Indiscreciones

Para recordarte no necesito abrir una aplicación o entrar a una red social, tan solo necesito cerrar mis ojos y rescribir tus aromas en mi mente para saber que aun te espero en el lugar donde me dejaste morir…

Va cayendo la lluvia desde hace ya más de tres días, y él aún se sienta en medio de los cuerpos desnudos a tratar de dejar de sentirse solo. Lleva así más de 9 años siendo un turista de corazones y cuerpos, entregando en cada uno un poco de su vida; va saliendo de su ropa para entrar en la piel de alguna mujer que esta noche le ha coqueteado o ha esbozado una sonrisa. Creyendo sentir un amor puro y verdadero.

Es tan irónica la vida, que fue una experiencia tan deseada que cuando la cumplió llego al hastió absoluto de su propio deseo, tal vez por el afán o el tiempo esperando a que suceda, pero con el paso de los días encontró que en el sufrimiento del otro está el placer, que en el cuerpo abandonado de una mujer que desea ser amada esta la pasión y que en una noche, o para él, en una tarde (que siempre o gran parte de sus encuentros fueron así) está el más grande éxtasis de ser parte de otra vida. Entrar entre los muslos tibios de una mujer para hacerla sentir única, hermosa y eterna. En la lucha de abrir sus piernas para encajar la cadera, rozando su miembro sobre la vagina de ella, llenarla de deseo. El hecho es que ella se sienta la más hermosa así no lo sea, pero así es el amor, el deseo y el sexo, el otro es único al momento de combinar estos tres elementos en la cama o en el afán de una calle o donde sea. Unas cuantas palabras al oído, susurrando «quiero entrar en ti y sentirte húmeda; quiero estar tan dentro tuyo que quiero sentir que salgo por tu boca» mientras va desabrochando sus blusas apretando sus senos que es el mayor éxtasis, descubrir cómo son sus pechos y de qué color son sus pezones, a que saben y como se sienten en la lengua. Era todo el episodio de su vida. Disfrutaba al máximo mientras jugaba con los cuerpos de ellas sintiendo que las amaba y haciéndoles creer que eran amadas. “El amor es un compendio de mentiras que dan gran satisfacción y dejan gran felicidad”, se lo repetía una y otra vez, para salir huyendo de su propia casa, llevando esos amores eternos de un día a su cotidianidad pero con un algo que genere más intranquilidad y alegría.

Él mismo se decía si es promiscuidad estar con tantas mujeres, o tan solo un amor puro y libre, pues sacrificaba gran parte de su vida para prestarle la atención de esa otra que buscaba hablar, ser escuchada, ser aconsejada pero lo más importante ser penetrada y ser única una vez más, pues más de una vez estuvo con mas de tres mujeres en un mismo día, salía de una y entraba en otra, viajaba de un mundo a otro hurgando las formas de seducir a cada dueña de ese mundo.

– Así es el amor y el sexo, ¿pero el amor siempre va de la mano con el sexo? el hacer el amor tan solo es una fantasía que nos han vendido para hacernos creer que debemos estar con una sola persona por el resto de nuestros días sin conocer más, sin probar más senos, mas labios, mas perversidades excitantes, sin conocer más aromas. Hacer el amor no existe, jamás ha existido, si somos más concisos el amor, podría decir que jamás ha nacido, solo se está en medio de un descubrir al otro para saber que hay en esa maraña de verdades que jamás se dicen. Pero el sexo es la realidad del ser humano el momento de mayor libertad y de mayor felicidad.

A los 18 años tuvo su primera cogida, con una mujer menor que él pero con gran experiencia en el sexo, él mentía cuando ella preguntaba: – ¿mi amor eres virgen?­‑ a lo que respondía insistentemente -No, como crees- pero en sus adentros sabía cuál era la verdad. Cada encuentro era un nudo de ansiedades desatadas, sus manos tocaban lo que tanto imaginaba en esas noches de masturbaciones y como creería que era, apretaba las nalgas, ligeramente subía a los pechos y se deleitaba en ellos apretando los pezones, metiéndoselos a la boca, bajando rápidamente la falda de jean que se precisaba para esos encuentros deliciosos. Estamos puestos para saber que dentro de nosotros olvidamos nuestro ser para entregarnos al abismo de otro que nos controle en medio de una montaña de satisfacciones sexuales.

Recuerdo en los pasajes de su vida, que muy prematuro estaba enredado en las faldas de sus primas, jugando y besando de una manera orgásmica, sin saber qué es lo que se revolvía en medio de sus pantalones y como servía, por los constantes errores cometidos, fue descubriendo como se utilizaba. El hecho de ser prematuro en el sexo no quiere decir que se haya nacido con el don de la pasión, más bien con el interés de reclamar a la vida su libertad, esa que es arrancada cuando van creciendo, que se les llena y se les inculca para que sean aptos dentro de la sociedad. Así van saliendo a flote lo que llaman perversidades y «morronguerías» en las personas.

Antes de continuar es ilógica pensar que «él» es el reflejo de alguien, es más bien el nacimiento de un deseo que se oculta en cada quien, pues dentro de las acciones que se presentan en cada persona, se encuentra la tentación de liberarse de toda adquisición material, es por eso que siempre se busca acostarse con alguien, esto lo camufla con la idea de amar, sabemos que el amor es la acción de tener una buena cogida, lo que duele en la separación es que ese cuerpo no va a volver a estar en las manos del amante, no estar más dispuesto a hacer lo que tanto se desea, lo que tanto se planeaba, tener una cogida borrachos, hablar suciamente: «quiero penetrar tu cola y venirme en tu boca» o ser más libre aun, adueñarse de la otra persona sin penetrar solo acariciando su cuerpo, hacerlo explotar en ganas, rogando ser violado pero que no se detenga con sus palabras. Tal vez la advertencia está bien dada, pues se tiende a reflejar que el autor se plasma en sus personajes.

Vamos recorriendo lo que puede suceder a lo largo de su deterioro sexual o más bien de su fuerza vital que reside dentro de sus genitales, es ahí donde está toda la vida, incluso la verdad de las más altas teorías científicas, en el sexo. Un gran científico mientras desarrolla sus teorías y está en la encrucijada de no encontrar lo que la incógnita esconde deteriora su ritmo sexual, pero cuando encuentra la solución a su problema, se pone firme no solo su cuerpo también su pene, entra en excitación. Él se va muriendo en las páginas de su propia realidad.

Alto, con una tez rojiza pero bien cuidada, su cabello liso, delgado y lampiño con ojos grandes, tenía un dejo en la mirada que cautivaba en cuanto entraba en confianza. Gustaba salir en cada noche que tenía la oportunidad, para “distraer el pensamiento de tantas pendejadas” la excusa que siempre utilizaba para huir de su soledad. Una cerveza, un coctel, un aguardiente junto con la sonrisa incauta de sus víctimas, bueno víctimas no son en realidad pues jamás llego hacerles daño.

Esta noche salió como es costumbre, tan solo se puso un chaquetón para el frio sin perder su particular estilo. Solo, en sus salidas encontraba algún conocido en los bares. No pensaba en llegar a conquistar alguien, tomaba su bebida y en cuanto iba disminuyendo la cantidad de su licor las cosas se iban dando con las mujeres; una mirada lanzada sin querer, que se encuentre en el buscar alguien que jamás esta. Agachar su mirada y nuevamente buscarla a ella, la que ha hecho contacto con él, no importaba su apariencia física, solo importaba crear un paraíso dentro de su cuerpo, el de ella. Deshacerse de sí mismo. No salía de su silla, la miraba atento sin que se dé cuenta, pendiente a sus pasos. Una sonrisa lanzaba para hacer un contacto más directo y más certero, o salir a bailar y hacer las preguntas que todos hacen.

Se acerca, habla con ella, mira sus labios y se relame su boca con su lengua, se acerca sutilmente para sentir su calor e ir percibiendo su escote e ilusionarse con su aroma. Va tomando la confianza que ella le permite, va sacando su perversidad, no la de él, si no la de ella, sintonizando su sexo para entrar en su pasión. Maquina en su mente, en cada gesto que hace ella, como se comportaría en la cama e incluso pregunta cuál es su signo y dependiendo de eso también determina su reacción en el sexo. A lo que ella responde Aries, y se imagina una buena mamada, pues a los Aries, como él lo sabe cuándo desatas por completo su pasión se desbordan en una succión oral, su boca es un ventosa de placer, que por más que quieras escaparte de ella no lo conseguirás pues apretara tus nalgas fuertemente mientras ella chupa incasablemente manteniendo tu pene firme, parada al punto de venirte pero que no logras hacerlo pues tanto placer se riega desde tu cintura hasta las más ínfimas neuronas de tu cabeza, perdiendo el control de tu ser, creyendo que te vienes en su boca, y sí, lo haces pero ella seguirá chupándotelo insistentemente, queriéndote arrancar el pene con su lengua.

Salen juntos de ese lugar, con la ilusión a cuestas, ella, creyendo que es su gran amor, su felicidad y su verdad y es así, por ese instante lo será todo, absolutamente todo será en la vida de ella. Caminan por la calle taciturna, resbalándose entre ebrios de soledad y corazones derramando su amor en las calles, se besan y entre besos se comen, se desnudan con las manos y ríen. Van llegando a su destino, la casa de su verdad momentánea; entran, besándose, cayéndose a pedazos, buscando un lugar donde armarse, envueltos en ese deseo que tanto aflora en sus cuerpos, la va desnudando derritiendo cada prenda en sus manos, buscando el objetivo principal, sus senos posarlos en sus manos, sentirlos tibios, frescos, a punto de explotar por una lamida. En la calle va cayendo la lluvia, desahogando su dolor, mientras ellos se encienden en una habitación. Apretando fuertemente los senos contra su cara va bajando por su cintura, blanca, mientras ella aprieta fuerte sus dientes, dejando salir uno que otro quejido, cada vez que siente la lengua de él sobre su cadera, lucha suavemente con el pantalón, bajándolo sin perder el ritmo de sus cuerpos, mira como contonea sus piernas mientras va tirando su torso desnudo sobre el de ella, sintiendo ese calor que le permite ese ser que hoy ha decidido ser su amor. No hay más bella música que la tonalidad de los gemidos. Acaricia su cuerpo, besa su cuello, muerde sus labios, rasga su vida para que pueda entrar en ella, mientras escucha ligeramente en su oído, “métemelo” con una voz desesperada con ganas de sentir fuertemente un pene dentro de ella, mojado, resbalando suavemente pero duro en ella, que entre tan fuerte que le arranca las entrañas. Toma con sus manos el pene, lo aprieta fuerte, abre las piernas y lo hala dentro suyo, mientras entra va sintiendo una corriente que le recorre toda su espalda, lo aprieta duro contra ella, y no le permite que salga. Son un cuerpo mojado, envueltos en la nada de la noche.

  • Seré tuyo todo el tiempo que me prestes, para compartir lo que me dejes entregarte en este tiempo.

Fue así como se despidió de ella, dejando atrás ese amor puro y sincero que le dio por esa noche, nunca más volvió a saber de ella.

Es ridículo creer que se puede entrar en la vida de alguien, sabiendo que nadie está en la vida de nadie, solo somos un suspiro de la mañana. Es ridículo escuchar a los amantes monótonos, decirse una y otra vez, que serán siempre eternos, prometiéndose un “siempre” que más que ser duradero es una maldición, pues en cuanto se lo dicen inmediatamente va muriendo su historia. No podemos hablar de amor por que este solo es una irracionalidad de la sociedad, algo que permite por un instante para decir que pueden ser libres, pero más bien que es solo para tener que entrar en la vida de ser corriente y sin sueños.

Va retumbando el sol, abriéndose paso entre un pequeño agujero de su ventana que ha quedado sin tapar por las cortinas, descubriendo el reguero de ropa, pero más que nada el desorden de cuerpos que están envueltos en la cama. Él se va desprendiendo de las piernas de ella sin que se dé cuenta, se levanta muy despacio no quiere ser escuchado y menos ser visto mientras se escapa de su propia casa.

Busca en su pantalón algo con que distraer su pensamiento y su remordimiento. Encuentra un cigarro, aunque jamás ha fumado, en un intento torpe, lo enciende. Inhala fuertemente, atorándose con lo agrio del primer humo.

Ya son las doce, su estómago le grita fuertemente desde sus interiores, es tan grotesco el alarido de sus tripas que lo pueden escuchar por dónde camina. Después de estar en ningún lugar va camino a su departamento, recordando el alma que dejo en la mañana. Solo piensa en que ya no esté ahí, no soportaría la idea de tener que ver a una persona mirándolo con reproche, con un sinfín de preguntas a las cuales esa misma persona sabe las respuestas. No soportaría esa conciencia pesada en su alma, tiene suficiente con el peso de su vida, que de vez en cuando lo libera. Va subiendo lentamente, su corazón va deteniéndose y confabula con su pensamiento, creando un sinfín de ideas, que hacen que detenga su caminar; cada paso es una tonelada que levanta y deja caer sobre sí mismo. Mete suavemente la llave en la cerradura, entra y solo ve su ropa en el piso, su cama destendida y nada más. No está el cuerpo que no quería ver. Así que es libre nuevamente de toda su prisión, de toda su soledad, es libre de todo remordimiento.

Una parte de él sigue esperando por ella, la que un día fue su perdición, la que le removió la vida en la cama, la que lo hizo tropezar siempre con el mismo error, con la que aprendió que el amor solo es un espacio de soledad entre las miradas y que no hay más felicidad que estar al borde del precipicio, dejarse caer y sentir que se puede vivir por tres segundo, y que eso vale más que cientos de años junto al mismo y aburrido ser. Comprendió que el amor es un instante en cuanto el cuerpo se derrumba sobre otro y se pierde en él, suelto, libre y sin espacios por llenar. El sexo es el mejor instante para esa vida. Se recuesta sobre su cama divaga sobre aquella que solo tiene pasión pero no rostro, a quien encuentra cada noche en el cuerpo de una nueva mujer. Le pone, le quita, le aumenta y le otorga cualidades a esa idea de persona que fue y que pronto será. Mete las manos entre sus pantalones tomando su pene para ubicarlo bien, siente una sensación agradable, sube y baja con su mano mientras este se va poniendo duro y firme, pero va ganándole el sueño y queda así, con su mano en su pene.

Sueña, siente entre sus pensamientos. Ahora solo estamos dispuestos hacer un alivio de instantes en la vida de alguien más. Con su miembro flácido entre sus manos se despierta, buscando un poco de vida entre sus dedos. Se pregunta constantemente, ¿por qué detesta tanto terminar en el cuerpo de alguien, y después simplemente sentirse hastiado de tanta humanidad junto a él? Comienza a masturbarse, pensando en un buen par de tetas que se menean sobre su boca, imagina, mordiendo los pezones, apretándolos, aprieta más su pito, su mano se va mojando de tanto placer. Está muy firme, duro y grueso. Lo mira y se imagina una mujer encima de él, meneando su culo parado, apretándole las nalgas con una mano, y con la otra deleitándose con esas enormes tetas bien paradas, subiendo y bajando, meneando su pelvis fuertemente sobre él. Está apunto de venirse. Siente la punta de su pene fuerte y se detiene. Su ritmo lo vuelve lento, más despacio, untándose de todo su deseo. Va aumentando su ritmo; agita su pija y se va retorciendo, dobla sus piernas mientras desde su espalada se arranca una eléctrica sensación de placer que retumba en la punta de su cerebro, su cintura se va llenado de esa calidez de vida que a tantas mujeres encanta, que algunas otras permiten que se riegue por su garganta y a otras tantas llene de vida en su interior. La masturbación no es más que el encuentro de sí mismo en un instante de satisfacción ilusoria, para saber que podemos ser felices sin un cuerpo, solo con una idea de lo que puede ser eso que tanto se anhela, la perfección, pero que jamás será real, pues al momento de encontrar esa mentira de deseo en el cuerpo de otro solo hay un ápice de realidad a lo que imaginamos. Nada es como se sueña o al menos las ilusiones placenteras tan solo son eso, ilusiones, pues todos los cuerpos siempre van a detenerse ante el otro que lo controla, se frenara cuando se quiere penetrar el alma, violarla y hacerle saber que la pasión es el verdadero conocimiento, la realidad, la existencia, el poder más sublime, la experiencia más eterna, los clavos de la salvación… así que al derramarse sobre su estómago, sentir que resbala su semen, su vida por su cuerpo e ir sintiendo como va muriendo sonríe sin motivo, solo se ríe. La muerte es un acto de felicidad, él muere en cada cuerpo cuando se viene, por eso le genera tanta felicidad que no logra explicarse. La muerte como forma de felicidad, morir para renacer, o más bien huir de lo que se debe ser.

Hoy ha decidido que se alejara de todos los cuerpos, que no ve en la cama mas que un guerra sin enemigos. Cada cuerpo que a deborado va apareciendo en pequeñas huellas cisrcunstanciales, cabellos, aromas, moñas, y uno que otro recuerdo sin peso.

Cap. 2

Entre recuerdos y olvidos

Dejando atrás tantos pasos que ha recordado, se detiene en el sillón para descansar sobre él, con un vaso de agua de panela caliente va parafraseando sus decesos mentales, que se van saliendo de sus labios. “Para que tanto sexo, ya no sirve de nada. No siento lo mismo, puede que el placer y las ganas me duren un instante, pero después es un vacío lleno de desesperación, con el afán de que ese cuerpo se largue ya, pero también quiero saciar este mal deseo…” un deseo insatisfecho, que se llena de soledades, si bien él sabe que su cuerpo ya no le pertenece, hace mucho ha dejado de estar con él; solo es un paisaje en lápiz, sin forma, solo líneas perdidas que no dan ninguna forma pero intenta expresar algo. A los cuerpos que ha desencarnado les da color y forma, pero a ellos no a él. Alguna vez creyó que podría enamorarse nuevamente, pero descubrió que eso le fastidia enormemente, pensó que podría aguantar la vida de alguien más, pero muy bien sabe que ni él se soporta como haría para soportar la incertidumbre de alguien más. Se volvió en un miserable sincero, pues es directo en lo que quiere, ha decidió no inventar más historias pasajeras, no crear ilusiones en nadie, así sea para conseguir ese sexo tan deseado por su mismo sexo no por él.

Hace unos días de forma descarda ha dicho a una amiga, que sean amantes sin tener relación de sentimientos. Sabía que no perdería nada a cualquiera que fuera la respuesta de dicha amiga, pues la vergüenza ya no está en él. Es algo de admirar es mejor tratar con alguien que haya apartado este sentimiento que impone la sociedad en las personas solo para detenerlas y volverlos asquerosos hipócritas, fatuos irresponsables de su propia humanidad. Sin sorpresa recibe un si por parte de su amiga, que ocultamente lo desea y quiere apartar tantas noches de desesperación, cruzando las piernas, imaginando una cogida dura y con gran entusiasmo, a diferencia de él, ella tiene mucha energía sexual, él está decayendo no por su vitalidad sino por una circunstancia de duda, pues no sabe que afecta a su “vida”. Hablan por celular muy cálidamente, de cómo sería su encuentro, se va dando cuenta que esa forma de tener sexo es mejor que un encuentro personal, pues imagina lo que él desea y como lo desea, no habría una realidad que destruya esa ilusión. Maldita humanidad que crea circunstancias burdas en las personas para después estrellarse por sí solos, humanidad masoquista, llena de apariencias palurdas. Huye de toda idea de errores, pues en su pensamiento el cuerpo y el ser es puro, perfecto, hasta el mismo sentir es más puro que puesto en la realidad, pobres los humanos que viven de desilusiones y se aferran a ellas, no a su propia verdad, si no a lo que nunca fue y nunca será. Se espera lo que no llegara.

Le dice muy impetuosamente que quiere meter su lengua en lo más profundo de su vagina, agarrando sus senos, apretando sus nalgas mientras va entrando su lengua, mientras que ella gime pensando ese instante. Le grita suavemente y con delicadeza que quiere arrancar su tanga, con su pene, para penetrarla tan fuerte que atravesaría su culo, ella gime, responde diciendo que quiere agarrarlo de las nalgas duro para que, si es posible, entre completamente en ella, sin dejar atrás ningún espacio de su humanidad por fuera. Se mojan demasiado, ella va susurrándole al oído que desearía tenerlo ahí, ya. Él tiene su pija parada, mojada y grande, en el punto álgido, donde quiere llegar pero desea más y sabe que si se viene se ira su pasión así que la aprieta fuerte, y se lo dice quiero que me lo aprietes con tus labios mientras te veo arrodillada, mirando cómo te meto mi pene en tu boca, mientras lo enredas con tu lengua, juegas con tus manos y tus labios, te lo metes hasta tu garganta, quiero que me lo chupes y me hagas llenarte de semen tu boca. Ella cruza las piernas, pues aún tiene su vergüenza de su lado pero la va dejando poco a poco, siente que con él se puede desinhibir sin tener una gota de licor sobre su cuerpo así que va acariciando su clítoris despacio y de vez en vez mete sus dedos. Él toma una foto de su pene, tomado en sus manos, mojado, y su mano que lo sostiene, también esta mojada, se la envía inmediatamente. Ella se doblega a las ganas, a ese gusto de ser lanzada en cualquier lugar y dejar que la llene de placer, de sexo de una y muchas cogidas por todas partes, de hacer lo que él quiera con ella. Pide una foto de sus senos y de sus dedos dentro de su vagina, obviamente ella accede y se lo envía. Esta que revienta quiere venirse y ella le pide que aguante un poco más. Le dice que quiere que se lo meta por el culo, que quiere sentir su miembro abriendo su ano, y mientras se lo va metiendo le vaya metiendo los dedos en su vagina. No soporta más y explota, se riega sobre su estómago, se llena de semen, nuevamente se toma una foto y se la envía. Ella termina mojada, con unas ganas locas de haber sentido que se le venía dentro. El ímpetu fue disminuyendo en él, así que de a pocos la fue despidiendo y ella hizo lo mismo.

Mientras se despedía de su nuevo juguete las memorias van llegando, la noche sucumbe como una bomba sobre su cama. Lo descuartiza en recuerdos, cada pieza de su espacio es una memoria que toma poder, toma fuerza e independencia sobre él. No hay sueño pero si quiere descansar, su mente lo aborda de todas partes para atacarlo, para hacerlo sentir culpable de algo que ni él entiende. Esa culpa es algo que aún no logra deshacerse, y lo quiere hacer con afán pero más se unta de ella. Su cuerpo le pide dormir pero su mente no lo deja; vienen recuerdos, llegan imágenes, se acercan recuerdos. ”Maldita sensación de tristeza, ¿qué mierda me sucede?” se repite constantemente. ¿Qué pasa en su vida? ¿Por qué él aleja a todos? ¿Por qué no puede sentir algo por alguien que no sea más que pereza, repudio, tristeza y desilusión?

Se repite en su mente, suave, con voz firme: “basta ya, dejo atrás los papelitos que no hacen más que hablar de ti y de tu ausencia, esta ausencia que me esta devorando en esta habitación que se impregna de tu aroma, de tus piernas y de tus manos que ya no están”. Cierra con fuerza el puño, golpea la cama y se lanza sobre ella, ahogando un grito que sale de su cabeza y de su corazón. ¿Qué es esta vida sin emociones? Una pared gris donde la único posible es inventar matices de grises, él quiere eso, sentir esa sensación de grises.

Coger con amor, con pasión o con ganas, de estas tres formas las ha hecho, incluso sin ellas también las ha hecho y cada vez que lo hizo se llenó de un gran vacío al terminar. Han sido tantos cuerpos, tantas palabras que cayeron en lo mismo, una ilusión pasajera, un momento lleno de placer, de sudor, de sueños desbordados por las sabanas, para llegar al mismo sitio oscuro, a ese vacío abominable. Cuerpos y más cuerpos, cargados de una lluvia de ilusiones que buscan anclarse sobre él, inundarlo de sueños, pero ya él dejo de soñar hace mucho; algo interrumpe su agonía, algo va deteniéndose en la punta de su nariz como forma de sueño, que le hace sentir de a pocos una sensación de tranquilidad, de paz, como si en esa idea que ha surgida fuera a encontrar esa respuesta a su larga penuria.

Va llegando el día nuevamente, el sol comienza a golpear su ventana, buscando entrar por cualquier agujero y hacerle saber que es tiempo de regresar a su miseria. Recoge los últimos trozos de su poca vida que queda para enfrentarse a esas personas que lo esperan.

Busca algo que ponerse, mientras el café se va lanzando chorros desesperados en la cocina pidiendo a gritos ser detenido, corre apagar la estufa, vuelve sin presura para tomar lo primero que su coge y dirigirse a la ducha. Lanza su pie sobre el agua tibia que cae para luego entrar todo el cuerpo, se enjuaga y sale, acelera su paso pues va siéndose tarde ¿para ir a dónde? A entablar una relación social con quien jamás se ha interesado por él, seres cargados de hipocresía con deseos de acabar consigo mismos sin razón alguna, mujeres y hombres dispuestos a hundirse en su mísera rutina de vivir sin felicidad, sin penumbra, ni siquiera con vida, son sombras en las mismas sombras. Toma su bolso cargado de libertad pues esconde alguno que otro folleto de viajes y palabras que le reaniman su pobre existir, pero al menos él se hunde con un motivo a diferencia de sus compañeros laborales que no saben para que caminan, títeres a la orden de nadie. Toma el bus. Como forma de su rutina ese camión va lleno, repleto de almas y entre ellas va buscando una posible mujer que pueda ayudar a su desahogo rutinario. No encuentra a nadie así que se limita a observar por los espacios que dejan entre ver las personas y encuadrar su deseo y su tristeza, que aún no sabe la razón de ella.

Se encuentra con un compañero que en lo poco que ha logrado conocer de él es que es un pusilánime, que se esconde en alegrías oblicuas, en palabras burdas de chistes vago; lo detesta, lo desprecia así que hace de cuenta que no lo ha visto y sigue en su búsqueda. Llegando se apresura por bajar para no ser visto por ese que tanto repudio le tiene. Entra en su cubículo y se determina a no saber cómo empezar el día y dejar atrás tantas palabras que atropellan su tranquilidad. Toma su computadora y busca los documentos de días pasados para continuar, escribe, se pierde entre tantas palabras redundantes y sin sentido que olvida sus demonios por un instante. Ve por encima de sus paredes, es una mujer delgada que le llama la atención pero de una manera perversa y a la vez le genera mucho desprecio, pues ella busca siempre ser el centro de atención en cada instante. Da asco como mujer pues genera tanta miseria que él mismo la repele, la ahuyenta en cada momento, solo le tiene ganas de tirarla sobre s escritorio y metérselo fuertemente y dejarla tirada en medio de todo el placer que puede darle él y jamás volver a verla. “vieja asquerosa, que nadas lamiéndole las bolas al jefe, asco de mujer. Sé que una verdadera mujer se deja coger porque lo desea sin buscar un favor más que una ilusión o un amor, pero jamás para estar por encima de los demás siendo una mierda”. De esa manera mata sus días, jugando a hacer parte de una cantidad de personas que en realidad no existen y jamás lo harán.

Cada día escapa de su propia miseria para estar en otro tipo de miseria. Juega a vivir donde no hay vida. Pero su tiempo va terminando, sus pasos van siendo pesados y llenos de soledad, esa mala soledad.

CAPITULO 3

MAS RECUERDOS?

A pesar de tener los ojos cerrados decide apagar la luz, trata de descansar pero comienza a recordar una situación que le genera risa y a la vez molestia consigo mismo; hace algún tiempo cuando creía que podía enamorarse y estaba confundido con ese sentimiento tan molesto, tuvo una relación pasajera muy inusual para él. Una mujer, o más bien una niña dejando de serlo. Fueron lo que podríamos denominar novios en el común social, pero un tanto oculto pues él era bastante mayor para ella, aunque esta chica demostraba un aire de madurez infantil, tenía 15 años, ese estado donde los aires del sexo afloran y el cuerpo pide ser descubierto por un ajeno, donde el cuerpo pica, donde el sexo quiere explotar. Así fue el exploto su sexo; desde que tuvo su primera cogida siempre se dijo que jamás se mentira con una mujer virgen pero con ella rompió esa regla. Se la llevo a su casa, entre juegos y besos fue desnudándola, descubriendo sus grandes pechos, rosados y unos pezones pequeños, tenía unos labios carnosos llenos de afán por ser violados, unas nalgas muy bien paradas y llenas de lujuria, iba mordiendo sus pechos de manera delicada mientras bajaba su ropa interior y se lanzaba sobre ella, tomaba su cola fuerte, apretaba su cuello y mordía sus labios, y él se fue despojando de toda su ropa, y muy despacio la penetro, sentía como abría sus carnes, miraba como ella iba abriendo sus ojos, pues sentía dolor y placer. Lo agarro fuerte para que no salga. Iba saliendo y entrando muy despacio, solo sentía el placer de quitarle algo tan de ella y crearle la necesidad de ser necesitado pero también se repudiaba y eso le generaba mucho placer, entraba y salía nuevamente, besándola, enterneciéndose pero sin eso que ella pretende sentir de ahora en adelante, amor, no hay amor, no hay nada más que sexo, él solo sentía eso, y quiso acabar pronto pero no lo pudo hacer así que salió despacio y muy detenidamente para hacerle creer que le importaba. Hay mucha sangre sobre sus cobijas, ella se siente avergonzada y él entre besos le va diciendo que no sea tonta, que eso que acaba de pasar no es para tener vergüenza. Alientos de victoria pues él sabe que vivirá en su vida eternamente, no será olvidado por más buenos polvos que pueda tener ella en su larga o corta vida. La besa suavemente y va buscando su ropa interior, y no sabe cómo decirle que es mejor que se vaya que no quiere verla jamás, a menos que sea para tener sexo, no le interesa crear recuerdos o sentimientos en ella y menos que nazcan ilusiones. Se aguanta las ganas de apartarla y quedarse solo para lavarse y luego descansar tranquilamente, así que espera unas cuantas horas y corre diciendo que deben irse pues sus padres pueden enojarse si ella llega tarde a casa.

Ríe para ocultar ese aire de vergüenza que le genera ese recuerdo, así que un aire de melancolía cruza por su mirada e intenta buscarla nuevamente para saber de esa mujer pero no para pedir disculpas o permitirse entablar una relación, no, más bien para saber si ha tenido sexo y que tanto ha mejorado después de aquella primera vez.

Mientras va consumiendo los poros de esa mujer con sus caricias, detonando cada espacio que hay entre sus lunares, una imagen se va creando, su rostro, el de ella, se transforma en esa la que tanto desea, la que tanto lo aniquila; no se detiene, continua, absorbe su calor con sus labios. La toma por las piernas, las abre y las jala hacia él, entra en medio de ellas, la toma del cuello, muerde sus orejas y escucha un gemido, las uñas, de ella, se entierran en su espalda apretándolo contra su pecho, respira despacio sobre sus oídos y va bajando por su cuello. Ella se mueve de placer, aprieta sus senos y los va descubriendo, juega un instante son sus pezones metiéndolos en su boca, los muerde y se decide subir mordiendo sus labios y metiendo su lengua para traerla hacia su boca y chuparla. El rostro se transforma en delgadez, sus ojos se vuelven más grandes, los de ella, sus grandes senos a la mirada de él se van achicando y aparece ella, el sufrimiento, el placer y la infelicidad. Se carga de deseo y se va hundiendo en ella con gran fuerza, su ímpetu se agranda, está lleno de emoción. Todo se detiene, el aire está quieto y ellos, en especial él, sentado en ella. El tiempo no se mueve y el espacio está atento a sus cuerpos y a sus gemidos, sabiendo que son únicos en ese lugar. El sonido se mueve entre ellos para seducirlos en sus tonadas; una canción suena en la radio (siempre gusto escuchar música para encontrar una conexión con ese cuerpo): tengo razones… para esperarte, porque no creo que haya en el mundo a quien más ame… tengo razones para no quererte olvidar, porque el trocito de felicidad, fuiste tú quien me lo dio a probar… se introduce en ella saboreando cada centímetro de su cuerpo. Es ella por fin está de nuevo con ella, aunque siempre la tuvo, así ella jamás haya existido en este plano físico, pero en su mente ha sido tan real que siempre la espero, le fue fiel en todo momento. La construyo con cada mujer que tuvo en sus manos y deshecho, es tan perfecta que ya puede dejar de buscarla, y por fin esta con ella, tal y como él siempre ha deseado. Desnuda y visible, real.

¿Acaso los deseos son efímeros cuando son tan imaginarios? Mientras él viva cada deseo en su inmensa trivialidad serán muy importantes, pues desea como el mismo hombre al ser insuficiente de sí mismo. Y al fin él es un hombre más en este mar de rostros y seres inservibles.

Toma las piernas de su “realidad” para sumarlas a su cuerpo, creando eso que tanto deseo, un solo ser, una mente en el afán de estar y dejar atrás su propia miseria. No la ama, mucho menos la quiere, pero si la desea. El tiempo aún está quieto en aquel lugar, las miradas se chocan y se penetran en la piel de cada uno de ellos, se buscan estando en el mismo lugar, la infelicidad baila con ellos, los lleva por el camino de la ilusión.

¿A qué determinamos vivir? A los actos de obedecer las necesidades de nuestro cuerpo o de nuestra conciencia. Él esta sumado a los recuerdos de alguien más, y no a los de él mismo no es él quien recuerda, más bien alguien más lo está haciendo, pero no se da cuenta de eso aún, pues cree que es él quien vive, siente deseo y disfruta de cada cuerpo.

CAP. 4 ¿Quién eres?

Una vez más el día ha llegado. Pesa la conciencia de cada parpadeo. Esta recostado sobre su mueble, mirando cada hueco que hay en el techo, con la idea de esperar que caiga sobre él, destroce cada rincón de su cara, su mirada se agudiza, mira como una pequeña partícula se desprende y va zigzagueando por el aire, como si estuviera cabalgando evitando escapar de una manada de hambrientos lobos. Las cosas más efímeras son tan importantes en cada lugar, en ellas está la simplicidad de la vida. Despacio, va cayendo sobre la punta de sus labios, la siente queriendo aspirarla pero, en verdad no logra ya verla y frente a eso su mente la vuelve inexistente e irreal, lo que sus ojos no perciben no lo determinara como real, su amor jamás lo ha sentido por eso no lo asimila como algo existente, creyó haberlo sentido alguna vez pero fue un gadejo, un capricho sexual.

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