Sigo contándole mis derrotas y fracasos a hojas de papel, ya hace un par de años que una pluma se convirtió en mi fiel confidente, es incondicional la sed por contarle mis secretos y cada uno de mis defectos, arrastró conmigo cada uno de los momentos en donde no estuvo nadie tan solo tinta y papel, es imprescindible la autoria de mis manos al gritar lo que por prudencia no puedo contar al oído de todo aquel que va pasando, sin duda que me estoy volviendo loco.
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