Existe un momento, en el que… como todo ser y objeto que está sometido a la fuerza: para. 
En el momento de parar, algo en mi dio las gracias en silencio, pero aún así me percaté de aquello. 
Paré y entonces… respetando la fuerza que me había traído hasta aquí, ahora dí yo las gracias por voluntad propia.

Sin hacer juicio de ese tiempo, observé que me había dejado de observar. 
Observé , como ráfagas de luces, como estallidos, como relámpagos, todos los momentos que pasaron sin percatarme del momento en sí.
Pero no era el momento de pensar en momentos, era momento de ni siquiera estar en un momento.

Pude discriminar, los dos extremos que se anteponían en ese instante. 
Pude discriminar, la balanza de mi vida como un artefacto mediocre que no servía para equilibrar.
Pude darme cuenta, de que esa balanza, necesitaba también, el momento para que tenga vida útil, y no la peyorativa que utilicé al referirme a ella.

Me di cuenta, en ese momento, en ese momento del parar, que algunos momentos no decían más ni mucho que el mero momento del parar. 
¿Entonces, que es el momento? ¿Existe el momento de parar? ¿Existe momento sin movimiento? 
Y si tanto me servía el parar ¿por qué no crear entonces el «parar» como nuevo momento?

Me explico, es que, no me lo han enseñado muy bien, a este momento de parar… Parece irónico, y paradójico, ya que a la misma fuerza tuve que meter este concepto en mi, para llegar hasta aquí, para contar ahora en este parar, lo difícil que puede ser transformarlo en el momento. Sin irme más lejos, el momento fue acuñado para expresar el movimiento de un estímulo, así lo había acuñado el mismo Newton! 

Algunos dicen que las reglas, están hechas para romperlas. Algunos dicen, y han hecho, que sus vidas sean la sombra de lo descabellado y lo controversial. 
Algunos como yo ahora, se sienten en la estafa, pero gracias que paré para entenderla. 

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS