Esos seres a los que tú odias son,simplenente; burros.

Incultos, seres incapaces de gestar en su cabeza la más mínima reflexión aunque sean ellos mismos los que reciben la agresión.

Seres con apariencia humana y cerebro de mulo. Sin nada en la cabeza, sin siquiera el interés de tenerlo o la posibilidad de tenerlo. No trates de batallar una lucha contra ellos porque vas a perder.

La estupidez es, paradojicamente, una fuerza poderosa. Al no atender a razones ni comprender nada puede propagarse sin barreras. Carece de todo límite simplemente porque goza de la ausencia de reflexión.Y la reflexión es, a grandes rasgos, la fuerza motriz de la que salen las ideas de moral, de bien o mal, la reflexión es la cerca limitadora que nos empuja a la humanidad. Pero la estulticia, en el momento en que fue creada, consiguió librarse de la reflexión. Consiguió nacer libre y sin barreras.

Burros. El que está acostumbrado a pensar considera que podrá invocar a la razón en cualquiera. Pero ¿A que no pierdes el tiempo a hacer reflexionar a un animal? Sabes ya, desde el principio, que no puede entenderte. Pues en este caso es lo mismo. Son burros. Burros con apariencia humana que la providencia divina ha engendrado para servicio de las mentes pensantes, para hacer las tareas desagradables. No se paran a pensar que es la dignidad, no tienen. Por eso, cuando por accidente, estos seres llegan a adquirir cierto poder, el mundo está condenado.

Pero no te frustes, asume que son burros.

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