Relatos desde la Pandemia #12

Te lo voy a explicar por ultima vez. La Fase 4 entró en vigor a inicios del otoño. Las fuerzas militares ya tenían cercados los perímetros de la ciudad desde varias semanas atrás, mucho antes del comunicado oficial; para noviembre ya había órdenes de disparar a quien estuviera fuera de su casa. Los noticieros no dijeron mucho, sólo que la cepa de Nueva York mutó sin explicación alguna y que el virus resultante, además de ser aeróbico, es sumamente letal. En menos de una semana puedes darte por muerto. Y con el maldito frío parece que los contagios son más altos… Pero eso no es lo peor, ¿piensas que las cosas no pueden estar peor? Hay un maldito francotirador afuera de mi casa. Veo su puto láser rojo a través de mi ventana. Hay veces que el muy cabrón lo pone en mi frente, cuando intento comer o leer un libro en la sala, burlándose de mi o jugando algo en su mente retorcida. Y sé que está ahí, esperándome, el muy hijo de perra, a que me gane la desesperación, porque las dos veces que intenté abrir la puerta disparó justo en el tapete que puse en navidad: «Bienvenido 2020», la vida es una broma siniestra. Ese infeliz tiene una puntería del demonio. ¡Ve cómo puso dos balas en el 2020! Es un calibre enorme, viendo esos cráteres. De haberme dado en la cabeza la hubiera reventado como un melón. Eso ya está de la chingada, sin contar con el espectáculo de los vecinos muertos, pudriéndose en la calle por intentar desafiarlo. Mira, de nuevo él. Ahí está su láser moviéndose dentro de la casa. ¿Lo ves? Mira, mira… lo pone en mi entrepierna el muy maricón. ¿Quieres reventarme las bolas maldito degenerado? ¡Vamos, acaba con esto de una vez, infeliz! Mira, mira, ya lo apagó. Sólo juega conmigo el malnacido. No sé que es peor, si este encierro o tener que estar hablando aquí contigo, otra vez de esto… Estado de excepción, Estado de excepción… A la mierda, me largo de aquí… 

¡Bang!