Impuesto sobre cuento

Impuesto sobre cuento

Victor Ramirez

30/04/2020

…Sopló y sopló… 

Y la casa embargó. 

El lobo apresurado bajaba la loma para así encarar al cerdito endeudado.

<¡Jo Jo jo!> vociferaba entonces el can trajeado <¡A tus hermanos ya he confiscado los bienes que no han pagado!>. 

<¡Malvado truhan, corazón de latón, déjanos vivir en lo queda del cantón!> chillaba desde dentro el cerdito mayor. 

<¿Cuanto tiempo han pasado con su deuda conjunta, qué me tienes que decir ahora que vengo a cobrar lo que en ley se firmó? Acordado estaba, juraste y pecaste, no hay más disputa.> 

Llegaba a saltos el asistente del burócrata, reloj en mano, zapato en pata, el conejo apresurado se hizo presente. <¡Se hace tarde, hay que actuar de lo contrario Alicia se va a escapar!>

<¡Desalmados, a qué Dios han de orar, también a Alicia le van a cobrar!>. Gritaba el cerdito menor dentro del hogar. 

<Ella y Ricitos son criminales, han pasado ratos en terrenos que no son comunales> Decía el lobo contento de su sentencia afirmar con todo y papeles lo podía sustentar. <Debían pagar su derecho, no hay exclusión, una dejo el sitio maltrecho y la otra difamación!>

<¡Impuestos por esto, multas por aquello, el interés es molesto y las cuotas te hacen perder el cabello!>. Sentenciaba el hermano de en medio mientras por la ventana la cabeza asomaba. <¡Me he enterado, no nieguen tal acción, sin smartphone a Caperucita han dejado y en sus normas dicen que todo es perfección!>.

<Me acusa el cerdo aquel, el verso es nuestro, están sus firmas en el papel ¡Te muestro!>. Se acercaba el conejo mostrando en las hojas los nombres y firmas que no eran pocas. 

<No es personal, les digo, ahora salgan ya que todo debe ser formal>

Y así termina este cuento, queridos lectores, el fomento de estos tiempos, no sean deudores.

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