Todo Lo Que Baja…,¿Bajo Quedará?

Todo Lo Que Baja…,¿Bajo Quedará?

Victoria Antelo

15/07/2017

Sinopsis:

Esta historia comienza con una niña aparentemente «común y corriente» de 12 años,que recién acaba de egresar la escuela primaria exitosamente. Con muy buenas calificaciones,más que lista para empezar un nuevo ciclo:la «temible» y tan nombrada SECUNDARIA,como dicen los otros (aunque ella no preste atención a esos chismerios con objetivo de asustarla) Todo normal hasta acá,pero…¿podrá SEGUIR sobreviviendo al ambiente? O,tan siquiera, ¿aguantará otro trimestre escolar en esta etapa aún desconocida?

Categorías de la historia: Novela Juvenil y Realismo Mágico.

●Registrada en Safecreative● ~Prohibida su copia.~

Publicada originalmente en Wattpad,bajo el usuario: @escritorara.Allí se encuentra completa.

Capítulo 1: «El último comienzo».

Viernes,7 de diciembre de 2012.

Sexto grado de la escuela primaria

Hoy: Prueba oral de Matemática.

Quedaba poco tiempo para que las clases se acabaran, dando paso a las tan deseadas VACACIONES.
En el aire de la escuela ya se notaba ese buen humor típico de diciembre. Sin embargo había excepciones; como mi curso.

El caso nuestro se trataba de finalizar un ciclo de casi 6 años de costumbre, la primaria, y comenzar otra etapa mal-apodada como la «temible» secundaria. De nuestro salón no salían risitas alegres ni burlonas.

No, no, al menos eso no acordaba al día de hoy.

A diferencia de los otros grados <<que daban brincos por todo el patio >> , nosotros estábamos con muchas intrigas en la mente. Más bien, desde la puerta contagiábamos la preocupación generada por el examen mencionado hará 2 semanas atrás.
Aunque en realidad el problema no consistía en eso exactamente, sino que la verdadera razón de tanta tensión era la nota final.

¡Oh, la determinante nota! La que decidía si pasabas o te quedabas en el camino…

Personalmente,me valía lo mismo desaprobarla porque en ambos trimestres anteriores tenía 10 en el boletín. Pero mi reputación no me lo permitía, sin mencionar que quería añadir otro «excelente» a la colección de mi carpeta, je.

Resumiendo: nadie había estudiado.

Ninguno de los 32 allí presentes, por lo cual estaban al borde del abismo.

O, bueno…salvo una persona. La número 33.

Sí; esa era yo.

La que por fanatismo o por simple afán al estudio se sabía todo de memoria. Lo que pasa es que me hallaba en un gran dilema.

Y ese era HABLAR.

En fin, mis compañeros muertos de calor (a causa de los 35° grados pronosticados, sin mencionar que apenas andaba el ventilador), se pasaban los machetes con abreviaciones TAAN raras…

Hasta me atrevo a decir que, absurdas.

Después de esto, la maestra decidió entrar: <<«¡Hola chicos!»>>, dijo con voz firme. Fue entonces cuando los demás guardaron rápidamente los papelitos (o mejor dicho, los escondieron debajo del banco).Igual no los entiendo, porque prueba más fácil no podía ser…
¡¡era saber de memoria la tabla pitagórica!! Pan comido…

Pero bueno, qué va ser. Asi somos los preadolescentes; un poquito vagonetas.

La maestra comenzó a llamar a los varones tal cual la lista (sí, sí, acá nada de «las damas primero»).Fueron levantándose de a poco, asustados. Las respuestas no querían salir de las bocas…hasta hubo un compañero que se quedó congelado como un cubito de hielo.

—¡Uno! —gritaba la señorita.

Así se veía el panorama para los muchachos. De los 16, solo 5 aprobaron: 3 lo hicieron «raspando». Los 2 restantes, machetearon a fondo.

Y los que no aprobaron tuvieron que confesar porque al fin y al cabo los apuntes se convirtieron en manos todas enchastradas de ese azul de lapicera.

Llegaba el momento.

Era el turno de las chicas.

Ajá, yo era la primera.

«¿Por qué tuve que apellidarme con A?» —me preguntaba.

Mi problema no era el calor, ni los números, ni el 7×8, ni nada de eso, ¿saben?
Como ya lo mencioné, mi cuestión era H-A-B-L-A-R.
¡Agh! Simplemente no podía formular palabr…

Alumna…A… —Finalmente me llamó.Tragué la saliva que me quedaba y me paré. En el camino al escritorio me iba golpeando (producto de mi torpeza) con los bancos de los otros; antes puestos apropósito o por simples nervios.

Empezaron a divulgarse chismes.Seguro sobre si la «lista» había estudiado o no. Ellos ya comenzarían la joda que solían hacer en cada prueba.

Fui contestando (no podía creerlo) correctamente mientras esquivaba los papelitos que me iban tirando.

Ese día estaba extraña.

Quizás porque hoy se terminaban las clases; se acababa todo.

La próxima semana era la fiesta de egresados en la sala de eventos de la escuela. La mayoría palpitaba que llegara lo más pronto posible (aún desaprobados).En esto yo no coincidía, ya que no me bancaba más nada. Buscaba salir de esta «colectividad espantosa». Al menos por 3 meses, si mi madre rechazaba la idea de cambiarme de instituto.

Tiene un… ¡10! —expresó la maestra, dirigiéndose con el libro de notas a la puerta porque necesitaba otra planilla.

—»No, seño, ¡NO!» —Repetía en mi mente. No quería que se vaya; de todos modos lo hizo.
Tal vez, si tan solo hubiera HABLADO realmente, estaría sin la preocupación de que las municiones llegasen hasta algo peor. Y cuando digo peor, es que LO ES.

Demasiado. Como a la cab…

Sonó la campana del recreo. La señorita seguía sin dar rastro alguno desde su ausencia. Afortunadamente mis compañer@s salieron. Yo me quedé.

No porque lo deseara…

Sino por un par de molestos, reclamando:

—¿Por qué no macheteaste,taradita? —comenzó uno de ellos.

—E-emm… No recibí nada, ni un papel en blanco… —respondí con voz suave, nerviosa por lo que fuera a ocurrirme.

Jaja, si claaaro…

¡Te creemos y todo! —Agregaron sarcásticamente.

Pero no miento… —hablé insegura.

No nos importa tu sinceridad, estúpida. La cosa es que por TU culpa vamos a repetir —Y me rodearon, cerrando también la única salida posible: la puerta.

Tenía miedo, mucho.

Mas aun eso no me impedía pensar en mis palabras bloqueadas; frases atascadas que simplemente no querían salir.

¿Mi culpa? ¡la culpa es tuya, pibe!
Yo no tengo razón para ocuparme de su futuro. Aparte, no es mi problema que seas profesional en vagancia… —Ups, las oraciones se me revelaron. Cometí el error de expresarme a boquiabierta sin darme cuenta. Y eso salió como una flecha disparada.

Quedé atrapada.

¿En dónde? En la tortura.

Traté de hallar una salida pero…

Meh, <<¿para qué me servirá la libertad de expresión?>>

Así que retrocedí. Uno de los chicos me agarró fuerte de los hombros:

—Estás perdida —Repuso.

De acá en adelante fui la burla del día…

O, digamos…

La burla eterna a los días, meses, y quizás años posteriores.

Incluso las maestras, junto a la directora, se rieron de mí.

Viendome tan angustiada, la portera se encargó de llamar por teléfono a mi mamá para que viniera a buscarme.
Una vez allí, ella me observó con cara de total decepción (eso que tenía un 10 en la prueba de hoy, y, según el listado, el mejor promedio de la institución…)

Lamento el inconveniente, directora.
No volverá a pasar, ¿verdad? —Me tironeó del brazo con fuerza.

No hay problema, señora… —contestó en forma falsa.

-¡Vamos! —objetó mi madre llevándome apresurada hacia el taxi—. Vas a ver la buena lección que te voy a dar hoy…—murmuró amagando un golpe.

¡Alto! —gritó la portera—. Momento, que ella no hizo nada.

—¿Eh?
Entonces,¿qué es lo que pasó? —dijo mi mamá.

—Mire, yo la llamé a usted porque observé a su hija llorar por culpa de unos desubicados que no se saben comportar.

¿Qué? —Se sorprendieron las docentes junto a mi madre.

—Discúlpeme… ¿usted sabe quiénes son? —dudó la directora.

Sí.

Entonces, llámelos.

«Wow, nunca antes tuve una voz defensora…» —pensaba ilusionada. Sin embargo no quería añadir conflictos y por eso rechazaba la idea de que trajeran a los chicos.

Bueno, pero con una condición: si ella quiere —Estuve a punto de abrir mi boca para soltar ese «no» que me ahorraría tanto más tarde. Pero mamá se interpuso:

Ja, ¿cómo le va a pedir permiso a mi hija? Usted es la autoridad.
Debería llamarlos sin importarle su opinión al respecto.

—Hmm, ella tiene razón —Al decir esto la directora, me puse nerviosa de vuelta.

Aunque ya son las 16:50, es el último día de clases y los alumnos saldrán como toros en una corrida…—Agregó una de las maestras.

Es cierto —coincidió mi maestra—, aparte, el año que viene seguro que ni se ven. Si se refiere a los chicos que tengo fichados, tienen probabilidades altas de reprobar el año.

Será mejor olvidarnos del tema, señora. Dejemos que esta chica sobresaliente siga en su ruta, brillando. ¿Qué le parece?

«Pfft, ¿brillando? La única vez que <> fue hace 2 años, en la colonia anual de verano, cuando me pintaron la cara con fibras flúor mientras dormía…» —recordaba pesimista.

Ok, está bien.

¡Felices vacaciones!
Despedite de tu maestra —Mamá me dio un empujoncito para que la saludara.

Igualmente —añadieron todas al unísono.

¡Suerte en la secundaria! —terminó la seño de mi curso.

En el taxi, rumbo a casa, solo se escucharon reproches en contra:

¡Ay,nena! Siempre lo mismo…¿no te sabes defender sola acaso?
¿qué vas a hacer si en algún momento tenés que hablar y no estoy presente…?¿Mímica?

Mamá, ¿por qué SIEMPRE te cegás con lo malo sin ver lo bueno?
Deberías tomarte el tiempo de revisar mis carpetas con el cuaderno de comunicados incluido, más seguido. O si preferís, lo hacemos juntas…Y, ya que estás, podrías escuchar mi súplica sobre el tema del cambio de cole…

¿Cómo? ¡¿estás diciéndome lo que debo hacer?! —me sujetó el cuello del guardapolvo brutalmente.

No,mamá…
No dije n-nada… —respondí entristecida.

El taxista la miró espantado.

Así me gusta. Tema cerrado —Fingió darme besos en mi mejilla mientras me pellizcaba en el cuello, estando acostada en su regazo; rendida a su antojo

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