No le cuentes que existe un mundo mejor,
porque él, jamás lo ha visto.
Porque es hijo de la calle, del dolor y la miseria.
En su rostro y ojos no hay brillo,
porque hace días que no come y muere de frío.
Porque su hogar es una esquina.
No le llenes la cabeza con palabras sin sentido,
y frases que no comprende.
Él solo tiene hambre y frío, ni ríe, ni juega.
Su estómago grita, su piel no florece
y su cabeza chilla.
Mientras el país siga este camino,
no habrá lugar para él.
En un mundo para ricos desea
solo esperanza y un poco de cariño,
alegría y su derecho de ser niño.
Si encuentra un lugar tibio
donde dormir, es feliz.
Déjalo dormir tranquilo,
al menos mientras duerma
no sentirá hambre ni frío.
(Asurmendi Pedro, 10-06-17)
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