Después de tantos años me pregunto:
Que será de la anciana, de pie, en la puerta del ranchito, ese día que papá nos llevó de paseo, sus arrugas decían más que todos sus años.
Que será del hombre, que besaba a esa mujer, de abundantes carnes, junto a esos lugares que por mi inocencia a cuestas, no podía frecuentar.
Que será del maleante, que con un salto de gato, arrebato, guardó y huyó, una gran joya del cuello de un tipo de peor semblante que el mismo delincuente.
Que será de esa niña que llegó a mi calle, me invitó, no excitó, a lo que amaga hoy día a salir de mi cuando empuño un bolígrafo y me enfrento a la hoja en blanco.
Que será de esa señora, sobredimensionado para su edad, y sus ropas, que cuidaba la entrada del colegio, y con la paradoja que no sabía leer.
Y son tantos años y tantas preguntas pero sé que ninguna sera respondida, pues hace falta otra vida para seguir los pasos de esos seres, y que de seguro no se preguntarán: ¿Qué será de ese niño que nos miraba?
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