Confesiones en abril

Confesiones en abril

Gigi Antolini

29/04/2020

Martes 28 de abril de 2020

Hoy tenía la necesidad de escribir. Al principio de la cuarentena prometí en mis redes sociales que me iba a inspirar. Pero no pasó nada. No me inspiré, no tuve ganas de escribir, no tuve ideas. Ni siquiera tengo seguidores. Las personas no parecen alegrarse cuando me leen. Esto quiere decir que no soy buena escritora o que las personas no se interesan por la lectura. Pensándolo bien y, lo peor, es que no se interesen por lo que escribo. Y tienen razón porque, la verdad es que yo no sé cómo nombrar mis textos y un escritor no puede tener ese defecto. ¿Reflexión? ¿Autoayuda? No sé. No sé si son escritos espirituales, paranormales, ridículos. Casi siempre escribo mis pensamientos simulados en cartas para mis seres queridos. Eso son: pensamientos. Tal vez soy <pensadora> y no escritora.

Bueno, como tenía ganas de escribir y no sabía sobre qué, se me ocurrió convertir en líneas <mis confesiones>. Esto es algo así como un diario íntimo y, si lo mantengo sin publicar no será más que eso. Así que preparé mates y tabaco, puse música de Richard Wagner y acá estoy tecleando con dificultad mi viejo teclado. En más de una oportunidad he dicho que Wagner “estaba loco” cuando componía sus oberturas y preludios y como siempre estoy escasa de ideas, su locura me ayuda a divagar. Pero quiero que se entienda que con esto me refiero a crear
y no a mentir.

Escribir de manera profesional siempre fue mi sueño. Tengo 31 años y seguramente tengo tiempo de cumplir un sueño, pero hay que estudiar para obtener más resultados. El asunto es que no tengo mucho tiempo para estudiar, al vivir en un pueblo tengo que viajar, al mismo tiempo trabajo y además el dinero me alcanza apenas y muy apenas para vivir. Así que haré lo posible pero no sé si lo imposible.

Coelho, un ídolo para mí, en uno de sus libros dijo que quien no cumple su sueño, muere por dentro. En otro, dice que las personas nos mantenemos entusiasmadas cuando tenemos un sueño que cumplir. Pero, ¿qué pasa si ya cumplimos todos nuestros sueños? No tendríamos más motivos para seguir viviendo. Por eso, en este caso hay que perseguir otro sueño. Acá ando yo, buscando una temática estable para mis textos, buscando crear algo que guste, persiguiendo un sueño.

Hoy decidí empezar esta narrativa quizás para tratar de encontrar en las páginas a medida que las palabras vayan saliendo, el sentido real de mi vida. Ojalá me guste lo que voy a encontrar, ojalá te guste a vos cuando lo leas.

¿Qué hubiera sido de mí en caso de nacer hombre? Una pregunta que siempre me dio vueltas en la cabeza. Cualquiera diría que “está de moda” cambiar de género y que tendría que hacer eso. Pero soy una persona algo complicada y pienso en muchas cosas antes de hacer algo. No sé si sería capaz de soportar la situación cuando se den cuenta los demás.

Nunca en mi anterior vida me interesó lo que el resto de las personas diga o piense de mí, pero en mi actual vida trabajo de profesora particular de guitarra y música y la mayor parte de alumnos son menores de doce años. Probablemente se vayan si la profesora cambia de sexo. No sé qué piensan los padres de esos chicos; tampoco voy a preguntarles si sus hijos van a seguir viniendo en caso que la profesora se transforme en profesor.

Mi pareja es mujer, eso nos hace lesbianas. Si ella está conmigo y no con su ex marido, es porque evidentemente le gustan las mujeres. Cambiar de género podría hacer que mi mujer se vaya. Y sinceramente, la esperé por mucho tiempo como para perderla por un trastorno de identidad.

Mis abuelas son muy mayores. Toda mi familia tuvo que soportar tantas cosas viniendo de mí que, sería injusto exponerlos de nuevo.

En fin, no voy a cambiar de género, seguiré siendo lesbiana.

Tengo más deudas que nicotina en los pulmones. Es muy bonita la música, pero si te alcanza para darte de comer, no te alcanza para pagar impuestos. Intenté ser redactora FreeLancer para ganar mejor; no nos dan oportunidades a los novatos. Leí hace unos días que para ser escritor no existe un título. No entiendo nada porque, la verdad, es que en todos lados dicen que tenés que ser estudiante o graduado en Letras. Vaya a la mierda. Un año llevo suscripta a diez plataformas y no he tenido un solo trabajo. Se está yendo abajo mi sueño de ganar dinero escribiendo. No importa, seguiré escribiendo para mí y para quien quiera leerme.

Hace unos días atrás me di cuenta que soy adicta al tabaco o a la nicotina. Ahora, por ejemplo, estoy que no doy más porque la cuarentena dejó a todos los quioscos de mi pueblo sin cigarrillos y a mí sin un peso en el bolsillo. ¡Qué tremendo! Me di cuenta que ser adicto al cigarrillo es igual que cualquier otra droga. No sé cómo será ser adicto a las drogas, pero seguramente debe de ser similar. Es horrible. No fumen, se los recomiendo.

Cuando fui más joven viví cosas que ninguna persona de veinte años tendría que haber vivido. Esas malas experiencias me enseñaron mucho, por eso me dediqué a escribir textos de superación personal. Sin embargo, hoy estoy acá con la ansiedad que a muchos les ayudé a perder. Es increíble cómo un ser humano puede ayudar a otros a superar algún problema de estima, depresión, ansiedad, y cuando se trata de uno mismo no sabemos qué hacer, cómo superar. Entonces leo mis propios textos, los que escribí durante un ataque de pensamientos para ver si pueden ayudar en algo a su dueña. Y debe de haber funcionado. Hace una hora atrás eliminé mi blog donde había escrito treinta artículos, iba a renunciar a ser escritora. Todavía no lo decidí. Pero mis propios textos me han servido para escribir esto que estoy escribiendo ahora. No me importa el contenido, me importa escribir. Pero no voy a volver a crear un blog por ahora, más adelante no sé. Tenía un blog para leerlo yo sola.

La vida es simple. Es tan simple que no sabemos qué hacer. A veces la sociedad no ayuda y a veces lo que no ayuda es nuestra propia mente, tan inmensa e impredecible. Ahora que somos jóvenes, tenemos ganas de perseguir un sueño, pero no tenemos conocimiento de cómo hacerlo exactamente. Cuando somos mayores, sabemos cómo pero ya no tenemos fuerzas para caminar, mucho menos para correr detrás de ese sueño. Y tengo miedo, a veces, de frustrarme en esto también. Cuando tenía dieciocho años me enlisté para el ejército mixto voluntario, exactamente para la Escuela de Suboficiales. Me rebotaron porque tenía una malformación congénita en el sacro. Adiós sueño. Estudié guitarra desde los siete años para ser concertista. Pero sufría de mucho dolor en las manos y me diagnosticaron artritis. A los veintisiete descubrieron que la raíz de todos mis problemas físicos se llamaba <fibromialgia>… se llama. Y acá estoy, como todo músico frustrado, dando clases.

Sí, la vida es simple. Y a veces es cruel. Creo que por todas mis frustraciones fue que me dediqué a escribirle cartas a mi sobrino y a mi hermano el más pequeño: para que enfrenten la vida de otra manera. Para que formen su carácter y su personalidad de otra forma pero, sobre todo, para que crezcan sintiendo que alguien los apoya y trata de educarlos para que puedan vencer la jungla mental que tenemos los seres humanos. Quiero que no tengan ese maldito exceso de pasado, llamado <depresión>, ni su polaridad, el exceso de futuro, llamado <ansiedad>. Ojalá que la vida nos regale una estrella a todos los que nacimos estrellados.

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