Sí, la siento sutilmente en mi espalda.
Tú, ¿La sientes?
No te has preguntado, ¿La sientes?
Yo la veo, anticuada, llena de grietas, de llanto, alegrías, desespero y desilusión.
La veo como una carga insostenible, que arrastro junto a un puñado de otros inconscientes.
Otros que no saben, no saben lo que cargan.
Acaso no has visto por ahí, que de a poco ya nadie anda erguido por las calles.
No has visto las caras tristes, llenas de historia deambular como almas en pena.
Yo los he visto, con cara de sufrimiento, llenos de interrogantes, con culpa.
Ellos tienen miedo, sí lo tienen, tienen miedo de ti, de mi.
Están asustados, porque criaron siervos y hoy les arrancamos los ojos.
Se equivocaron, muchos se equivocaron y decidieron cargar la cruz eternamente.
Hoy ellos sufren, caminan encorvados, acaso no has visto por ahí, que ya nadie anda erguido por las calles.
No has visto las caras tristes, llenas de historia deambular como almas en pena.
Yo los he visto y he visto su descendencia, erguidos e imponentes, como reyes sin corona.
He visto su actuar, los he visto siempre de espalda al mundo, son gigantes, han gobernado lo poco que nos queda.
Tú, tu cruz se parece a la mía, llena de grietas, con restos de sangre.
A mi, me la han heredado, con sumisión, con vergüenza.
Me la han heredado por inercia, sin querer, por cumplir, porque fueron correctos.
No sé que han hecho, quizás nos han maldecido.
Hemos cargado como obreros y ellos, los gigantes de espalda tersa nos han tratado como tal.
Ni títulos ni esfuerzos han valido la pena.
Ellos nos han gobernado, nos manipulan y sus viejos se han destinado a ser cargadores inminentes del pasado y el presente.
Pero un día, nos enseñaron a tener fe, porque no somos más que nada cuando la cara nos han golpeado y al suelo nos han llevado.
No somos más que nada cuando imponentes se han puesto sobre nosotros y con violencia nos han estropeado en la tierra que un día fue nuestra, sueños, metas y seguridad.
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