Te contemplo sin tocarte

aunque por dentro dé saltos
como una liebre de marzo.
Te miro muy atento
a medio desnudar
que es como me pone más.
Escucho tu habla sabrosa
y, aunque lo esté deseando,
hoy no te como la boca.
Oigo tu cuerpo que danza,
tu corazón que celebra
y tu espíritu que canta.
Olfateo tu vientre,
tu pubis, tus ingles
pero no te hinco el diente.
Clavado en tu fragancia,
husmeo como un perro
en busca de tu esencia.
Saboreo el vuelo de tu falda,
la altura de tus bellas piernas
y la música de esas caderas.
Paladeo tu hombrera caída
y ese cuello tan deseado
en el que dejo un beso insinuado.

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