El hombre libre que continuaba libre.

El hombre libre que continuaba libre.

Pasaba en las calles ese folclórico personaje hablando disparates. «¿Que genuina libertad es la demencia!» pensaba mientras me acercaba a él para ofrecerle comida, pero él la rechazaba y sólo pedía lapiz y papel. Cuando le entregué lo que solicitó, tiró ambas cosas al piso y comenzó a decir ,en tonos cambiantes y versos delirantes, un soliloquio fugaz:

«Colapso cataclismico con colorado continuismo y sus primos los certificados certeros , serviles sabiondos y hediondos dolores y hedores que tiñen de colores y opacan los buenos sabores. Entonces entropía sabía que se perdía cada día y moría por la fatídica anímica y sus hermanas las ironías sin nombre ni hombre que estorbara y robara! Enmiendas a sabiendas de los gritos de peritos sin empleo y sus necesitados amigos los corruptos abruptos que lloran en un patético flemático exabrupto. ¿Como continuamos? Siga su acto cruento y violento pero siempre atento y no se vuelva lento ¿shh!silencio… que se nos va el momento.» 

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