Estaba al cuidado de un paciente en el área de hospitalización de la clínica donde trabajo, era un niño de apenas 7 años que estaba en la lista de espera de un nuevo riñón, su nombre era Jordan . Su madre lo venía a visitar todos los días a la misma hora , llegaba  incluso antes que muchos doctores solo para ver a su pequeño hijo.

Jordan era un niño alegre, con ganas de vivir, tenía una vida por delante, de grande quería ser médico, era una personita llena de sueños y energía, siempre sonreía cuando lo llevábamos a hacer estudios, sonreía porque sabía que solo tenía que esperar y ser paciente, que tarde o temprano llegaría ese riñón y  pronto se iría a casa.

Cuando no había quien me supervisara lo sacaba de su cama, lo ponía en una silla de ruedas y lo llevaba a pasear por los pasillos corriendo cuando podíamos, se reía mucho, era divertido.

Yo conversaba mucho con Jordan, él sabía que me gusta apostar mucho y siempre perdía, así que al final de mi turno me decía,» apostemos cara o sello», lo hacíamos y siempre me ganaba, era como si pudiese adivinar de que lado caería la moneda. 

Así estuvimos por unos meses, entre risas y apuestas hasta que un día llegó un riñón que era compatible con Jordan, él estaba feliz porque ya faltaba poco para irse a casa, no se le notaba nervioso por Dios , y entonces con una gran sonrisa me dijo : «¿Quieres apostar?», yo conociendo mi mala suerte para las apuestas  le dije:»Te apuesto que tu operación no saldrá bien y te veré el lunes acá ,y si no te encuentro el lunes durante mi turno, yo te iré a visitar a tu casa vestido de tu superhéroe favorito».

Era viernes, cerca de la una de la tarde cuando hicimos esa apuesta, me habían dado 2 días de descanso por hacer guardia esa noche. Pasaron los días y llegué al hospital  el lunes  temprano esperando no ver a Jordan, esperando que esté en su casa recuperándose, todo parecía bien cuando me enteré que la operación de Jordan se complicó y falleció  a las 3:22 del viernes. 

Me quede en blanco todo mi turno en la clínica, no podía pensar en nada, mi pequeño amigo ya no estaba en este mundo, me fui a las escaleras de emergencia donde no había nadie y llore como si no lo hubiese hecho en mucho tiempo.

Saliendo de mi trabajo fui a la casa de Jordan, consolé a su madre y le pregunté donde lo habían enterrado, ella me dijo y al día  siguiente fui al cementerio, vi su lápida ahí, y con los ojos llorosos y vestido de Superman le dije:» Creo que esta apuesta la gané yo pequeño amigo, lo siento mucho, no quería ganarla, ya pronto volveremos a apostar y a pasear en silla de ruedas por los pasillos del hospital, pórtate bien ahí arriba, cuídate mucho, te quiero».

Daría lo que fuera por no haber apostado con Jordan esa vez, de  ser así talvez estaría aún entre nosotros.

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