LOS PELIGROS DE LA INDECISIÓN

  –Solo hablas, hablas y hablas–dijo Luisa desviando la vista de su esposo, y mirando la única ventana del monoambiente que compartían, que daba a un pozo de aire y luz, y por la cual se filtraban todas la conversaciones de los otros departamentos.

  Beto no dijo nada, él también extrañaba su anterior departamento, en Nuñez, de sesenta metros, con una vista a una calle empedrada, un balcón terraza donde asolear la ropa…No dijo nada.

  Las palabras de su mujer lo herían. Antes de casarse con Luisa había estado de novio con una chica bastante feucha, pero muy buena, muy leal y comprensiva, para nada exigente en cuanto a lo material, pero Beto admiraba la belleza exterior, y cuando vió a Luisa desapareció su mundo anterior, se sintió como si recién hubiera nacido, y a los dos meses se casó con la mujer que al poco tiempo comenzó a destruirlo.

  ¿Que como rodó? ¿Que como perdió lo que tenía? ¿Queres que te relate paso a paso su historia de tropiezos y fracasos hasta llegar al monoambiente? Permitime decirte que sos un morboso, y aunque las historias de degradación gustan mucho, no voy a exponer a Beto al rosario de sus miserias a los ojos del lector, aunque es cierto que algo tengo que darte…Bien, acepto, te diré los tres motivos de su rodada: Juego, bebida y putas.

  Bueno, pero volvamos a la historia, pidiéndote disculpas por no revolcar a Beto en el lodo que él mismo creó.

  Una noche, al regresar del trabajo en una oficina de recupero de mora temprana, su esposa comenzó a recriminarle su trabajo miserable, y él no pudo soportarlo, y cuando el nudo que le atenazó la garganta presagiaba el llanto, volvió a tomar su abrigo, salió a la calle, y desde su movil llamó a Bea, una ex puta de la cual se había enamorado, y con la que pensaba vivir una vez que se separara de su esposa. Se encontraron en el bar de siempre.

–No lo vas a hacer Beto, no te vas a separar, y si lo haces, Luisa no te va a dejar en paz.–dijo Bea 

–Claro que si…Estoy cambiando…tenes que creer en mi…

  Bea se levantó y se fue.

  Beto quedó aturdido y angustiado, el salvavidas ya no estaba, y en medio del mar, no veía mas que agua que aumentaba su sed en lugar de saciarla.

  Dejó la mesa y fue a sentarse en la barra, pidió otro Martini, esta vez bien seco, y se sumergió en sus pensamientos…

  –¿Quiere que la mate?–dijo el tipo que tenía al lado.

  –¿Como? ??

  –Lo que oyó.

  –¿Está hablando en serio?

  –¿Tengo cara de bromista?

  –No…Pero…

  –Vamos, decídase..No tiene alternativa…solo le digo que una vez que me lo ordene no habrá vuelta atrás.

   Beto se quedó pensando unos minutos. El tipo tenía razón, había que hacerlo.

  –Esta bien..¿Cuanto?

  –Diez grandes.

  –Se los daré mañana aqui mismo.

  –Bien, aqui estaré.

  Al otro dia, a la salida de su trabajo le entregó el dinero al sicario, junto con una foto y los datos de la rutina de su esposa.

  –¿No será algo cruel verdad?

  –No,claro que no…¿Que piensa, que le pegaré un tiro en el estomago y esperaré a que se desangre ? Dijo el tipo divertido por la pregunta

  Al volver Beto a su casa encontró a su mujer bien vestida, con velas en la mesa, y diciéndole lo arrepentida que estaba por haberlo tratado de esa forma, que él no se lo merecía, que ella lo amaba y que esperaba tener la oportunidad de demostrárselo si le permitía un nuevo comienzo.

  Beto estaba perplejo. La quería, y ese vuelco lo había desconcertado.

  Tomó el teléfono, marcó el numero del sicario, y le dijo que detuviera el trabajo.

–El barco ya zarpó–se escuchó del otro lado

  –Bueno…Puede quedarse con el dinero…pero detenga el trabajo…

  –El barco ya zarpó–se volvió a escuchar.

  –Oiga, deténgalo!!!!!

  –Eso va a costar…Unos veinte grandes mas…Le sugiero que su esposa no salga a la calle…

  –Esta bien…

  Al otro dia Beto fue al banco y liquidó su seguro de retiro, la cajera, que lo conocía desde hacía tiempo, le preguntó para que quería sacar todo el dinero. Él le dijo que había comprado un velero.

  Esa noche llegó a su casa aliviado por haber podido disolver el trato, sentía un amor y un deseo vivo hacia su esposa, su hermosa esposa. En el camino compró flores y un vino caro, entrecerró lo ojos, y la imaginó desnuda sobre las sábanas blancas de hilo…

  –Hoy llamé al banco¡¡¡Asi que sacaste todo nuestro dinero de la cuenta para comprar un velero sin consultarme!!!! Quisiera ver ese velero de mierda!!!No se que tenes en la cabeza…

  Beto no dijo nada.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS