1953

Aquel día no pensaba en nada, agarre las llaves de mi jeep 2017 y me desaparecí junto con mi mejor amigo por la hermosa carretera, él y yo acabábamos de graduarnos y maldita sea la felicidad y la juventud estaban en el aire, no importando nada y no importando a donde, solo queríamos recorrer Estados Unidos como unos turistas perdidos, la aventura del viaje era más emocionante que pensar en el destino, recuerdo los hermosos paisajes, esos que se ven desde la ventana del auto y solo te quedas pensando en todo y en la nada. Y mientras tanto sonreíamos escuchando Jake Bugg desde el estéreo, constantemente parándonos en gasolineras y comprando hotdogs y golosinas, nada saludable sin duda pero daba igual éramos unos idiotas felices bromeando sobre las ironías de la vida, las mujeres que nos dejaron y las que ahora estaban en nuestra vida.

Edi, ese era el nombre de mi amigo, sin duda un tipo extraordinario, lo conocía desde que éramos muy niños a decir verdad desde los 6 años, la amistad más bonita que había llegado a tener, era un joven tan sonriente, hacia chistes aunque con un humor muy negro con casi todo, con él podía hablar sobre mis sueños, que raramente eran muy similares a los de él, el copiloto perfecto si me lo preguntan, mientras yo manejaba él nos ubicaba en el mapa, pues andando por la carretera en un lugar donde jamás en nuestra vida habíamos estado era muy fácil perderse. Carajo todo marchaba perfecto. Por las mañanas carretera y sodas de mal gusto, por las noches hoteles de paso y cenas en restaurantes baratos.

Aquella mañana todo seguía perfecto, pero los paisajes se hicieron más grandes para de repente desaparecer urbanizaciones, recuerdo que maneje horas y horas y horas, y nada… en verdad no había ni un solo auto por la carretera, ni una sola casa, solo pastos verdes y un sol brillante, era preocupante, la gasolina de la camioneta estaba a punto de terminarse, en verdad era un punto, donde si regresábamos nos quedaríamos sin combustible, pero esperanzas de algún poblado rondaban en nuestras cabezas, de repente la radio del auto no sintonizaba nada, y los relojes … los relojes eran lo que cagaba de miedo, en vez de avanzar se quedaban inmóviles, como si no tuvieran pila, los celulares se quedaron sin recepción todo era imposible, en el mapa creíamos que estábamos por algún lugar de Missouri ni de eso ya estábamos seguros, a instantes de darnos por vencidos y regresar observamos una gasolinera a lo lejos y un letrero de bienvenida, este decía, sean bienvenidos a Raymondville Missouri con una población de 465 habitantes.

Grite carajo ¡! estamos salvados ¡! Edi y yo sonreíamos después de tal preocupación, de repente la radio se escuchó de nuevo, para sintonizar rock n roll de los años 50, canciones de Elvis Presley hasta entonces nos pareció normal , quizá era una estación que recordaba aquellos hermosos tiempos de desenfreno. Cuando decidimos cargar gas solo costaba 27 centavos de dólar el galón , en casa el galón costaba 1.54 dólares, la gasolina era tan barata que no podía creerlo, por poco y nos la regalaban, el pueblo era muy colorido, muy normal, hasta que observabas con atención, pues para empezar la gasolinera no era común, tenía un toque tan retro como de los 1950, los automóviles eran viejos, pero nuevos raramente, me refiero a hudsons, a chyrsler 300 , a Chevrolet de los 55 supremamente conservados, parecían sacados de agencia, tan nuevos como en ese entonces mi camioneta, las personas vestían raro, Edi pensó que era una representación de aquellas épocas en el pueblo, aún no había recepción, al parar a comer algo imaginen la impresión de los curiosos al ver nuestra camioneta, nuestra forma de vestir tan distinta a la de ellos, los niños nos observaban con asombro, la mesera pregunto ¿de dónde son? Conteste desconcertado aun, -de Texas, -¿celebran algo? O algo así ¿porque todos visten como en los 50s?, aquella mesera me miro confundida preguntando ¿a qué me refería?, no comprendía en verdad la pregunta, la maldita pregunta contestando, estamos en 1953 retirándose fríamente hacia la cocina de aquel restaurante, los precios tan baratos de la comida reflejados en el menú hizo convencerme de que algo no coincidía, esto no esto no era una estúpida broma casual, ¿ni un solo auto de 1990 para arriba? El calendario de aquel restaurante marcaba 4 de marzo de 1953, mi amigo y yo aún estábamos confundidos pues ningún pueblo, puede preservarse tan bien ¿Pueblo atrapado en el tiempo? el tiempo pasa igual en todas partes del mundo, varían las horas incluso imponemos los años esto de acuerdo a la cultura, pero sin duda el tiempo es el mismo. No lo podíamos creer, quizá era el atractivo turístico lo que hacía que la ciudad se viera así. En el fondo sabíamos que no era así, pero bueno estas cosas no pasan, nada de esto podía ser real.

Era suficiente, era hora de regresar, llevábamos esta vez gasolina extra en un garrafón, y no importando que manejara toda la noche algo en ese pueblo tan mágico no nos parecía muy cómodo, en verdad te hacía sentir que no pertenecías allí y al regresar por aquella carretera sin fin fue imposible salir del pueblo, pues donde antes estaban pastos verdes ahora había niebla negra, y donde antes había un sol radiante, ya no existía nada, no había camino, no había regreso, la carretera desapareció creando un límite hacia un barranco sin fin, a lo lejos no se observaba nada, solo inmensidad negra, estábamos atrapados en el tiempo, en una dimensión paralela, ni siquiera lo comprendía, si bien el mundo y todo lo que existe no es perfecto, quizá los límites ni el tiempo lo son mucho menos la realidad.

-cuento extraído de (Robberts ) por Eduardo Ceron –

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