Estas palabras
ojala merecieran
ser un recuerdo.
Estas palabras,
humildes y sencillas,
son para ellos.
Un homenaje
a las gentes sin nombre,
ahora sombras.
Los condenados
al eterno destierro,
carne de virus.
Sacrificados
a una fría deidad
(pandemia, dicen).
En la emboscada,
bajo fatuos gobiernos,
todos cayeron.
La sangre riega
los campos de una Europa
adormecida.
Son sus cenizas
gris nubarrón en cielos
muy provincianos.
Veo sus cruces
en líneas infinitas
de un cementerio.
El santo campo
para los combatientes
de otra guerra,
no declarada,
un nuevo trending topic
para las redes.
Es muy bonito
jurar recuerdo eterno
a los vencidos.
Pero lo cierto
es que la estadística
es el olvido.
Y los ministros
pronto olvidarán vuestros
pequeños dramas.
Y en las ventanas
no sonarán las palmas
de los vecinos.
Y los osados
no subirán bobadas
a una red social.
La Historia nunca
resarcirá el dolor
de las familias.
No hay partida
presupuestaria para
vuestro retorno.
Ni líneas dignas
de vuestro sacrificio
en libro alguno.
Tantos finales
son la fotografía
de las miserias
que los votantes
y los necios gobiernos
quisieron tapar.
Cada minuto
nuestro, os lo debemos
como tributo
a la indudable,
gran generosidad
que habéis tenido.
Por eso, aunque
se olvide esta batalla
(cosa frecuente),
habéis ganado
el amor y el respeto
de todo un pueblo.
Estas palabras
quieren ser el recuerdo
y la esperanza.
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