En el silencioso cementerio
sólo se escuchaba tu llanto ahogado.
Las lágrimas curarán tus heridas,
pero jamás me devolverán a la vida.
No temas por mí.
Ya me cuidaste cuando mi corazón
aún latía y,
ahora que ha dejado de hacerlo,
sabré hacerlo por mí mismo.
Hasta siempre, mi ángel de amor.
No te dejo sola porque,
a mi lado,
siempre lo estuviste.
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