Contradicciones es una extraña fotografía de lo que la vida y el tiempo le hace a una persona como yo.

Fortaleza

Cuando todo empezó a fallar…

Solo me tuve a mí…

Y ahí lo logre entender por completo.

Mi mayor fuerza, soy yo.

-A

Tan fuertes

Existen momentos en los que me pregunto,

¿Qué hacemos aquí?

Y aquí está mi respuesta.

Somos cuál árboles,

nos veo a nosotros así,

como esos que llevan años aquí.

Que ven el mundo caer y reinventarse.

Que se quedan en un mismo lugar,

pero sus cosas y frutos se van

y vienen.

Y con ellos se llevan lo mejor de lo que somos,

la vida y la posibilidad de

regenerarse a la de florecer.

Quiero creer que soy un árbol

que cambia con cada estación sin

rendirse sólo a morir.

Porque si no lo fuera

solo estará aquí sin ser

sin vivir

sin crear

sin resistir

sin luchar.

Y no podría,

no logro afrontar

que somos solo polvo

que no logramos nada más.

Ciudades

Entre que los pequeños momentos

se llenan de colores,

entre que el sol vuelve a salir.

He vuelto a sonreír

Vaya que sonrió,

me gusta,

me enamoré de esas calles,

de esas rosas que crecen y

de los árboles que se encuentran al rededor.

Me encontré

con una ciudad que he

amado desde que soy pequeña.

Que me enseñó

la mitad de lo que mis papas

no querían que supiera.

Esa,

que me volvió,

mas cabrona que bonita.

La ciudad que siempre cambia

y que no se queda parada.

En la que el caos que represento

no daña a muchos.

Porque todos tienen sus propios caos,

sus historias,

pero que los hacen ser

simplemente ellos.

La que con su diversidad

me hace creer que siempre

hay algo más allá.

Sonrió y me asombro

con enorme amor de nuevo,

con la vista en un lugar que

está lejos de donde vengo,

pero que se acerca

más de a dónde voy.

Me enamoré de nuevo de los

colores pequeños y grandes,

de la falta de una cosa

que vi toda mi vida y

de las más que no había visto nunca.

Me encontré sonriendo ante edificios

Preciosos

que evidentemente

deberían de ser ayudados

a no caerse a pedazos,

pero que encuentran aún la forma de estar parados,

tan enormemente fuertes que sorprenden.

Volví a ver entre ellas mis más graciosas risas

y las enormes ganas con las

que me encontré ahí por primera vez.

Una nueva etapa no puede escribirme,

no podría darme lo que tiene

sin la posibilidad de destruir por

completo lo que sé que soy o era,

y aun no tengo idea de cómo hacerlo.

Pero tampoco puedo pedirle que venga.

Entonces,

volví a reír,

aunque no sé cuando vuelva a sentir

como se supone que se siente,

y tampoco se en que momento

volveré a ser cabal.

Siendo realista,

es posible que nunca lo fuera.

Pero me gusta encontrarme

de nuevo en mi ciudad.

Con su palabra,

Changes.

Y con la mía,

Chaos.

Que se toman,

de la mano y

se hacen parte de la otra.

Porque sin el cambio

no existe el caos,

y sin el caos

parece que el cambio es imposible.

A él.

Cuando aprendí que las cosas no se regalan,

que no es de estirar la mano.

Ya le admiraba,

ya lo encontraba increíble,

enorme,

fuerte,

inconmensurable.

Le veía lejano,

fuerte,

inteligente,

inalcanzable.

Leía, me leía,

sabía,

trabajaba,

jugaba,

me cuidaba,

me enseñaba.

Le amaba,

a esa mariposa que me crío,

la ama aún,

con toda su alma.

A él, le debo lo que soy,

lo que deje de ser y

el simple hecho de intentar serlo.

A él, con su conocimiento,

con su bendita inteligencia,

le debo más que la vida.

Le debo aprender a vivir,

a sonreír, a disfrutar,

el saber, el poder, el creer.

Le debo más de lo que incontables palabras podría dar.

Al crecer,

se me volvió aún más súper poderoso,

más increíble.

Ya no tan lejano,

pero si más fuerte,

más alcanzable,

pero también,

mucho más admirable.

Por qué se dedicó con ejemplo,

juegos, apoyos, sueños,

e increíbles momentos de esos que nadie más pudo ver,

a convertirme en lo que soy,

lo que seré.

Entre el,

un guerrero…

Y aquella mariposa quien es aun profundamente

amada por su corazón,

y me enseñó a amar.

Crearon a una complicada mente,

una de esas que se pierde,

se llena y se vacía.

Le dieron sueños,

objetivos,

vida,

libertad.

Le enseñaron,

la criaron.

A él,

le doy la más grande fortaleza,

mi único poder, lo único que se crear.

A él, que me puso el futuro en las manos,

que encontró en mis decisiones un camino a trazar.

A él,

que aunque nunca fui la mejor,

siempre me vio como si lo fuera.

A él,

un gracias nunca será suficiente.

Por qué me enseñó que la capacidad,

fortaleza, sueños y miles de cosas más,

son altamente posible, funcionales.

A él, todo.

Por qué sin el…

La princesa,

le ganaría al vato,

el vato no existiría,

la vida sería más difícil.

Nada sería posible.

Sigo siendo la peor.

“Que he sido y soy la peor que ha habido”

Sor Juana Inés de la Cruz.

Mientras mis manos se mueven,

entre la vida y los errores.

Se me han ido las ideas,

las buenas intenciones.

La capacidad de irme o de quedarme.

Me vuelvo a encontrar conmigo,

con esa morra de 11 que solo quería jugar,

escribir y vivir.

Me vuelvo a ver,

tan hija de la chingada,

como la última vez que se me ocurrió defenderme,

porque lo soy y mas de una vez he necesitado hacerlo.

Como siempre,

me vuelvo a encontrar con la fortaleza de las mariposas,

con la libertad del gigante,

con el recuerdo de quien se me fue.

Me repito que no debo llorar,

que necesito seguir.

Que soy y seré la peor.

La peor,

esa que contesta,

que no se deja.

Que es más orgullosa que nadie y que nada.

Esa, la pinche loca,

la más perdida,

la puta.

Todas esas palabras inconmensurables,

que decimos cuando algo nos aterra.

Porque lo soy,

lo grito,

lo encuentro reconfortante.

Me parece increíble.

Mágico,

saberlo,

aceptarlo y vivirlo.

Porque las malas, las culeras, las ogetes.

Siempre, siempre, siempre, viven más.

Y terminamos por darle honor,

a las abuelas y madres, brujas.

Dulzura

Dos o tres gramos de azúcar,

colores,

sarcasmo,

trescientos pequeños

cuadritos negros.

Cuatro personas,

cinco sueños,

Donde estamos,

como empezamos,

quienes somos.

Porque lo somos.

Lecciones cortas entre besos,

extremadamente diversos,

encontrándose,

creándose.

En compañías de extraños seres,

que se encuentran,

que se involucran.

Que no encierran,

que le dan dos o más historias.

Que tienen rosas,

a su modo,

a su forma,

a la increíble indecisión.

Al pasado,

a los secretos,

a cada uno de los más

escrupulosos y absurdos.

A lo que no decimos,

lo que realmente no se crea,

lo que nos conlleva.

Somos los enormes justificantes,

el pasado,

los cuchillos,

las aves.

Tres pequeños objetivos,

dulces,

encontrados entre las historias,

los enojos,

los pequeños momentos

de ternura.

Entre ventajas y desventajas,

nos movemos,

nos encontramos,

desarrollamos y creamos.

Entre los extraños y poco

comunes espacios de la fuerza,

de la cabeza y

de cada uno de los

procesos creativos.

Porque nos hacen ser,

nos encuentran y desenvuelven.

Entre azúcar,

colores,

realizaciones y

poco más que recuerdos.

Nos empezamos a

encontrar por procesos,

por conocimientos,

por errores.

Por paletas,

por chiclosos momentos,

recuerdos abstractos y

enormemente intrincados

en la extraña y

poco usal procedencia

de esos momentos.

De esas capacidades.

Somos dulces,

esperanzas,

coloridas que se encuentran,

que se van y vienen.

Que creen y crean,

sobre todo que crean.

Fragilidad

Entre la enorme capacidad que tengo de romper.

La de hacerlo conmigo, misma es mi favorita.

-A

Desastres

De entre tantos desastres,

termine por elegirme a mi,

por ver el mundo tan roto o

anormal como yo lo quisiera,

con la intensidad y con

cada una de las visualizaciones

que me hicieran feliz.

Y ahí ahora mismo se encuentra el dilema

mas enorme de la existencia humana,

soy y se lo desastroso que puede ser un ser,

pero he entendido que hay alguien que

logra ver todas esas cosas desastrosas de ti,

todo eso que nos hace sentir tan

ociosamente absurdos,

cada una de esas cositas

que te hacen un mucho menos perfecta,

pero qué para él se convierten en

perfecciones que van

llenándote de razones.

Las encuentra,

con mucho más que suerte se enamora de ellas

y de repente,

los desastres que tanto nos generan estrés,

se vuelven más parte de nosotros que nunca.

Y entonces

hablamos de deseos.

Y cuando hablamos de

cosas rotas y desastres,

de eso que el otro ve

como perfecto,

también hablamos de deseos,

hay tantos que muchas veces se pierden entre tanto tiempo

también existen otros que prevalecen,

que viven,

que se acrecentan y

que de tanto en tanto logran

hacerte sacar una sonrisa.

Y ver sonrisas….

ese podría ser el

mas hermoso de los deseos.

Por qué entre todo lo

que ilumina un desastre…

Lo único que valdría la pena hacer es sonreír.

Cicatrices.

Alguna vez,

has escuchado una canción,

y no solo la letra,

si no la voz te mueven el alma a tal

punto que no puedes dejar de escucharla.

Por más daño que te haga.

Eso mismo pasa con las personas,

nos volvemos adictas a ellas.

Y terminamos llenos de cicatrices.

Entre las calles de la ciudad,

a veces nos encontramos con seres mágicos,

que parecen no hechos para esta tierra,

pero que se la viven en ella.

Vuela, corren,

viven,

gozan.

Ellos nos hacen volar,

en chinga,

sin frenos.

No los sueltes, se te van y luego…

No sabes que chingados harás sin ellos.

Porque ahí queda,

una marca,

una de esas que no te puedes quitar,

sin quererlo…

Los llevas tatuados en el alma.

A tu recuerdo.

En las noches,

cuando la vida se pone más jodida,

difícil y oscura,

a veces me encuentro con tu recuerdo,

ese que si cumple el que no se ira.

Me observa,

a veces se ríe conmigo,

en otras se burla,

al verme entre el humo de mis inciensos,

y la luz tenue de mi computadora.

Me recuerda que la vida no es sólo lo que hago,

si no esas consecuencias que jamás veré.

Que no simplemente es vienes y vas.

Me toma por la cintura,

me encuentra rota,

y lo susurra contra mi piel.

Aun se sabe esa canción.

Me la canta,

me sonríe,

me pregunta por la prepa,

por esos otros recuerdos.

Se ríe conmigo y termina por hacerme el amor,

así como lo hacíamos juntos.

Sin contacto,

con ropa y simplemente viéndonos a los ojos.

Otras,

me regaña,

me dice que no debí hacer cualquier cosa,

que aun se preocupa,

que me cuide.

A tu recuerdo,

cada que lo veo paseándose como si fuera aún suya,

no puedo evitar sonreírle.

Me da ternura la fuerza con la que me abraza,

la pureza de sus ojos,

la extraña y hermosa perturbación que muestra cuando

le hablo de quien tiene mi corazón ahora.

Me llena de ilusión,

y poco tiene que ver con el banal sentimiento de celos,

poco tiene que ver con el muero irracional.

Tu recuerdo,

a veces no logra entender que le quiero,

con el alma,

que está tatuado en mi piel.

Y que no habrá forma de hacerlo irse.

Nada, ni nadie.

Pero qué sin ti…

O contigo.

Esta vida sigue.

Yo

Soy una orgullosa de a madres,

de esas que te mandan a la chingada

cuando algo no les parece.

Una hija de puta,

de esas que se mueven,

les vales y te abren.

Y te lo dirá con cada una de sus letras.

Soy la cabrona,

que te dirá miles de veces que no,

por qué se le hinchan y

por qué los tiene bien puestos.

Soy esa,

que se aleja por qué le place,

la que se mueve por qué quiere y

la que coge cuando quiere.

Soy miles de defectos,

hechos mujer.

Trescientas historias,

miles de derrotas y tres victorias.

La primera,

se volvió mi estandarte.

La segunda,

se ha vuelto mi más grande sueño.

Y la tercera,

aún no puede vislumbrarse.

Pero ya la cree,

la estoy creando y

la estaba escribiendo

entre los tantos y

enormes momentos que pasan.

Y ahí,

se encuentra todo lo débil que soy,

todo lo jodido que pasa y

miles de historias más.

Esta tu nombre, cabrón.

Está la historia, lo no contado.

Mis miedos más horribles y las derrotas más imposibles.

Y ahí,

es el lugar en el que la fuerza y tanto orgullo,

se vuelven debilidad.

Se convierte en una historia no contada,

en palabras que no puedo ni quiero escribir.

Se emplean,

se crean y reinventan razones.

Que atañen a corazones rotos,

a besos dados,

a días perdidos y a semanas dolorosas.

Por qué no puedo,

no quiero y la diosa sabe bien que no se.

No sé cómo reclamar,

no entiendo,

ni quiero entender cómo es que se hace,

como se inventa,

como se sigue.

Y entiendo que debería de alejarme,

perderme.

Por qué seguir por ahí,

sería dejar de ser yo.

Vete.

Existen duras razones,

para que la gente que es como yo,

lo sea,

exista y no este muerta.

Existen causantes,

consecuencias y sobre todo agentes que nos llevan a no buscar,

no esperar y

sobre todo a no querer.

Existe quien tuvo a la culpa,

y quien solo sufrió las consecuencias.

Por estos últimos siento pena,

no esa superficial que queda,

cuando alguien nos mueve un poquito.

Si no la real,

la que jode.

Porque ni la deben ni la temen.

Así que vete,

vete antes de que se me ocurra que

te quiero,

que te adoro y

que serás mío.

Largo,

sé que es lo mejor,

que aunque no lo quiera,

tú necesitas eso,

y mereces mucho más.

Tienes que irte,

aunque me quieras,

aunque creas que amas todos los desastres que represento,

aunque los colores que ves en mis ojos,

te hagan creer que soy mágica,

que no podría hacerte ningún mal.

Vete,

con esas pestañas inmensas,

con la bondad de tu alma, porque no quiero,

no puedo y

no me perdonaría romperte.

Aléjate,

lárgate, déjame sola.

Deja que te vuelva arte,

que te conviertas en inspiración.

Pero de lejos, en tu lugar seguro,

en esa zona que no logro llegar,

porque entre lo que sé muy bien

de lo que soy capaz.

Te quiero lejos,

muy lejos de esa

enorme fortaleza que demandas,

los miles de kilos de pólvora

que podríamos hacer explotar.

Quiero que te vayas,

que te alejes,

que me dejes.

Te demando que no me dejes amarte,

que no permitas que pase.

Porque me vuelvo más frágil,

que el cristal…

Más peligrosa,

que el peor de los males.

Amor

Prométeme,

que todo lo que hagas,

será con toda la capacidad que tienes de amar.

-A

Te quiero

Cuando te vi,

no logre dejar de sonreír

en varios días,

aun recuerdo como y cuando fue.

Mi vida era desastrosa,

como suele serlo,

como se supone que es

para alguien como yo.

Mis escritos,

eran vacíos,

como usualmente no escribo,

como se supone

que lo hace quien no siente.

Pero gracias a ti no funciona igual,

nunca logre hacer lo que tu hacías,

nunca pude hacer eso que transmitías,

y mucho menos eso que lograbas.

Realmente no me interesaba,

ni me movía hacerlo.

Solo quería darte la notica,

hacerte sentir que te quiero,

que me encanta el tiempo

que pasamos tu y yo.

Que mi vida no seria la misma sin ti,

que cuando me encontré en tus ojos,

volví a ser yo.

Que cuando las situaciones se ponen mal,

aun veo esa foto, aun la tengo en mi cuarto,

y de verdad me gustaría que me vieras ahora.

Mariposas.

Cuando nació,

la pequeña niña que

se volvió escritora y mujer,

tenía a su único amor,

ese que le tuvo por 9 meses como

pequeño parásito en si misma.

Ella lleva 21 años,

de historia,

de juego,

de dolor,

de pequeños momentos

que son inesperados,

dolorosos,

sorprendentes,

increíbles,

asombrosamente vividos.

Y ahí estuvo.

Cómo guerrera,

inalcanzable,

imposible de tirar

y aún menos de alejar de su pequeño ser.

Ese que se volvió un pequeño gusanito,

de esos que se recrean en sí mismo.

Que se vuelven magníficamente libres,

por qué entre los brazos tuyos,

logre convertirme.

Mis ojos, empezaron a observar.

Mi mente, se vio creada.

Me volví mariposa,

gracias a la crisálida que fueron tus cuidados,

tus preocupaciones,

tus comentarios y

todo eso que hiciste.

Y al completarse la metamorfosis,

me enseñaste a volar,

a caer,

a levantarme,

a seguir luchando y sobre todo a ser fuerte.

Porque tu ejemplo, constancia y fortaleza hicieron magia.

Gracias a ti,

aprendí a no buscar castillos,

si no a crear fortalezas.

Quiero verte.

Quiero verte,

ahí entre las estrellas

Los mundos y mis planetas.

Entre la nebulosa de tu pensamiento.

Las cuáles sólo escribes mientras duermes.

Quiero verte ahí.

Donde te pasiones.

Con ese brillo en los ojos.

Con la mente difusa.

Quiero verte.

Quiero sentirte.

Vestido,

y en tu mundo.

Para después hacerte mío y adentrarte en el mío.

Sonriendo y viéndome.

Quiero verte.

Aquí,

y también allá.

Sonreírte y decirte.

Me gusta la vista.

Me impresiona tu pasión.

Me encanta tu sonrisa.

Me podría estar mil horas hablando.

Quisiera poder verte.

Poder sonreir.

Y decir.

Estas…

aquí.

Ejemplos.

Mientras la vida da vueltas,

no deja de girar,

se encuentra con la posición de crear,

cosas nuevas, increíbles.

Los alcanzo a ver,

a sentir y a no dejar.

Escucho un “chaparra”,

de nuevo mi sobrenombre, ese común de día con día.

Escucho sus pasos al recorrer la casa,

la pequeña y mágica estrategia de adentrarse a mi recamara.

La voz, la forma en que sus sonrisas,

se escuchan cuando se hablan.

La extrañeza de sus miradas cuando despertaba

y el amor que aún se profesan.

25 años de historia,

de enormes fortalezas,

de castillos derrumbados.

De ideologías creadas,

de enormes derrotas,

de grandiosos triunfos.

De amor inconmensurable,

de historias sin contar,

de cuarenta mil días,

muchas más noches.

De infinitos conocimientos de esos que no se me van.

De eternos y grandiosos amores,

de esos que no es posible zafarse,

de esos que se crean en estructuras preciosas

que valen muchísimo más de lo que esperamos y creemos.

Que se basan en confianza,

errores, pequeños desamores.

En discusiones, dolores,

enseñanzas y ejemplos.

De amor, ternura,

sueños, pasiones,

dolores, constituciones y valores.

Ahí están,

de nuevo despiertos mucho antes que yo.

Haciendo miles de cosas,

y todo al mismo tiempo.

Entre saberes, lecturas y ejemplos.

Demostrando que es posible,

que está bien y no estoy tan loca.

Que creen,

que crearon y desarrollaron una semilla,

que hoy,

por hoy se volverá con inconmensurables

raíces de algo,

que siempre han querido que llegue más allá.

Entre las mariposas,

los héroes gigantes e inalcanzables,

crearon un ser, un yo,

algo separado de ellos.

Que gracias a los enormes ejemplos esos de amor,

seguridad, capacidad y aun mas…

Sigue y seguirá.

Perpetua

Ligeros momentos de placer eterno,

que se alargan se mueven,

se crean y no encuentran como o porque.

Pero se recrean,

los encuentro preciosos.

Me saben a tus labios,

a tu fuerza,

a la infinita suavidad de tu piel.

A la cadencia de tus manos al tocar,

la voraz forma de mirarme y

cada una de las inquietas mirillas

de la increíble ventana que

se vuelve tu alma.

Me engatusan la enorme

fuerza que tienen tus brazos.

Mi extrema tendencia a acorralarme.

Se vuelven un ciclo de deseo,

de prohibiciones,

de pocos amigos,

de ilógicas razones entre

las que no encuentro más

que lógico quererte.

Se me van de las manos las razones,

las explicaciones,

los innumerables momentos en los

que no hacerlo sería lo lógico,

lo único real,

lo más acertado.

Vuelvo a encontrar tus sonrisas,

las caricias,

los momentos.

Y empezamos el juego,

de nuevo.

Te prohíbo,

te cuestiono,

te explico,

te acomodo.

Nos deseamos,

nos encontramos,

nos extendemos,

nos volvemos.

Siempre,

perpetuo amor,

dolor inconmensurable,

dolores a colores.

Regionalismos de nuestro ser.

Encontramos poco a poco más razones,

para perpetuar la vida,

encontrar la forma de que ese

fuego que creamos nunca deje de arder.

Escribimos historias,

de esas absurdas,

de esas sin sentido.

De esas,

que solo tú y yo encontramos.

Solucionamos,

regocijamos,

estructuramos.

Esa llama,

ese fuego,

ese enorme y absurdo lleno de reclamo.

Porque entre nuestra perpetua relación,

de una extraña e histérica manera, encontramos las razones,

las posibilidades.

La pasión.

El amor.

A nuestra manera.

Seremos esa historia perpetua,

que no me atrevo a borrar,

que no dejo de recrear.

Que nos aterra tomar.

Por que somos la pasión,

que nos dura toda la vida.

Pero que no,

realmente no,

nos podemos explotar.

Odio

Entre resentimientos,

dolores e historias dolorosas.

Me perdía, jugando entre

pensamientos abstractos y dolores inmensos

-A

La primera vez.

Te vi llorar,

como nunca.

Observe tu corazón romperse,

mientras las lágrimas se arremolinaban con fuerza.

Me sentía impotente,

dura,

golpeada,

te veía,

te escribía,

me dejabas,

me necesitabas y

no querías aceptarlo.

Volvía a pasar cada vez

que no lograba verte a los ojos.

Tu reflejo,

me desconocía,

las bolsas en los ojos a los 12,

miles de arañas en la cabeza.

Desconfigurabas mi mente

mientras me volvía a dar un vistazo.

Te observe con fuerza,

tenía ganas de golpearte,

de perderme.

Mis sentidos se desplomaban,

no tenía ni idea de cómo hacerlo,

no de forma diferente.

Mis manos se movían,

la pequeña fuente emanaba con fuerza.

Con tal que me tiro…

Me cegaba el dolor

Mi mente te maldecía, a los 13

¿De verdad moriría a los 13?

Con una historia por contar,

con una vida por vivir…

Por lo menos aguanta hasta los 27,

me gritaba a mí misma

Tenía que sobrevivir.

Al menos hoy…

Solo un día más.

Por esos 14 años que aún faltaban,

en ese momento.

Si llego a perderte

Si yo llego a perderte,

eligiria no ver mas.

Para que ver algo

si sé que no estarías más ahí,

junto a mí, viéndome.

Para que quiero volver a ver esas

películas que disfrutamos tanto.

Si yo llego a perderte,

moriría solo por un abrazo más.

Una vez que me dejes

de nuevo sentirte,

una sola vez que logre

impregnarme de ti

Por si llego a perderte,

procurare grabarte en mi memoria,

poder ver tu sonrisa,

poder entender tu enorme inteligencia.

Por si llego a perderte,

vería nuestras fotos a diario.

Para poder imprimir en mí

mente con cada uno de los hermosos

detalles tu rostro

Buscaría tu forma de verme, y

me anclaría a ella.

Si llego a perderte.

Prometo vivir como me enseñaste,

seguir como me inculcaste y n

o dejar que tu recuerdo se me escape.

Si te pierdo,

por más que me duela,

tendría que aprender a vivir sin ti.

Me da miedo,

lo acepto.

Me duele,

mi mente no lograría afrontarlo.

Pero sin ti,

mi amor,

la vida sigue.

Mi cuerpo continuaría

sin importar.

Te fuiste

Entre las promesas que jamás olvidare están las tuyas,

tu pinche fuerza,

la forma en que nuestro cuerpo se compaginaba.

Los ríos de placer que provocaban,

con cada una de la oleadas de lujuria que nos desbordaban.

Pero te vas,

te fuiste y te iras,

porque solo sabes dejar.

Eres de esos que le

encuentra cariño al camino.

Se me olvido,

se me fue,

porque me apendejo cuando me enamoro.

Me contuvo tu sonrisa,

esa de cabrón.

Me conquisto tu manera tan segura,

esa de saberme tuya.

Me deshizo la estúpida fuerza,

con la que me tomabas por la cintura.

La forma en que mi vida podía pasar,

podía ser y nada de lo que me importaba con fuerza,

me llegaba a pasar por la cabeza contigo.

Me movieron el mundo las letras,

los detalles,

la magia,

los extraños y tremendos momentos.

Esos de pláticas increíbles,

de las interminables charlas

sin sentido después del placer inaudito que causas.

De las provocaciones,

de los mensajes.

De todo lo que fuimos y no somos.

De la estúpida idea de olvidarte,

porque te vas.

Te fuiste y te iras.

Porque tu vida en eso se basa.

En huir cuando algo se vuelve real,

en matar, en hacer sufrir.

En destruir en vez de crear.

Es amar, a la mala.

Esa que no me gusta,

esa que no es amar.

Te fuiste, y te irás.

Gritos.

Sonrisas extrañas entre brumosos ejemplos.

Me dan ganas de golpearlas,

romperlas,

tirarle cada uno de sus putos dientes.

Entre sus manos grandes y estupideces,

está el tomarme en sus manos,

sin pedirlo,

justificándote con mi ropa,

con mis piernas,

con mis senos.

Estúpidas sonrisas que busco borrar de tu cara,

la misma que me persigue en sueños.

Porque mi cuerpo te pertenecía,

y que era tu decisión.

Por qué me reduje a la pendeja que te movía,

a la que te daría satisfacción.

A un cúmulo de células debajo de ti,

que no pretendías ver como tú igual, solo fui unas tetas y una vagina.

Una estúpida y superficial historia,

esa que volviste a contar entre tus amigos.

Soy la que dices que se hizo agua entre tus manos

y que obligaste a deshacer.

Soy la misma que tuviste que someter,

para poder hace tuya.

Soy esa que no sabía,

no quería,

no buscaba y sobre todo nunca te provocó.

Soy la misma que pudo ser tú hija,

tu hermana,

el amor de tu vida.

Soy la estúpida que confío,

soy la misma que debió de matarte.

Soy rabia,

dolores y eso que ya no puedes

aceptar en voz alta.

Fui el estúpido desliz que olvidas por la mañana,

la que no tenía nombre,

la misma.

La otra,

de las otras.

La que se pierde,

y que volverá a encontrarse.

Soy la que entre gritos,

dolores y golpes,

te partiría la cara si le vuelves a hacer a alguien lo que a mí.

La que no piensa volver a quedarse callada,

la que grita,

y vuelve a gritar.

La que no piensa seguir por ahí.

La que antes ronca,

y sin sentido.

Que muda…

Y sin destino.

Mandamientos.

Leyes,

extraños,

embriagantes,

embriagantes.

Dos kilos de abstractas pinturas,

de cortos momentos,

de extrañezas impuras.

De odio y rabia,

de miles de muertes.

De razones,

de estructuras.

De pequeños momentos injustos,

de estupideces metidas

en la mente de la gente.

De controles,

de descontroles,

de simples palabras que nunca dejan de repetir,

y de gritar.

Que se basan en ideas perdidas

de un pasado lejano,

que ya no debería de afectarnos.

Que nos aleja,

que nos extraña.

Tengo los mios,

los que nadie toca,

los que nadie puede tirar.

Pero lejos tienen que estar.

Lejos de los gritos,

de los golpes,

de los miedos.

Cerca de la magia,

de lo jodido y de lo desconocido.

Están escritos con sangre,

y los traigo más tatuados que nuca.

Ahí, pongo mis acciones,

las decisiones,

las estúpidas y poco

constructivas relaciones.

Les doy valor,

y rabia,

sentimientos, razones.

Les hago,

les quito.

Porque más allá de ser,

razones,

lógicas extrañas y nuevas.

Tiendo a solo ser.

A disfrutar.

A no querer buscar.

Pero a encontrar.

Paso de los que escribió un

hombre por supuesto mandato de dios,

por que no.

Me niego a respetar

ideologías rebuscadas,

que justifican que no grite,

que no escuche y que no luche.

Que me venda,

que claudique.

Paso de definirme por

ser o no ser algo.

Porque soy mis mandamientos,

mis historias,

mis decisiones y aun más.

Paso de prejuicios,

de razones y

de estúpidas racionalizaciones.

Porque soy,

la peor,

la desalmada.

La que llora,

la que grita y

mis propios mandamientos.

Enseñanza

En esta vida,

somos más lo que nos enseñan,

que lo que transmitimos.

-A

Lugares.

Existen lugares en la tierra

que hacen cuestionarte

la existencia de muchas cosas,

entre ellas la tuya.

Pero dejan claro el poder

de cada uno de las palabras

y por eso los encuentro abrasivamente increíbles.

Creo que esos lugares

son los que nos hacen diferentes,

esos que nos llenan a cada uno.

Y que solo son nuestros.

Los compartimos

con pocas personas,

por qué al final,

son solo contados

quienes lo merecen.

Los dejamos ver

solamente cuando queremos

que alguien nos conozca,

completa y absolutamente.

Y cada uno tiene una historia.

Una lagrima.

Una risa.

Una perdida.

Una gran victoria.

O la más triste historia que vivimos.

Y cuando las contamos.

Cuando decimos detalle a

detalle lo que paso ahí.

Cuando dejamos que

alguien más entre en ellos.

Los ve como nosotros,

o al menos lo intenta.

Los hace suyos.

Ve eso que nadie más.

Cuando alguien hace eso,

se vuelve el maestro de los detalles,

el observador

de lo que nadie más ve.

Cuando cuentas esas historias,

enseñas con el poder

de cada una de tus palabras.

Enseñas una historia,

una broma,

una victoria,

o una triste derrota.

Pero ahí,

cuando vuelves a vivir la historia,

entre cada una de las cosas que enseñas,

se queda el lugar.

Y al final,

siempre es el quién

se nombra ganador.

Cuando de amores se trata.

Entre los restos de mi corazón y las piezas hechas añicos,

encontré una canción.

Jugaba mientras mis ojos la recorrían con dolor,

era aún más filosa que las demás.

Se jactaba de tener el récord de lágrimas tiradas,

de papeles escritos e historias de borracheras.

Mientras más se acercaba,

me preparaba,

en primer lugar para el madrazo,

en segundo para que el

torrencial cúmulo de lágrimas

que se han ido acumulando no me ahogara.

Por qué entre tempestades,

entre espectaculares demostraciones de dolor,

me fueron encontrando a cada una de las canciones.

Tenía impresa la persona,

momento,

lugar,

instante que representaban.

Se alejaban,

aún adoloridas por el último impacto.

Me observaban recelosas,

esperando que seleccionará una,

que la abrazara con fuerza,

mientras mis piernas flaquearan.

Les presente una nueva,

una que se veía incluso diferente,

marcaba la posibilidad de hacer algo bien.

La bienvenida improvisada,

incluyo a cada una de ellas,

me cortaban con parsimonia casi religiosa.

Y sus pasiones se veían remuneradas por aplausos,

lagrimas y bailes.

Sus sonrisas me daban la oportunidad de dejarme llevar,

los recuerdos que evocaban se sentían mucho más lejanos.

Mi mente no permitía que de una u otra forma se me fueran,

que se perdieran,

por qué ganaban,

corrían,

vivían.

Eran la única prueba de que más allá de todo,

está la inconmensurable fuerza del arte.

Que se vuelve amor.

Y aprendí que cuando se trata de amor,

de ese chingón,

de ese que no se va en el colchón de alguien más…

Nunca hay quien gane.

Porqué las fracturas que llenan las canciones,

no hay forma de repararlas.

Aprendiendo

Cuando la vida va dando tumbos,

terminamos por pensar

que es mejor dejarnos

simplemente caer.

Porque muchas veces,

darle lucha,

la vuelta o simples excusas,

es mejor actuar.

Salir,

buscar,

encontrar,

vislumbrar,

enojarnos,

dividirnos.

Después de muchas más de dos lastimeras experiencias,

de millones de momentos,

que tal vez no valga la pena ni mencionar.

Pero que realmente,

es una extrañeza intentar de nuevo.

Pensar que valdría la pena,

que la vida volvería a darte la oportunidad.

Que dirá,

“Claro, cabrona, date”.

Sin que nos dé ganas de valer madres.

Así, me encontré entre el ir o no, entre caer,

por placer de simplemente saberme rota.

Afrontar entre mis más enormes miedos,

derrumbar mis barreras.

Dejar que la vida se mueva,

se de.

Permitirme ser,

disfrutar,

encontrar.

Y lo hice, baje, caí, bese, mire…

Creí.

Ame…

A mi manera…

Por 10 minutos,

por 10 segundos,

que hubiese cambiado por miles de horas.

Viví.

Entendí.

Encontré

Entre un par de ojos…

Unas pestañas hermosas,

una historia de esas que no tienen sentido.

Quiero volver a aprender…

Y que la vida me enseñe,

que me cree,

que me dé razones.

Y tal vez lo haga entre tus brazos.

A la Mala.

Me gusta esa frase,

porque significa tanto,

tan poco, en muchos idiomas,

en millones de momentos.

Porque describe,

crea,

funciona y sobre todo se va

por el lado que uno quiere.

A la mala,

puede ser violencia,

destrucción,

solo ideaciones de lo peor.

O simplemente efímeras,

magias de hacer las cosas a mi manera.

De lograrlo, de crearlo.

Amamos,

vivimos,

sonreímos,

nos cuidamos,

hacemos arte,

magia.

Simples o complejos,

con millones de historias,

de esas histéricas que no se

pueden entender como otra cosa.

De las que simplemente nos hacen creer,

crear,

reconocer,

vivir,

coger,

reconstruir.

Ideas sueltas de lo que es bueno,

o simplemente de lo que nos han enseñado así.

Ser yo, es serlo a la mala.

Amar como yo,

es hacerlo a la mala.

Porque es con todo, sin reservas,

sin tapujos, con dolores,

con dobleces,

con millón y medio de razones extrañas.

O de rarezas extrañas.

También es malas decisiones,

malditas coincidencias,

benditas contradicciones.

Estúpidas y muy cabronas posibilidades,

que nos llevan a buscar,

a jugar y a pretender que nada y todo pasa.

Y, entonces,

cuando te encuentras ante eso,

ante todo.

Te envuelves…

Entre hacerlo a la buena….

O a la mala.

Con la luna de testigo,

con la extrañeza de abrigo,

procuro y procurare,

hacer las cosas siempre a la mala.

Descaradamente Desmadrosa

Soy un desmadre,

lo acepto,

un laberinto,

una enorme contradicción,

una historia inconclusa y

millones de cosas más.

Tengo miles de ideas en la cabeza,

mientras voy viajando de un lugar a otro.

Subo y bajo del colectivo,

me rio,

me pierdo y lo hago con facilidad.

Subo al metro,

mientras decido a donde ir,

como ir y con quien hacerlo.

Tengo cuanto he intentado buscar,

solamente porque me nace.

Soy una descarada,

si alguien me gusta o

me cae mal.

O se los digo,

o lo hago notar.

Me gusta el tequila,

el vodka,

el whisky y

el ron.

Y los se combinar.

Me gusta leer,

dormir,

jugar,

besar y amar.

Pongo caras,

me hago a la idea de cosas que no puedo o

quiero soportar.

Imagino,

corro,

lloro.

Aprendo,

cuanto aprendo.

Sola o acompañada.

Me gusta viajar,

me encanta vivir y

hacerlo a mi manera,

a la mala,

siendo la pendeja,

la controladora.

La loca.

La que grita,

la que hace magia,

la que ama,

la que odia,

la que no ha dejado de ser débil

pero que aprendió que no serlo,

muchas veces es mejor.

Soy un desmadre,

nunca encuentro las cosas,

que pierde lo importante,

que camina en tacones por razones que lo valen.

Se me van,

se vienen,

y neta si se pierden.

Tengo suelos,

tengo hambre,

tengo sed,

de esa que te hace querer todo,

todo lo que ves,

lo que buscas y lo que queda.

Soy todo lo que aprendí,

todo lo que se y eso que jamás…

lograre explicar.

Soy la peor,

la sínica,

la cabrona,

el sueño,

la historia,

y cada una de esas cosas,

que no se dicen en voz alta.

Letras para el final.

Sé que ya son muchas, pero estas, son muy importantes.

Si estás aquí, no puedo más que agradecer tu interés en leer las muchas palabras que la mente de un alguien como yo, escribe. Considero que ahora ya me conoces, que podrías verme completamente.

Solo quería decirte que más allá de cumplir mi sueño, este libro es una pequeña radiografía de lo que es vivir. Vamos del amor, al odio. De la fortaleza a la fragilidad.

Y lo único que nos deja esta, son las perfectas y continuas enseñanzas, que nos hace ser quienes y como somos.

Mucho de lo que escribo, tiene nombre. O al menos así es en mi vida, y espero que en la tuya, también lo sea.

Agradezco infinitamente, tu paciencia, porque sé que no son pocas hojas.

Tu atención y la hermosa capacidad que tienes al seguir.

Gracias, por levantar este libro y darle una nueva vida.

Aciim

<3

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