La vida puede cambiar

La vida puede cambiar

Ignis

05/05/2020

Aprendi desde pequeña a sonreír, pensaba que era necesario para no sentir dolor, si sonreía todos pensaban que estaba feliz, nadie preguntaba y no tenia que recordar a mi viejo… Mi viejo era alcohólico, empezó a tomar cuando yo tenia solo 4 años e hizo mi niñez un infierno y casi me mata muchas veces.

Solía sonreír mientras me golpeaba, tenia la sensación de que así se aburría más rápido, él siempre quiso que yo hubiera nacido hombre, a corta edad ya sentía su odio hacia mí solo por haber nacido del genero equivocado, y crecí queriendo ser hombre.

El colegio no era tan distinto a casa, sufría bullying constantemente, y no sabía como defenderme… así que simplemente lo soportaba.

Hasta que un día cuando tenia 10 años… mate al viejo. Ese día intento matarme, y todo cambio.

Mi vieja quiso darme en adopción a alguno de mis tíos, pero todos me dieron la espalda… me sentí más sola que nunca.

Después del juicio nos vinimos a vivir con el hermano de mi viejo, y al poco tiempo mi vieja se caso con él… al principio no confiaba en él, pero se volvió alguien increíble para mí, siempre me apoya y nunca me ha hecho daño.

Me mandaron al colegio en marzo, mate a mi viejo en enero, y estaba tan shockeada que no hablaba ninguna palabra, los tres primeros meses ni siquiera mire a la cara a mis compañeros, y solo me dedicaba a mirar el cielo en los recreos, queriendo que todo acabara de una vez, el peso de haber matado a mi viejo estaba en mis hombros y los sentía más fuerte que nunca, las pesadillas me perseguían en la noche y no sabía como reaccionar a ellas.

Hasta que un día cuando estaba mirando el cielo en el recreo, sentí una voz chillona, me dijo -Seamos amigos-, mire a mi lado y había un niño, tenia lentes y era flaco como un palo. El primer mes simplemente lo ignore hasta que un día me canso y le grite – No quiero ser tu amiga, por qué no te rendís de una vez, ya deja de joderme-… me sorprendió que en vez de irse, me sonrió y me dijo – todos se han rendido conmigo, yo no me rendiré contigo-, caí de rodillas y el me abrazo.

Ese niño me salvo la vida, me salvo de mi misma, me hizo por primera vez sonreír con sinceridad, y me hizo feliz.

Hoy lo sigo recordando con cariño, a veces lloro su ausencia, pero muchas otras veces la sonrío y la río, es mi luz en la oscuridad, es una estrella que aunque se haya marchado para no regresar sigue brillando. Hoy puedo sonreír gracias a él… hoy vivo gracias a él.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS