Sentado en una banca esperaba que la lluvia me empapara.

Imagino las colinas del éxito como un juego para changos de zoológico,

las risas se disuelven en el torrente

y en el suspiro cansado que precede al sueño

justo cuando la lluvia se presenta dictatorial.

Estiro los brazos tratando de tocar sentimientos felices

y ni siquiera la lluvia alcanzo,

quisiera alzar mi voz de cuervo hacia la infinitud.

Imagino estas piedras redondas como huesos de ángel,

el sol ilumina los restos de nuestra convivencia a través de un hueco entre las nubes.

Se forma un pequeño riachuelo de verdades

se mezcla con las colillas  y juntos obedecen a la gravedad terrestre.

En mis ojos indispuestos se reflejan tormentas solares

del cabello se desliza el ácido de la lluvia.

¡Más canas!

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