No te vayas, no no…no me dejes aquí, esperame quiero ir con vos. No llegó, sólo acercarte un poco más…no no no NOOO.
Otra pesadilla ó sueño ó recuerdo, ya no se ni como llamarlos. Me incorporo en mi cama y al divisar el reloj son a penas las tres de la madrugada. Estoy cansada, los ojos me arden, el cuerpo me pesa, este dolor va terminar conmigo y la verdad no se si quiero cambiar mi rumbo. Te extraño demasiado, te necesito a mi lado.
Me pongo uno de tus suéter de ochos color crema y decido salir al exterior, necesito que el aire me de en el rostro para sentir que estoy viva.
Caminar por la playa me remonta a todas esas mañanas, tardes y noches que lo hacíamos juntos, la cantidad de amaneceres que nos sorprendió amandonos sobre la arena fina y sentir el chocar de las olas trae a mi memoria las sensaciones que se llevaban mi cordura al sentir tu cuerpo resbaladizo junto al mio.
Me paro frente al pequeño muelle y observó el barco que tantos recuerdos alberga y las lágrimas pugnan por salir. No eh vuelto a subir desde que te fuiste por miedo a no soportar el dolor pero hoy algo me llama como imán y secando mis ojos con el puño de tu suéter camino decidida hacia él.
El olor a madera y a mar me envuelven, pisar y sentir el crujido bajo mis pies hace notar más aún tu ausencia. Acaricio la barandilla y cada espacio con el suave roce de mis manos y el corazón se me encoge al encontrarme frente a la puerta del que era nuestro camarote, nuestro refugio cada vez que salíamos a navegar. Respiro hondo y entró sin pensarlo, los aromas son lo de siempre, a limón recién cortado mezclado con la menta fresca y natural.
Al sentarme en la cama y tocar la suavidad un recuerdo golpea mi memoria de forma inmediata y me transporta la última vez que estuvimos aquí, cierro los ojos y puedo sentirlo.
– Corre todo lo que quieras Mía, pero no tiene salida, estas en un barco rodeada de agua.
Mierda, tiene razón. No tendría que haberlo tirado al agua pero su sorpresa al caer al agua me causó mucha gracia y sinceramente no pensé en las consecuencias y que claramente no tendría para donde correr. Ufff…me arden los pulmones, me apoyó contra la madera para recuperar el aliento y dejar que mi respiración se normalice cuando unas manos frías y mojadas me toman de sorpresa.
– Me vas a pagar lo que me hiciste y muy caro.
Sus dedos hacen presión en mi cadera y su frente apoyada sobre la mía no deja que e mueva. Sus ojos oscuros me perforan y atrapan los mios sin ningún tipo de consideración y sé que acabo de sentenciarme.
– Me declaró culpable.
Una sonrisa de lado hace que tiemble entera y tomandome entre sus brazos, enrosco mis piernas a su cintura y así entramos a la habitación. Se sienta en la cama conmigo encima de él y sigue mirándome con esa intensidad que desata un fuego en mi interior y me hace arder en el infierno.
Su boca encuentra la mía, sus labios fríos y sabor a mar son mi delirio. Me besa suave y con cautela, dulce y con pausa. Me muevo sobre sus piernas provocando esa descarga directamente en su sexo y el mío. Me toma del pelo y tira mi cabeza hacia atrás dejando mi cuello a su merced donde realiza un camino de besos hasta llegar a mi hombro. Tomo su camiseta mojada y me deshago de ella.
– Te quiero salvaje y despiadado.
Y mis palabras lo avivan dejando el romanticismo de lado por un instante poniemdome debajo de él en sólo un segundo. Su pelvis presiona contra el centro de mi deseo y toda yo se retuerce de placer.
Su cuerpo húmedo se pega al mio cuando su ropa y la mía desaparecen. Su boca saquea mi piel y mi cuerpo se eriza ante su tacto. Sus manos parecen estar en todos lados al mismo tiempo que su boca. Y no entran en mi tantas sensaciones.
Enreda entre sus dedos uno de mis pezones y tira de él en el mismo momento que su otra mano se abre paso entre mis pliegues y un dedo ansioso se pierde en mi interior provocando un espasmo de placer. Mi humedad chorrea entre mis piernas y empapan su mano. Entra y sale de mi sexo presionado mi clítoris con el pulgar y me arqueo ante tanto placer. Su boca sedienta succióna mi otro pecho y siento descargas eléctricas en cada centímetro. Lo siento en todas partes de mi cuerpo cuando un calor conocido y delicioso se apodera de mi ser. Sigue el mismo patrón de movimientos, tira de un pezón, entra y sale de mi interior presionado a la vez y succión y casi sin verlo venir un orgasmo se lleva mi cuerpo y mente al séptimo cielo.
Sin siquiera esperar que mi orgasmo desaparezca me toma por la cintura y me sube a horcajadas de él y me hace bajar por su erección lentamente y mi cuerpo tiembla, sus caricias provocan un escozor delicioso al pasar por mi piel enrogecida. Nos movemos juntos, basándonos sin control. Subo y bajo sobre su sexo y nos consume el placer, la habitación se llena de gemidos y jadeos y sin poder ni querer evitarlo el clímax nos alcanza juntos y ahogando nuestros gritos en un beso suave y lleno de sentimiento.
Nos separamos unos centímetros y nos miramos y nos comunicamos en silencio. Nuestros pechos suben y bajan buscando aire y lo veo tomar entre sus dedos el dije que cuelga de mi cuello, lo observa, le da un beso y lo pone hacia atrás colgando de mi espalda.
– Es nuestro pequeño paraíso, eres mi mundo, eres mía.
Esas palabras resuenan en mi memoria y en mis oídos desde que me dejó. Abro los ojos y vuelvo a la realidad, me llevo la mano al cuello y tocó el dije que me regaló, es una especie de cristal con un pequeño barco dentro, una copia del MIA y las lágrimas vuelven a salir sin poder evitarlo.
Camino hacia la proa y observó el infinito del mar frente a mi. Una brisa me envuelve y siento su aroma en ella y una sonrisa se cuela en mis labios. Se que es él, se que está aquí conmigo, se que el vive en este barco.
– Por que me dejaste tan pronto Sam, por que amor?
Cierro los ojos y me abrazo a mi misma sintiendo como la brisa me envuelve. Y al abrirlos mi alma encuentra la paz que necesitaba.
Vuelvo camino a la casa y casi al llegar me paro frente a la cruz frente al mar.
SAMUEL FERRARA
1984-2017
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