Bahía Espejo

Bahía Espejo

Alex Jorge

01/05/2020

Luego de dos horas de manejo, divisó un cartel que le indicaba su destino: «A 500 metros, salida». Tomó la salida y entró a Bahía Espejo por sus calles anchas, de pavimento casi blanco. Sus casas bajas hablaban del paso del tiempo, despintadas, con techos de chapa oxidados. Pasó por el viejo cine del pueblo, donde un poster descolorido anunciaba la presentación de un libro sobre la técnica del espejo, pero siguió de largo en busca de la tan ansiada bahía. Doblando la esquina, una mujer hacía catarsis en capicúa delante de una amiga. Él, una vez más, siguió su camino. A medida que bajaba, la calle se ponía más y más arenosa. En un momento se topó con un cartel, levantó su mirada y leyó: «Recreo Darse Cuenta». Se bajó del auto y caminó. Todo era viento y desolación. Pasó por un puesto de señaladores que se encontraba cerrado, pero a través del vidrio alcanzó a leer la Ley del Espejo: «Lo que te molesta es una parte tuya que no quieres ver.» Caminó hacia la orilla y se arrodilló para tocar el agua. Abstraído, agachó su mirada para observar el reflejo. Y allí se quedó quieto, contemplando su rostro en el espejo.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS