Fetus in fetus

Fetus in fetus

Ingrudska

05/05/2020

Sentada en uno de los asientos de las primeras dos filas en el decrepito autobús con olor a muerto. Tengo las piernas bien apretadas una contra otra, en mi infantil intento de apaciguar el golpeteo furtivo de mi vejiga completamente llena de, probablemente, la botella de jugo de manzana orgánica que tomé hace unos minutos.

Mi compañera de asiento es una anciana senil de menos de metro cincuenta de altura que no para de comer semillitas cubiertas por caramelo, no puedo sino apenarme por el dolor que al rato va a sentir en los maceteros por tanto masticar.

La veo y me ve, me dirige una sonrisa y me arrima su bolsita de semillas susurrando en ese tono que caracteriza a la senectud: ‘toma una, te hace falta, ponle tantita carnita a tus huesitos’

Evidentemente me siento ofendida por su imprudente comentario, pero no es socialmente aceptable ser grosero con una anciana que te ofrece algo de comer, así que me limito a sonreír y tomar una, apenas me doy cuenta, pegajosa semilla de su bolsa chupeteada.

La coloco lentamente en mi lengua, casi como si se tratara de una expedición en un campo de minas, la viejecita no despeja sus ojos cristalozos por la ancianidad de mí y poco a poco se dibuja una sonrisa triunfante en su rostro, espera a que la mastique y engulla para decir: ‘son las favoritas de Tomasa’, acto seguido saca una gran caja de por debajo de su asiento y la sube con algo de esfuerzo en su regazo.

Se acerca demasiado a mí y pone su boca pegajosa en mi oreja y dice: ‘no te vayas a espantar muñequita, pero Tomasa quiere conocerte’ y señala la caja con el dedo índice de su mano izquierda, misma mano que tiene atiborrada de anillos de plástico de los que te dan en los aguinaldos de las fiestas infantiles, uno era un dinosaurio, otro un rinoceronte, tres eran elefantes de diferentes colores y otro tenía forma de miembro reproductor masculino cubierto de brillantina rosa fosforescente.

Comienza a abrir poco a poco la caja de cartón y empiezo a ver una figura muy extraña en su interior, es una masa amorfa cubierta de pelos y material mucoso, por un costado se nota algo que parece ser una mano no desarrollada y, en el frente veo una especie de cara aplastada que me está viendo de vuelta con un intento anti humano de sonrisa bestial, no reconozco nada en eso, no entiendo que es pero, algo en mi estómago comienza a revolverse y quiere salir por mi esófago. Una nausea tremenda me golpetea la boca y estoy segura que voy a vomitar, la viejecita nota mi palidez y previene las arqueadas que están por venir, cierra la caja muy enojada y me da una cachetada. –No puedo creer lo irrespetuosa que eres chiquilla- dice con voz fuerte- Tomasa está destrozada por tu imprudente palidez, pareciera que nunca has visto gemelas en tu vida.-

‘¿gemelas? A que rayos se refiere con eso’ pensé.

El autobús se detiene súbitamente y el chofer anuncia la hora de ll

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