casa Servem, y estrechar la relación de las casas Yorm y Hollir. La llegada se espera para el día del rey.
-El consejo privado del rey.”
-Pero el día del rey es mañana, esto debió haber llegado hace una semana – Protestó Urad.
-Nadie puede mandar a un rey, mi señor. – respondió el segundo anciano.
-Como usted comprenderá princesa, no puede estar usted aquí mientras su hermano está de visita.
Aellys se la miró un poco aflijida.
–
pero…
-¡Con que derecho se atreve a echar a la legítima regente de Alaxias! – Gritó Urad furioso.
Lady Meline, con una mirada furiosa replicó.
-¡Con el mismo derecho con el que usted y la princesa vinieron aquí a pedir asilo! – Se acercó a ambos poco a poco – Que ni por un momento se le olvidé con quién habla Ser Urad, porque usted y su reina sin corona asumen por error que yo los cuidaré antes que a mi pueblo.
Aellys hizo una seña a Urad para que éste se calmara ante la presencia de la señora lobo.
-Por suerte para usted alteza – continuó Meline – siento empatía, y los Hollir y los Yorm siempre han sido grandes amigos y aliados. Ahora bien, cómo entenderá usted majestad, no puedo conservarla aquí por mucho más, y es por eso que la enviaré a usted junto a su amigo y su dragón a las tierras de Lord Krhanlor.
La mirada de Aellys cambió por completo.
-¿Lord Krhanlor? -preguntó Urad. – Usted pide que la reina viva en los dominios del hombre que traicionó a su familia.
-Lo comprendo – Sirvió algo de vino en su copa – Pero no tenemos alternativa. Lord Krhanlor a accedido a darle asilo y ocultarla de Kyriam, siempre y cuando usted prometa no darle sentencia a muerte cuando recuperé el trono.
-Entiendo – Dijo Aellys, quién se levantó de su asiento y caminó hasta las puertas del salón, seguida de Urad – Digale a Lord Krhanlor que de mí jamás esperé compasión…
El gran carruaje del rey Kyriam estaba a las puertas de Perto de coronas, la última parada antes de llegar al páramo de lobos.
Las grandes puertas del castillo se abrieron, y frente al carruaje, los caballos comenzaron a caminar. Los caballeros comenzaran a doblar la rodilla al paso del carruaje. Dentro de éste, el rey Kyriam, y su consejero, Knotra Aschu mejor conocido cómo «La Sombra» lo acompañaba con su cara tapada por una máscara negra que causaba escalofríos.
-Detesto éstas visitas- Dijo Kyriam quejumbroso – repiteme otra vez porque hacemos esto.
-Simple cortesía su majestad – respondió benevolente.
-Si claro, como si la cortesía sirviera de algo – Replicó el rey.
-La simple cortesía puede ganarse a la gente, mi señor – Knotra hizo una pausa – Y es necesaria en estos momentos para que el pueblo quedé convencido de que usted es un buen rey.
-Bah, puras estupideces – Se quejó el rey – Ahora dame algo de vino.
La sombra tardó un par de segundos, pero finalmente se lo dio de mala gana, justo antes de que las puertas del carruaje se abrieran, y ambos bajaran para ser recibidos por Lord Grathie Bendur.
-Bienvenido sea a Perto de coronas, mi rey – Dijo el Lord.
-¿Porque todos los castillos de el Noreste llevan «De» en el intermedio del nombre?- Dijo Kyriam mientras observaba alrededor – «Páramo de Lobos», «Perto de coronas», «Palacio de espadas», incluso Cuevaserpiente antes era conocido como «Cueva de serpientes». ¿No les parece algo absurdo?
Todos permanecieron desconcertados en silencio.
-El rey quiere agradecer la bienvenida – Knotra fue oportuno al romper el silencio, ya que todos temían decir algo por el miedo a ser decapitados – Muchas gracias Lord Bendur.
-El placer es nuestro, por favor, permitan que mis subordinados los lleven a sus habitaciones.
Knotra asintió y los sirvientes guiaron al rey y a su compañía a sus habitaciones. Pero Knotra se acercó a Lord Bendur.
-Gran momento para venir, ¿no lo cree? -Preguntó La Sombra – Al borde de una guerra civil, y con un rey que ambiciona el poder más que otra cosa.
El lord se sorprendió por cómo Knotra se refería a Kyriam.
-Tenga cuidado con cómo se refiere al rey, mi señor – Apuntó Lord Bendur – Cualquiera puede oírlo, una palabra al rey, y temo por lo que a mi señor le pueda pasar.
La Sombra río tras su mascara.
-El rey mataría a aquel pobre hombre que se atreviera a difamarle, tanto cómo el que me difamará a mi – Continuó – En su mente, todos sus hombres le son fieles por el hecho de ser un Hollir. Pero nada está más alejado de la verdad; sólo unos pocos le son realmente leales, y yo soy parte de ése grupo. Pero si cree que sólo por eso seré deshonesto acerca de él, está sumamente equivocado.
-Sólo espero que eso sea cierto mi señor, por su mayor bien.
Lord Bendur se alejó, mientras Knotra permanecía quieto en la sala del trono.
Aellys se caminaba por las montañas cercanas al Páramo, pensaba acerca de lo que Lady Meline le había dicho. No quería siquiera ver al hombre que ayudo a asesinar a sus hermanos, pero ¿Qué otra opción tenia?, escuchó a un caballo acercarse, y a lo lejos que reconoció a Urad montado sobre él.
-¿Que ocurre mi princesa? -preguntó Urad – La he estado buscando desde hace varias horas.
-Necesito tu consejo Urad – Aellys se volvió hacia el caballero – Por una vez se mi amigo, y no mi protector.
Urad bajo de su caballo y se acercó a Aellys.
-La escucho, mi princesa.
-¿Que se hace cuando comienzas a dudar sobre tus decisiones?- Aellys se sentó en el pasto y abrazó sus piernas.
-Bueno, dentro de mi experiencia – Urad se sentó a la derecha de Aellys viendo el paisaje – Debes evaluar tu situación, y pensar en lo que es mejor para ti. No pienses en nadie que no seas tú. Y al momento de reconsiderarlo, tomarás la sedición correcta, sin importar cual sea.
Aellys sonrió y se recargó en el hombro de Urad.
-Eres mejor cómo un amigo que como protector.
Urad sonrió, y observó a su alrededor.
-¿Usted ha visto a Airol en estos últimos días?- Preguntó el caballero.
-Aún no aprendo a llamarlo – Aellys río levemente.
Y como sí alguien lo hubiera llamado, una sombra alada se mostró en el suelo, el sonido del aire cortándose se hizo presente, y finalmente; un enorme dragón rojo bajó de los cielos hacia las montañas. Su rugido reconfortó aún más a Aellys. Airol descendió sobre la colina y se postró sobre las rocas.
Se acercó rápidamente a Aellys, la cual se levantó y acarició la cara del imponente dragón.
-Quisiera saber que lugares ha visto mientras no está aquí.
-Nada que no hayamos visto, siempre se mantiene cerca- Miró a Urad – Hora de irnos, mañana partimos a Palacio de espadas.
Urad miró a Aellys, su decisión no le agradaba en lo absoluto, pero verla feliz lo alegraba de alguna manera.
Lord Bendur se hallaba leyendo en su habitación los antiguos escritos de Rhandel Hollir El Profeta, tenía un especial interés en las palabras de El Rey Oscuro y su heredero rojo.
Un guardia interrumpió la paz de Lord Bendur entrando a la recámara.
-Mi señor – Dijo el guardia – El príncipe Gantor acaba de llegar de su viaje y desea verlo.
-Deja que pasé.
El príncipe entró, sus ojos serán azules claro y su cabello negro como la noche, su piel pálida cómo la de un cadáver era resaltada por su ropa que era negra en su totalidad. Llegó con su padre y se detuvo justo antes de que éste le diera un abrazo de bienvenida.
-¿Que hace el usurpador aquí?- Preguntó.
-Cuida tu lengua hijo – Advirtió su padre – No querrás terminar con tu cabeza sobre una estaca.
-Padre, ¿que hace ese desgraciado en nuestro castillo?- Repitió Gantor.
-El rey Kyriam se quedará un día aquí para descansar antes de llegar al Páramo de lobos – Respondió el viejo Lord.
-Me asquea el hecho de que dejes a el hombre que mató a mi madre quedarse en su mismo castillo. Eres una desgracia.
-Hice lo que era necesario para mantenerte con vida – Dijo Lord Bendur – No puedes molestarte conmigo por querer salvar a mi hijo.
-No padre – Eso no me molesta – lo que me molesta es que seas tan débil cómo para no hacer nada ahora.
Gantor salió de la habitación enfadado.
-Si tan sólo supieras mi pequeño…
Un gran estruendo despertó a Aellys, una batalla se escuchaba fuera del castillo. Saltó de la cama y corrió a la puerta, pero al pasar por un espejo notó algo extraño. Ese cuerpo que veía no era el suyo, sino el de su hermano Kyriam. Por un momento se quedó paralizada, hasta que dos soldados negros entraron a la habitación y la llevaron a las afueras del castillo. Ella estaba confundida y asustada, quería creer que era un sueño, pero todo parecía bastante real. Por lo cual Aellys se confundía aún más. Al salir del castillo buscó con la mirada algo reconocible para ella, pero nada lucía cómo parte del Páramo o de cualquier otro castillo en el que ella hubiera estado. Pero entre fuego y cadáveres observó a La Sombra a lo lejos, éste peleaba a dos espadas con tres hombres que lo rodeaban. Los soldados la escoltaban al carruaje real para salir de ahí, pero los enemigos de su hermano los acorralaron, y en el momento justo Hacine el dragón de llamas amarillas apareció para calcinarlos a todos… La mente de Aellys se lleno con pena, muerte, y dolor. Cerró los ojos y gritó lo más fuerte que pudo… En ese momento apareció en su cuarto. Urad entró enseguida con su espada en la mano.
-¿Se encuentra bien, princesa?
-Si, Urad So… So… Sólo fue una pesadilla – Respondió ella con voz temblorosa.
Los guardias del Páramo no tardaron en aparecer, pero no por Aellys, sino porque Lady Yorm se aproximaba a la recámara, Al entrar tenía una cara de sorpresa y desconcierto.
-Perto de coronas- Dijo Lady Yorm – Fue atacado ésta noche…
Capitulo III:
Olor a hojanocturna
Aellys no podía conciliar el sueño después de la pesadilla que había tenido, después de haber entrado dentro de la mente de su hermano. En sus pensamientos no había lugar para algo que no fuera confusión.
-Mi princesa – Se escuchó el inconfundible anunció de Urad – Sí no come algo morirá de inanición.
-Lo vi, Urad. Yo lo vi – Afirmó Aellys ignorando por completo lo que su amigo le había dicho- El maldito no ha envejecido ni un sólo día.
-Aellys…
Urad estaba siendo más regio en su hablar.
-Lord Khranlor, él nos dará sus tropas sí hacemos el llamado de guerra.
Urad la miró con severidad y habló con firmeza.
-Tenga cuidado, mi princesa -Le advirtió- palabras de guerra pronto se convierten en actos de guerra.
-La guerra es inevitable, – Aseguró ella – la declaración se dio en el momento en el que Kyriam alzó a Heraldo Oscuro contra su propia sangre… Y darle castigo es mi deber, como reina y como una Hollir.
-Mi princesa,- Dijo suavemente – ¿usted que sabe de la guerra?, la guerra es el fin de un mundo. Y declarar el fin de un mundo siempre traerá cosas horribles.
El silencio se hizo presente.
-Lady Meline espera… Ambos esperamos que bajes al gran salón a cenar, Aellys…- Pocas eran las ocasiones en las que Urad no se refería a Aellys como su reina – Mañana partiremos a Palacio de Espadas, y quisiera tener tu compañía durante la cena, por favor.
Ella no pudo evitar acudir al llamado de su amigo,. La tristeza se veía en sus ojos, y Aellys quería a Urad con todo su corazón, jamás se habría perdonado él dejarlo sólo ante esa situación, que para ella no era más que una simple cena, pero después de todo Urad era todo lo que tenía… Así pues, bajó las escaleras de la torre, cruzó oscuros pasillos y gélidos jardines de el brazo de Urad y pasó por el puente de piedra que había sobre el pequeño estanque del castillo, todo para llegar al gran salón y encontrarse a los 4 miembros de la familia Yorm cenando. Lady Meline Yorm; señora del Páramo de Lobos, una atractiva mujer de 26 años, su cara estaba desgastada por las constantes presiones que la agobiaban desde los 20 años, por ser la señora de las tierras del norte. El cabello castaño le caía por un costado; resaltandole unos brillantes ojos, azules cómo zafiros, a su lado, su hermano Vedden Yorm, el llamado Príncipe caballero, quién fuera el auténtico heredero al título de lord del Páramo, pero al haber sido nombrado lord comandante de los caballeros lobo había perdido cualquier derecho a gobernar sobre las tierras que su padre, lord Khaven Yorm, había gobernado. Al otro extremo de la mesa se hallaba Salasias Yorm, un joven de no más de 15, era bastante parecido a Meline físicamente hablando, pero su actitud era toda la de su hermano mayor. A mitad de la mesa estaba Monser Yorm, primo de Lady Meline y sus hermanos. Miembro de Los Caballeros Lobo y escudo juramentado de Salasias. Era un muchacho de 17 años, delgado y atractivo. Meline lo había intentado casar con la mitad de las doncellas nobles de Alaxias, hasta que Vedden lo reclutó. Se decía que Monser no podía ser más felíz por aquello, ya qué nunca fue muy adepto a los cariños de las mujeres.
-Mi reina,- saludó Monser – Luce hermosa esta noche.
-Es muy amable, ser Monser- respondió ella.
La cena consistía de cerdo horneado con salsa de miel y menta, acompañado de cebollas dulces y una copa de vino de invierno.
-Reina Aellys,- dijo Meline – Siento curiosidad, ¿Qué pasaba anoche cuando fui a su habitación?, parecía algo altarada.
Aellys no le había dicho a nadie sobre el sueño además de Urad. Y no planeaba hacerlo, no quería que la tacharan de loca y algo peor.
-Sólo… un mal sueño – Mintió.
-Bien, no me lo diga,- bebió un poco de vino -Mejor hablemos de estrategia.
-Me parece bien.
-He enviado un cuervo a Lanza Helada pidiendo una reunión con lord Frend. Seguramente enviará a su hijos, Winter y Rollen, está demasiado débil para venir él en persona – mordisqueo una cebolla.
-¿Puedo saber el tema que tratarán? – preguntó Aellys.
-Será sobre usted.
-¿Qué?, – Urad la miró sorprendido – Con todo respeto mi señora, pero no me parece prudente que revele el paradero de mi reina, en especial cuando todos la creen muerta.
-¿Espera que las tierras del invierno se levanten contra el rey Kyriam sólo porque sí?, – Soltó una pequeña risita – ser Urad, lo creía más listo. Si los llamó aquí pidiendo que traicionen sus votos por nada más que honor me creerán loca.
-Concuerdo con lady Meline – dijo Aellys – Lanza Helada y sus abanderados son una fuerza importante, no importa el precio a pagar… los quiero cómo aliados.
-Pues así será. – afirmó Meline – Bueno, en próximos días enviaré a Vedden a Perto de Coronas a intentar establecer una alianza con el nuevo lord Bendur, no serán más de dos días de viaje. Y si los antiguos reyes son generosos Gantor será más fácil de convencer que su difunto padre.
-¿Lord Grathie murió? – preguntó Urad.
-Me temo que sí, es lamentable, era un buen hombre. Algo difícil de tratar, pero era bueno, sin duda.
-¿Qué es lo que sabemos de su hijo?
-Es cercano a la edad de mi reina…
A Aellys le pareció una insinuación de matrimonio.
-Espero haber entendido mal – se quejó.
-Es tan sólo una idea, sería estratégicamente acertado, además mi reina es hermosa, y por lo que sé el hijo del caballo es muy apuesto. Hablando de eso… – Meline miró a su hermano mayor y éste asintió.
Vedden se levantó y se dirigió a su hermano pequeño.
-A la cama, – ordenó sonriendo – Monser lleva a mi hermanito a su habitación. Debe levantarse temprano mañana.
-No tengo sueño, – replicó Salasias – aún es temprano.
-Ya oiste a tu hermano, Salasias. A la cama – Monser se despidió y salió del salón detrás de su primo.
-¿Qué ocurre? – Aquel episodio había dejado un poco confundida a Aellys.
-Mi reina, usted no es el único tema del que mi hermana y los Frend hablarán – Vedden tomó asiento de nuevo.
-Cómo dijo mi hermano… tengo planeado que Salasias contraiga matrimonio con lady Winter, no sólo para fortalecer la alianza. Sino también por él, ya está en la edad para hacerlo, y además necesitaré a alguien que lo cuide por mi, dejaré que Winter se encargue.
-¿Qué tiene que ver eso con nosotros?
-Verán, Salasias es el último de nuestra casa, si yo contraigo matrimonio, tomaría el apellido de mi marido, y los votos de Vedden y Monser les prohíben tener esposa. Si algo le pasará, nuestro nombre o pasaría al olvido. Así que… sí mi reina me diera su permiso, quisiera que mi hermanito y ser Monser fueran con ustedes a Palacio de Espadas, Salasias cómo escudero de ser Urad, y Monser cómo escolta de mi reina.
-¿Él ya lo sabe? – Aellys vio la tristeza en los ojos de los hermanos.
-Sólo sabe que irá, pero no lo del matrimonio – Afirmó Vedden.
Aellys analizó la situación. Sería una forma de pagar la hospitalidad de los Yorm.
-Puede venir con nosotros, – Aceptó – Será un honor para mi y para ser Urad que nos acompañé.
-¿Alguna otra cosa? – preguntó Urad terminando su cena.
Lady Meline pensó por un momento.
-¡Oh!, casi lo olvido. Llegó un cuervo de Puente de Sal en respuesta a la alianza del norte.
-¿Y bien?…
-Responderán el llamado.
-Excelente – Aellys sonrió mientras se levantaba de la mesa – Serán dos largos días de viaje, incluso sobre Airol. Será mejor que durmamos un poco.
-Estoy de acuerdo – exclamó Ser Urad.
-Muchas gracias Meline, la cena estuvo deliciosa – dijo mientras caminaban a la puerta.
-No hay nada que agradecer, mi reina.
Ambos volvieron a sus habitaciones, somnoliento por el vino, por lo que se durmieron prontamente.
Despertó algunas horas más tarde, aún seguía oscuro, así que era temprano. ser Urad ya estaba vestido y preparado para irse. Habían decidido dejar la mayor parte de sus cosas ahí, ser Urad sólo llevaba su nueva armadura y la vieja espada de hierro negro, y Aellys su collar y su espada Terror de Invierno le recordaban a el anciano que había sido la primera persona en brindarle su ayuda.
Bajaron a los jardines, y ahí los esperaban los Yorm y algunos de Los Caballeros Lobo, qué junto a Vedden y a Monser montaban enormes huargos del tamaño de caballos.
-Los acompañaremos hasta las montañas – anunció lady Meline.
Cabalgaron por media hora hasta llegar, bajo la tranquilidad de el cielo estrellado todos los problemas eran tapados por el olor a hojanocturna. Aellys siempre se había sentido segura en el anochecer por alguna razón.
Desmontaron y esperaron a que los Yorm se despidieran.
Cuando por fin lady Meline y ser Vedden se fueron con la escolta Salasias se sentó sobre el pasto.
-¿Y el dragón? – preguntó.
En ese momento un sonido silbante se hizo presente y un rugido mounstroso le siguió, el huargo de Monser se inquietó, y finalmente Airol descendió. Fuerte, enorme y poderoso, soltó un segundo rugido.
-Ahí está – respondió ser Urad.
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