Sentada en su aerolínea de confianza, sus párpados aun pesados por haber despertado cuando el sol aún no se veía, su cabello alto y recogido con fuerza, como si mantuviera atado también sus pensamientos, un vestido corto y dos ligas en cada pierna sujetando sus muslos, su relicario de la buena suerte deslizándose por sus redondas tetas y sus manos sosteniendo una caja de madera asegurándose que estuviera a salvo y vigilándola con recelo. Viajaría miles de kilometros por más de 4 horas, se detendría en su puerta, tocaría el timbre y dejaría la nota: para seguir caminando sin que me duela cada paso, debo dejarte mi corazón y todo lo que el guarda por ti, puedes terminar de lastimarlo, por mi no te preocupes seguiré viviendo, recuerdas a Sara la chica joven del apartamento 303: tome su corazón.

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