30 de mayo del 2017,

Desde que despiertas hasta que te duermes, de lunes a domingo, de enero a diciembre, desde que naces hasta que mueres. Somos tan monótonos a largo plazo y nos centramos tanto en intentar dejar la rutina, nadie lo ve venir, pero buscamos tanto romper ese ciclo que se vuelve un hábito. Entonces llegamos a un punto, este instante, en el cual nos preguntamos que ganaremos haciendo tanto, si nos espera la muerte quizá el día de mañana o al siguiente, qué diferencia hay en un día más, un día menos.

Este es mi último día, podría esperar hasta que el momento llegue, impaciente, con el estremecedor sonido de los segundos corriendo en el reloj, advirtiendo desde mis sentidos a mi vitalidad, que cada más, se vuelve menos. Amenaza mi aliento final, corrompe mis convicciones y degrada mis ideales. Podría esperar a morir, aunque tenga tanto por hacer. Pero quiero levantarme y terminar, quiero llegar al punto final de una última obra, quiero conocer algo más, quiero dar la última pincelada y quiero escuchar una última nota.

Nunca sabré lo que me faltó por hacer, nunca me sentiré satisfecho y siempre seguiré husmeando en los rincones a los que la curiosidad y pasión me lleven, y cuando haya llegado al final de mi día, expandiré mis sentidos para hacer de la muerte una experiencia más que guardar en mi memoria y no la última de ellas.

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