Podría decir que no me gusta la vida tal y como es en la actualidad, pero supongo que esta no tiene la culpa de que no sepamos utilizarla. Conozco demasiada gente infeliz, y otros incapaces de conformarse con nada. Cada vez la vida occidental ha ido penetrando más en su propia huella y olvidando lo que hay fuera. Todos dependemos del papel moneda, vivimos en un Monopoli donde nadie se fija en el bienestar de los demás, donde todos malgastan su tiempo para acumular papeles inservibles cuando uno ya está muerto.
Realmente no entiendo a las personas de este siglo, o a ser sinceros, no entiendo a la raza humana en general. Somos una epidemia exterminadora que vive sin remordimientos y ve natural el sentirse una especie superior, o una raza, o un clase social, o un género, o simplemente una persona superior a las que le rodean.
¿En qué momento se ha convertido en algo tan normal este sentimiento de superioridad?
Vivimos en una sociedad en la cual predominan los saberes tecnológicos y científicos. En una sociedad en la que se han logrado miles de curas para enfermedades que no hace tanto tiempo se consideraban mortales. Pero todos estos avances, y el mero hecho de que nuestra media vitalicia se haya prolongado en un gran porcentaje, no merece la pena si se tiene en consideración el espectacular aumento de enfermedades de carácter psicológico que ha habido en este último siglo.
Según una noticia reciente de la Vanguardia, en el 2030 la depresión será la primera causa de discapacidad. ¿Tan malos nos hemos vuelto unos con los otros? ¿Tan exigente se ha vuelto nuestro entorno?
Quizás la tecnología en general fomenta el aislamiento social, la incomunicación (cara a cara) y otros aspectos necesarios para cumplir los más bajos escaños de nuestra Pirámide de Maslow. Pero tampoco hay que culpabilizar a estos saberes en específico.
Desde mi punto de vista la culpa es del ser humano que cada vez se vuelve más frívolo y egoísta respecto a sus semejantes. En definitiva, más ambicioso. Sólo hay que leer libros como Manhattan Transfer que aún escrito hace décadas, hoy sigue mostrando nuestra esencia.
¿Por qué nos interesa tantos vendernos ante los demás? Mientras unos se hacen más fríos, el resto se vuelve más débil a costa de ellos. Y esto causa que más de un 18.8% de la población padezca depresión.
Así decía el redactor del periódico en el que me he basado: “Es un fenómeno epidémico y algunos elementos inciden en que está registrando un crecimiento exponencial y que en las próximas décadas va a ser la primera causa de discapacidad”.
Aunque mi crítica va más allá de una mera noticia la cual se ve lejana, y al estar escrita sobre un papel… No se ve tan real.
Está demostrado que los adolescentes somos los más fáciles en caer ante esta enfermedad. Ya debido a problemas existenciales, a un entorno tóxico, a la familia, al maltrato escolar… El asunto es que como bien dijiste una vez, la mayor causa de muerte entre los jóvenes es el suicidio. Y aunque de primeras lo veía algo irreal, adentrarme en la sociedad de forma más profunda me ha hecho darme cuenta de que no es ninguna fantasía. Cada vez nos volvemos más exigentes, y por lo tanto inconformistas. Parece que nuestra vida actual nos ha involucrado de lleno en la sociedad quijotesca de Madam Bovary.
¿Os imagináis lo duro que debe de ser no poder ser feliz por mucho que se quiera? Y es que entre 2000 y 2013, las prescripciones de antidepresivos han aumentado un 200%. Según el doctor Miguel Roca una de cada tres mujeres sufre esta enfermedad. Sería un tercio de la población femenina mundial.
Para concluir, tan sólo quería dejar constancia de la necesidad que tiene el siglo XXI de darle importancia al sistema límbico puesto que este influye de pleno en todos los ámbitos de nuestra existencia vital. Y por lo tanto de unificar los saberes teóricos con los prácticos.
Y pensar que sólo soy otro mediocre ser humano que se arrodilla ante los cánones implantados por la sociedad… Y pensar que pienso como todos ellos, que asiento ante el prototipo de vida adecuado. Y pensar que todos lo hacemos, que aprendemos a ocultar quien verdaderamente somos y nos quieren por ello. Y pensar todo esto… Simplemente me da asco.
Somos la única especie que somos capaces de hacer que miembros de esta prefieran estar muertos a existir entre nosotros.
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