Un amor cualquiera…

Un amor cualquiera…

Diana Picazo

17/07/2017

Capítulo 1

Mi vida no es como cualquier vida, se podría decir que es algo alocada, todo empezó desde que me vine con mi padre, mis padres eran separados casi desde que nací, meses antes de cumplir los 14 años me decidí ir con mi padre, estaba harta de estar con mi madre, realmente nunca me entendía, mi vida era tan aburrida…tan absurda y tan inútil, incluso había veces en los cuales estaba convencida que deseaba morir, realmente tenía los motivos suficientes para irme de la casa de mi madre, y me alegro de haberlo hecho, aunque varias veces si me sentía mal y me ponía a llorar, en esta etapa de la adolescencia todos somos muy frágiles y todo nos altera, o amenos a mi sí.

Yo me caracterizaba por tener un bajo autoestima y nunca fijarme en las cosas positivas, con un cabello largo, ojos castaños y rasgados, una cara un poco fina y de piel apiñonada.

En cuanto empecé a vivir con mi papa, me entere de que tenía una media hermana nueva de 1 año de edad, en total éramos 5 hermanos contándola, y venia uno más en camino, al parecer a mi papa le gustaba tener muchas mujeres y esa clase de hombres me daban asco, no le tenía celos a ella ni a nadie, mi padre realmente no me importaba demasiado, simplemente quería cambiar mi vida y olvidar todo lo pasado, por esa razón había decidido ir con él. Su esposa, la que claramente no era mi madre, me odiaba y poco a poco yo la empecé a odiar también.

La mayor parte del tiempo me la pasaba extrañando a mi madre y a mi hermano menor quien vivía con ella, mi madre era una mujer delgada, alta y de un carácter muy fuerte que siempre nos apoyó en todo, lamentablemente hubo alguna razón que tuve contra ella para lograr también irme y olvidarla. Mi hermano menor era un niño de 12 años con unos cachetes regordetes y una sonrisa coqueta, aunque siempre me molestaba demasiado y no lo toleraba.

Al irme de mi madre dejaría todo atrás, mi padre me inscribiría a una nueva escuela, pasaría año nuevo y navidad con ellos, olvidaría la mayoría de cosas las cuales me habían sucedido en 13 años, empezaría a tener una vida diferente, pero había recuerdos que realmente me atormentaban y que probablemente me traumaron, mis padres jamás se enteraron.

Tenía 2 mascotas: miau y mambo, una gata siamés hermosa y un perro maltes color crema, a pesar de que ellos no hablaran, me entendían mejor que todo el mundo.

El primer día que llegue a la casa de mi padre, me sentí algo incomoda, mi papa vivía en la casa de mi abuela aunque ya se estaba construyendo una casa, no tenía las suficientes ganas de hablar así que les dije que tenía demasiado sueño y me fui a dormir en uno de los sillones de la sala de arriba, mi perro se quedó en el patio principal que era un asco, tenían más de 6 perros sin contar los que había adentro, mi gata se quedó dentro de la casa, mi padre había comprado una caja de arena para ella, de tal forma podría hacer sus necesidades ahí.

El segundo día fuimos a hablar con mi madre y recogí mis cosas pero no me dejo sacar la mayoría, fue algo triste ver la cara de mi madre al retirarme, tenía lágrimas en los ojos, jamás la había visto llorar de tal forma.

Ese mismo día me decidí a cortarme el cabello, quería ser una persona totalmente diferente aunque eso no sea posible, vi como la estilista cortaba pedazos de cabello. Ese cabello largo que algún día tuve, se convirtió en historia y de largo se convirtió a corto, de la cintura paso a la altura de mis hombros, al final me arrepentí un poco pero también me gustaba mi nuevo cambio.

Poco después salí a comprar unas cosas y conocí a un chico no demasiado atractivo pero con unos ojos realmente penetrantes, era un poco moreno con unos ojos cafés claro y unas pestañas enormes, tenía una sonrisa hermosa y era algo alto.

Lo vi por unos instantes, pero claro no estaba enamorada de él, simplemente me gustaban sus ojos, poco después se dio cuenta de que lo observaba y voltee mi rostro hacia el mostrador, llego mi turno y pague las cosas, estaba a punto de salir de la tienda cuando de repente el chico de los ojos bonitos se me acerco.

-Hey… hola -dijo con una voz muy segura-observe que me mirabas

-Creo que te equivocas- le conteste muy nerviosa

-Claro que no, no seas tímida-sonrió

-Está bien, si te miraba.

-¿Por qué?-pregunto.

-¡Tienes unos ojos hermosos!- dije casi gritando al mismo tiempo que me sonrojaba.

-Ah, está bien, no es para que me grites nena.

Me ruboricé aún más y se me resultaba difícil mirarlo ya que me apenaba mucho más.

-¿Y cómo te llamas?- dijo rato después.

-Diana- dije un poco tartamudeando- ¿y tú?

-Marco- dijo a la vez que me guiñaba un ojo

-Se me hará tarde- dije mirando mi muñeca vacía, para despistarme de su cara.

-Oh disculpa por interrumpirte, pero la próxima vez que veas tu muñeca, procura traer un reloj- se rio

-Por supuesto, hasta luego- dije con tal de librarme de ese momento incomodo

-Espera- grito antes de que diera el primer paso

-¿Qué pasa?-le conteste con cara de duda.

-Mañana volveré a la misma hora que hoy, espero encontrarte una vez más-dijo entusiasmado.

-Okey-dije yo- aunque ni creas que estaré esperando ese momento para ir a verte, por mi mejor te evito.

Se limitó a reírse y me fui mientras el volvía a incorporarse a la fila.

Durante el camino estaba muy pensativa, no entienda porque me había hablado o porque razón me quería ver otra vez, era imposible que yo le haya gustado, era la primera vez que nos veíamos y hablábamos, además era muy fea para él, ni siquiera traía maquillaje y tenia unas ojeras terribles a causa del insomnio y regularmente esos días había estado muy palida y con una cara de cansancio enorme, llevaba puesto unos jeans claros con una playera gris, aunque la playera estaba demasiado aguada para que se me notaran un poco los pechos, aunque eso no era importante y mi cabello lo tenía recogido con una pequeña liga.

Al llegar a casa mi abuela me pregunto a donde había estado pero yo simplemente le dije que la fila de la tienda tenía demasiada gente y tarde en pasar.

Estaba nerviosa de mañana pero no quería salir pero a la vez sí, quería ver esos ojos bonitos y estaba pensando en lo que me diría o lo que haríamos, me resigne a pensar más en eso y empecé a leer un libro que por cierto me faltaban unas cuantas paginas para terminarlo.

Al acabarlo mi abuela me llamo para comer un poco junto con mi hermano mayor y después mire un poco la televisión, volví a pensar en lo de mañana y al final me decidí en que no iría por más que quisiera, era ridículo, además no tenía por qué ir, suponía que no pasaría nada.

Capítulo 2

Desperté algo despistada, aliste mis cosas para ducharme y me lave los dientes, estando ya en la regadera volví a pensar en el chico, las gotas caían de la regadera y me enjabone todo el cuerpo, después me puse a hablar sola.

-¿Debo ir?- me decía a mí misma

-No haré lo que él quiere, además no lo conozco muy bien

-pero talvez podría conocerlo más- tartamudee

Termine la ducha y me seque con la toalla, me vestí y me cepille mi pelo, baje a desayunar y me volví a lavar los dientes, me senté en el sofá y empecé a cambiar canales, estaba aburrida, talvez mi vida no cambiaría en nada, seguiría siendo la aburrida y miserable vida. Estaba a punto de marcar la 1:30 de la tarde, mi hermano aun no salía de la escuela y de pronto se me antojo un chocolate, le pedí dinero a mi abuela y me dirigí hacia la tienda.

De pronto recordé al chico, me preguntaba si estaría ahí, al llegar a la tienda no vi a nadie, estaba vacía, era la única que estaba ahí, compre el chocolate y me propuse a esperar.

-¿Disculpe señor que hora es?- le pregunte al señor de la tienda.

-La 1:48- me miro y me cuestiono-¿esperas a alguien?

-Si supongo- dije con una falsa sonrisa

Faltaban 12 minutos para que Marco llegara, llego puntual a las 2:00, se dirigió a mi corriendo.

-listo son las 2:00-dijo mirando su celular un poco cansado

-Eres muy puntual- sonreí

-Claro, pensé que me evitarías- me miro con una cara enojada y feliz.

-Si eso pensaba hacer, pero simplemente me senté un rato, ni siquiera sabía qué hora era-.le conteste alzando las cejas.

-Aja, dijiste que no me esperarías y mira, entonces…

Antes que dijera algo lo interrumpí

-Ya te dije que descansaba y sabes que, mejor me voy, en fin no esperaba a nadie, a nadie, me escuchaste- dije furiosa.

-No, espera- me dijo algo decepcionado- perdóname, jamás pensé que fueras tan delicada.

-Te atreves a decirme delicada, ya me voy- dije aún más furiosa

Se quedó callado y avance hacia mi casa, estaba a unos minutos de llegar cuando de repente escuche un ruido, pensé en ir corriendo hasta mi casa abrir y cerrar rápidamente, pero no lo hice, había muchos arbustos y empecé a revisarlos uno por uno, probablemente un animal estaba escondido ahí o atorado. Me agache y revise el primero, no había absolutamente nada, revise otro y otro hasta llegar al último pero no encontré nada, probablemente ese ruido que escuche no fue nada, pero de repente alguien me toco la espalda y me quede algo quieta pero después me voltee.

-¡HAY MALDITA SEA!-dije asustada, era Marco el que estaba atrás de mi-¿tú que haces aquí?

-Esas palabras no son dignas de una dama- sonrió-quería ver que llegaras bien a tu casa.

-Cállate tu- le conteste- ¿me has seguido desde la tienda?

-si si- miro al suelo

-Me asustaste, ahora ya lárgate

-Tranquilízate, no pasa nada- dijo tocándome el hombre

-¡si, si pasa!- Le conteste un poco histérica- ni siquiera te conozco bien y estoy charlando contigo, me has seguido sin que me dé cuenta y todavía quieres que siga aquí en medio de la calle.

-Te pido perdón de nuevo, pero no terminamos de hablar, me dejeaste plantado y te fuiste, por favor quédate, solo por esta vez, si quieres, después ya no nos volvemos a ver, pero por el momento hay que conocernos, se ve que eres divertida aunque algo frenética, enserio, no sé por qué pero es la primera vez que quiero conocer a una persona con tal rapidez, la verdad no se cómo expresarlo, simplemente quiero charlar contigo.

-Te perdono y gracias a todo este discurso que acabas de dar, yo también te quiero conocer-sonreí.

Él también me devolvió la sonrisa y nos dirigimos hacia un parque muy cercano, yo solo lo seguí y me llevo hasta ahí, nos sentamos en una de las bancas más cercanos y de en mediato yo vi una paloma muerta, probablemente fue porque ya estaba anciana o algo así, nos sentamos y el también miro la paloma.

-¿Es triste no lo crees?- dijo al cabo de un rato.

-¿Qué?- le respondí con una cara de duda.

-La paloma-señalo con la cabeza a la paloma-probablemente al morir sufrió mucho, pienso que murió por asfixia, después de un tiempo su cuerpo se empezara a pudrir, probablemente vendrán algunos predadores y se lo comerán, las plumas quedaran en el suelo del parque y por un largo tiempo estarán aquí, es una lástima que una animal tan dócil como este allá muerto a causa del ser humano, yo quisiera ser esta paloma, pero claro antes de su muerte, para poder volar por los aires libre.

-¿Cómo sabes que murió por asfixia y por el ser humano?-dije un poco pasmada.

-Es algo fácil, no se ve que algún animal la haya lastimado y por lo que veo hay unas pastillas de dulce tiradas en el suelo, probablemente trago uno y se ahogó, aunque fue una paloma tonta al hacer eso, ninguna ave haría eso-levanto las pastillas que quedaban y las tiro al suelo-¿Cómo sería ser una paloma?

-Pues sería algo genial, no habría preocupaciones y seriamos libres pero no tendríamos ningún propósito en la vida- Le respondí.

-Todos tenemos un propósito-dijo pensativo.

Durante un largo rato nos quedamos mirando el parque y sus alrededores, era realmente grande y había muchas cosas que descubrir, me empecé a aburrir así que decidí preguntarle algo.

-Y ¿Cuántos años tienes?

-Quince ¿y tú?-contesto alegre

-Trece- sonreí

-pensé que tenías más-respondió sorprendido- realmente te vez más grande.

-Pues en unos 3 meses cumpliré los 14

-Aun así, pensé que tendrías mi edad, además estas muy bue… – empezó a tartamudear mientras miraba mi blusa

-Oye que te sucede, quita la mirada de ahí, psicópata-le dije mientras me reía, traía una blusa muy pegada así que se me notaba de más.

-Solo digo que esta bonita- se froto el cabello

Después de otro rato nos levantamos y nos dirigimos hacia uno de los juegos para niños.

-Vamos súbete a uno-me dijo muy alegre

-Claro que no, ni que estuviera loca-me empecé a carcajear- mejor tú.

-Bueno haremos un trato, si yo me subo tu igual-me contesto- ¿te parece?

-Está bien- afirme

Estaban demasiadas personas en el parque, además me sentiría como niña pequeña, pero yo no había tenido esa idea.

Subimos las pequeñas escalaras y nos lanzamos, empezamos a decir muchas tonterías y mientras todos nos miraban, Marco dijo: ¡Somos unos niños traviesos wuu!

-cállate-le dije mientras me moría de risa y le daba un codazo en la costilla.

Jamás pensé que me divertiría tanto en unos juegos para niños, pero realmente fue así, paso un poco más de tiempo hasta que me percate de la hora, regrese a mi casa a las 5:42 y Marco me acompaño hasta la puerta, acordamos en vernos más seguido, me propuso vernos en una fiesta, irían unos amigos y amigas suyos y yo acepte, nos pondríamos de acuerdo el siguiente día, me despedí de él y cerré la puerta.

Entre a la sala y no estaba nadie, al parecer mi hermano mayor había pasado al trabajo de mi padre como siempre, aunque no encontraba a mi abuela, la busque en su cuarto y la vi dormida, espero que no se haya dado cuenta de que estuve ausente por mucho tiempo.

(publicare lo demás conforme vaya escribiendo)

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