Sin cesar, empujo fuertemente dentro de mi armario
cada uno de los recuerdos que me estremecen,
cada una de las promesas selladas en aquella esquina,
y cada uno de los errores
que tanto tardé en asimilar.
Pétalo, tallo, néctar, flor,
espinas, dolor, sangre, rencor.
Rosas hermosas, vivas y rojas,
flores marchitas, secas, apagadas.
Las espinas en todo mi cuerpo
envolviéndome el tórax
oprimiéndome el pecho
erizándome la piel.
Tus espinas en todo mi cuerpo
envolviéndome el tórax
oprimiéndome el pecho
erizándome la piel.
¿Quién en su sano juicio iba a imaginar que una fina y delicada rosa podía ser tan letal?
Ahora en mi armario hay un cadáver
que no tengo fuerzas para desechar,
en el patio debería haber un pozo,
que nunca podré cavar,
y en mi pecho, hay un dolor,
que ni en el auge de mi cólera
podré asesinar.
OPINIONES Y COMENTARIOS