El cine en la educación

El cine es una expresión sin categoría específica; artimaña política, publicitaria y espectáculo; antecedente histórico y visión de la humanidad; reflejo de sus perversiones y deseos. En el cine, la realidad supera a la ficción; su narrativa puede transitar de lo cotidiano a lo fantástico en instantes; es una expresión libre y abierta a interpretaciones; mensaje definido, oculto y metáfora. Su lenguaje puede ser imposición o sugerencia; capaz de diversificarse en la conciencia del espectador al grado de afectar su moral.

El cine es lenguaje multidimensional; se construye y alimenta del arte, la ciencia y la libertad. Es herramienta que se adapta al tiempo; y sus significados se diversifican entre lo colectivo y lo individual. El cine es representación de la realidad; permite que el imaginario se desborde en cualquier dirección; sus significados se enriquecen con el conocimiento y la ignorancia. No es educativo hasta que el espectador se dispone al aprendizaje; no es memorístico, pero sí reflexivo; es provocador al grado de sufrir censura; tan entretenido que no provoca olvido.

Por ser culto e industria, algunos buscan sus deficiencias; critican sus formas y observan con detenimiento lo que ya conocen; intentan clasificarlo en bueno o malo, y calificarlo con estrellas; el crítico de cine experimentado o simulador se justifican en criterios personales, y nunca en el arte, la ciencia y la libertad; opinan, pero nunca hacen; exigen, pero no proponen; exageran sus fallas y emiten juicios a partir de sus gustos. Sin embargo, quien aprende con el cine se reta al auto aprendizaje; se vale de su talento para convertir las ausencias en posibilidades, y las virtudes le nutren el alma; se apoya de la inventiva y encuentra utilidad didáctica. El cine en la educación es oportunidad para diversificarse; es camino de duda e incertidumbre; es naufragio en tormentas de gozo.

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