Las ilusiones en el ser humano son tan ligeras y efímeras; como un bulanico en las manos de un niño.
Dependiendo de nuestra voluntad, estas se podrán materializar o no y marcaran en nuestra vida un rumbo y un objetivo, del que posiblemente dependerá nuestra felicidad ; puesto que son tan necesarias y vitales para el ser humano como el aire para nuestros pulmones o el agua y el alimento para nuestro cuerpo. La contemplación de este bulanico me recordó los meses de marzo y abril en los que el viento se manifiesta con más fuerza y continuidad en nuestra querida tierra de Guadix; en nuestros preciosos cerros arcillosos y mi imaginación me trasladó rápidamente a aquellos días“hermosos días” en los que en el cerro cercano a mi casa de la Solana de Santiago, di cumplimiento a mi gran ilusión de aquel tiempo; “ volar una cometa..
Por aquel entonces contaba yo con doce o catorce años de edad y dado que en mi tierra existía una afición muy arraigada a confeccionar cometas y volarlas; sobre todo en los cerros, precisamente en mi calle pues durante la temporada ventosa era muy común y recurrente el contemplar el cielo de esta parte de Guadix “sus cuevas” , repleto con multitud de estos objetos voladores.
Así que comencé (como es natural) por lo mas fácil y básico el gavilucho, que además era lo mas económico; y una vez preparado salí disparado hacia el cerro en primer lugar, pero dado que no tenia hilo suficiente continué calle abajo, mirando y tirando de mi gavilucho . Al poco rato ya bajaba por la carretera de San Miguel acompañado de una bandada de chiquillos menores y zagalones . Recuerdo el “pavoneo” que me daba al sentirme importante; pavoneo que duró poco, pues uno de los zagalones bien por envidia o bien por sustraer el objeto de nuestra atención, en un momento determinado se adueñó del gavilucho cortando el pequeño hilo y poniendo pies en polvorosa; por lo que aquel día, además de técnicas de vuelo aprendí una lección; «esperar lo inesperado».
Decidí hacer una luna de tamaño medio y recuerdo le puse tres colores (verde,amarillo y azul) ; y me quedó fantástica; recuerdo que aquel mismo día la volé y con gran satisfacción pues mi padre me ayudo.
Ha pasado el tiempo y sigo recordando con alegría el día en que pude realizar mi ilusión. Después he comprendido que lo verdaderamente importante de aquellos años no fue el hecho en si de volar una cometa sino el de recibir cariño e ilusión de mis progenitores tal como hace patente la extraordinaria película de Mary Poppins (Yulie Andrews) y Dik Van Dike y en la que su director Robert Stevenson nos presenta unos fotogramas llenos de colorido y emotividad en los que la familia al completo y otras muchas personas dan libertad a sus ilusiones montadas en el vuelo de sus cometas, “viendolas dibujar en el cielo.
Fin
C/ CALLEJON DEL MORAL- GUADIX
OPINIONES Y COMENTARIOS