Enjaulados, hoy, podemos oír el silbar del viento por la ventana otra vez, con la melodía de antaño que nos advertía de esto; podemos sacar tantas conclusiones, a la ligera o reflexivas, pero contamos con todas las razones para hacerlas; podemos mirar al pasado y encontrar allí, en la historia, las respuestas que siempre han estado y comprender, o podemos hacer vista gorda y seguir como si nada, viviendo en la indiferencia; podemos asumir nuestras culpas y complicidad en las causas de estos efectos que nos afectan, o por lo menos, estar conscientes de ello; podemos evadir responsabilidades compartidas y señalar con el dedo a quienes deciden nuestra suerte, o desenmascararlos derechamente; podemos optar por desechar esta “normalidad” impuesta y comenzar de cero, integrando a tod@s, en todos los rincones coexistentes y renovar nuestra historia desde este punto, abandonando este pasado decepcionante, de errores, experimentos y enseñanzas, para reeducarnos en el amor universal y estar a la altura de una impostergable evolución; podemos ver en las calles, millones de vehículos teñirse de polvo y abandono por el desuso, gracias a una “sana” prevención y distanciamiento social, y nos demuestra que, quizás, no los necesitamos para salir a producir y a reactivar la economía, sino, para otros fines, que sean verdaderamente productivos para el ser humano y sus necesidades como tal: físicas, emocionales e integrales, que nos sirvan para movernos y transportar ayuda y la felicidad que a otros no les alcanza; y que aprendamos de una buena vez, a compartir todo lo que producimos y lo que tenemos como especie; podemos constatar cómo la naturaleza y sus organismos vivientes de todos sus ecosistemas, han vuelto a recuperar parte de sus espacios, y con esto, la esperanza de convivir en paz y fraternidad con la humanidad.


Podemos aceptar el miedo que nos han impuesto, como una pandemia, y rendirnos, o bien luchar por reestablecer un mundo nuevo, basado en la unidad y la solidaridad.


¡Podemos creer que otro mundo es posible y hacerlo realidad!



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