En aquel cuerpo celeste que se oculta por el día y se redescubre cada noche. Hay un inmenso reino lleno de magia. En el que se encuentran miles de seres mágicos y entre tantos habita, una alma noble y llena de belleza, pero ojo no cualquier tipo de belleza superficial sino una belleza que va desde lo mas profundo del alma, donde una simple mirada no basta, donde se debe contemplar con paciencia para observar con claridad toda la luz que se esconde en aquel cuerpo, tan pequeño pero con un universo dentro, lleno de estrellas, soles, galaxias, y abismos sin fin. Y aquel ser del que tanto hemos hablado es la princesa de la luna la que porta una luz angelical única, pero que en su interior lleva mas demonios que los que habitan en el infierno, es un ángel con la alma rota y las muñecas marcadas, su nombre es Diana.
Era uno de los inviernos mas fríos, donde todo se encontraba cubierto de nieve, y hielo. En el reino de Artemisa la antigua diosa Romana, nació la pequeña Diana hija de la luna, hija de nadie pero sin en cambio hija de todos. Una pequeña con mirada soñadora, inocente y sin ningún tipo de maldad o tristeza. En sus primeros años vivió con dos leñadores entre arboles sin fin y flores amarillas que parecía que siempre bailaban y sonreían, ella era feliz sin en cambio un día todo eso cambio ella creció y todo su mundo se derrumbo ahora veía la maldad que antes para ella no existía.
1400 años después del nacimiento de Diana ocurrió la peor sequía de todas los campo de cultivo se congelaron, los arboles se secaron, las flores se marchitaron, el agua era turbia. Ante estas situación aquellos leñadores que habían cuidado a Diana, decidieron separarse de ella, llevándola al gran santuario donde ella aprendería a canalizar su energía hacia su madre, y así restablecer la vitalidad de aquel lugar. Sin embargo ella no entendía como era que ella haría eso, ella pensaba que todos esperaban demasiado de ella se sintió triste sus emociones la rebasaban su inseguridad carcomía su interior.
Pero nadie lo notaba así que en una noche ella perdería toda esperanza y cedería ante el dolor, y la ansiedad. Diana abrió pequeños abismos que separaban sus muñeca, los meses pasaron y pronto ella tenia un mapa completo marcado en la piel, pero no pudo crear un camino para dejar escapar a la infelicidad la conservo y se hundió en ella. Pero una noche un ángel la vio desde una lejana estrella, bajo a hablar con ella al comprender lo que sucedía aquel ser le dijo a Diana que el podía enviarla a un lugar alejado donde estaría sola si eso le ayudaba, Diana no lo pensó y acepto. Sin despedidas ni mirar atrás ella descendió al infierno donde habitaría en una montaña alejada de todo, iba solo una vez al mes al pueblo donde compraba un pastelillo de chocolate ahí vagaban cuerpos sin alma, ángeles caídos, algunos demonios en fin.
Ella no hablaba con nadie, se limitaba a escribir lo que quería, pero sin en cambio un día tropezó con un chico parecía estar perdido pero no mas que ella, la miro detenidamente sin nada de cortesía la saludo extendiendo su mano, (ella quedo asombrada pues aquel chico era increíblemente guapo), después de unos segundos ella volvió a la realidad y lo saludo al tocar su piel del chico se estremeció pues estaba helado pero no como un muerto si no mas bien como un ser que ha perdido todo y ahora vaga sin rumbo alguno, al mirar sus ojos notaba un inmenso vació. El rompió el silencio regresandola a la realidad dijo su nombre y para ella fue el mas hermoso que había escuchado, Luca, aunque le fasino le llamo Luk el no le molesto pero la miraba con un brillo y con una mirada completamente extrañada, ella se sonrojo intento alejarse pero el la siguió hasta el el centro de aquel oscuro lugar, donde se encontraba su pastelería favorita, al salir un chico tiro el pastel de Diana sin querer pero Luk enfureció y sin decir mas tiro aquel chico llenando su cara de golpes, ella rápidamente fue a separarlos y aunque Luca era un necio al sentir la palama de Diana en su brazo se detuvo, sin embargo tomo al chico y lo obligo a reponer el pastelillo al salir Luk y ella caminaron juntos ella le dio las gracias aunque le dijo que no era necesario que hiciera eso, pero el la silencio con un beso en la frente la tomo de la mano y siguieron caminando, Diana caminaba sin pensar pero al final llegaron a su casa.
Sin pensarlo abrió aquella puerta de madera pesada y agrietada, al reaccionar le pregunto a Luk porque la había acompañado y el solo respondió porque quería una taza de café y probar aquel pastelillo de chocolate, que tanto le gustaba a ella, Diana sonrió ya que aquel chico le trasmitía seguridad y preparo el café, al sentarse a cenar con Luk descubrió que el era el ángel que la había llevado hasta ese lugar, el le explico que la ayudo porque no la podía ver cada noche desde su estrella sufrir le rompía el alma, también le dijo que ella era la princesa de la luna y que solo ella podía mantener con vida a la luna porque era una extensión de ella, le dijo que el le ayudaría y aunque Diana temblaba de miedo aun comprendió que debía intentarlo.
Aquella noche los dos regresaron al Reino de Artemisa, ella volvió al santuario donde aprendió a gobernar y nutrir de vida a su reino, y cada noche miraba a las estrellas esperando ver de vuelta a luk, así trascurrieron 8000 años mas hasta que una noche en medio de un gran festival se rencontró con Luca sus ojos se inundaron en lagrimas de felicidad.
Ella se enamoro tan perdidamente como el lo estaba de ella. los dos lidiaron con sus demoios unidos, por la eternidad.
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