Nubes, gigantes nobles y grises que palidecen tus mejillas,

Gotas, del agua súbditas que tu cuerpo acribillan,

Vientos, huracanes que tus flores marchitan,

Truenos, relámpagos que imprimen recuerdos en fotografías.

Frío, del Invierno amante que tu piel eriza,

Caminos, ríos de tierra que al suelo dejan heridas,

Marcas, en mi carne grabadas, fruto de procaces palabras,

Curvas, mórbidas líneas que mi mente libidosa atesora.

Tormenta, rencorosa magnificencia que invade tu cuerpo,

Te envuelve, te castiga y te torna atractiva.

Apareces, pero tu mirada furtiva esconde un enigma,

Y con tus labios me cazas, con tu aliento me matas.

No culpes a Eros de nuestra pasión desgraciada,

No destruyas, inconsciente, cada esperanza,

Cúlpame de soñarte despierto,

Cúlpame de amarte mientras duermo.

Transformas, envenenas pesadillas en bellos pensamientos,

¿Por qué no eres venerada?, ¿Por qué te me ofreces,

yacente en el suelo toda empapada?

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