Éramos Dos

Dos miradas sobreponiéndose, cargando sobre ellas los deseos más íntimos.

Éramos el mar y el río encontrándose con magnitud de fuerza.
Éramos el sol y la luna, eclipsados uno tras del otro.
Yo, besando con mi luz tus sombras;
tú, abrigando la silueta de mi ser con tu figura.

Éramos dos seres silenciados, donde los suspiros hablaban con una necesidad infinita, llena de ansiedad;
un idioma de dos cuerpos, la escritura de nuestros dedos convertida en caricias.

Eras papel y yo el tintero, ambos escribiendo nuevas historias en nuestras pieles.
Eras las palabras más hermosas en mis labios,
la miel al cerrar los ojos,
esa ternura aferrándose a la sed de mi alma por ti.

Éramos la vida y la muerte,
fuego y ceniza renaciendo del placer.
Somos el bien y el mal estableciendo una tregua, equilibrando la balanza.
A veces, solo a veces, somos dolor en nuestras soledades.

Fuimos dos sueños infinitos.
Soy el valle, y tú, la brisa que trae consigo el rocío que pone en paz mi alma.
Soy la nada… hasta cuando decides regresar.
Tú, complemento perfecto,
fuerza de cada uno de mis pasos al marchar.
Tú, mi revolución; y yo, tu libertad.

Ahora que nos apremia el tiempo,
la culminación de nuestra juventud,
es ahora cuando contemplamos la magnificencia de estar vivos.
Somos dos recorriendo los mismos caminos, buscando las mismas rutas.
Somos la fusión de dos cuerpos al estar desnudos.
Soy ahora quien escribe lo que dicta el deseo
a la pluma que recorre el pecho.

Fuimos dos y seremos dos al despertar.
Seremos un principio y un final,
dos habitando el mismo espacio;
seremos dos cuando nos encuentre el frío sepulcral.

Ahora, agobiado y rendido ante la nostalgia,
sucumben la realidad y el ruido del día.
Duermo abrigado por tu recuerdo, vencido por la angustia de buscarte,
más aún sabiendo que eres la silueta que mi mano dibuja en el aire.

Somos dos…
porque ahora es el perfume de tu piel el que se acuesta en mi cama cada noche.