Surcando un mar de aire

Surcando un mar de aire

Jordi

07/06/2017

Después de varias semanas ocupado con los exámenes y trabajos finales, por fin tengo tiempo para pararme a reflexionar o simplemente descansar.

Estos días está haciendo bastante viento, teniendo en cuenta que de donde yo soy junio es un mes caluroso y monótono.

Siempre me ha encantado, por una parte por su relajante sonido, como un ligero silbido que me ayuda a relajarme por las noches, siento sincera lástima hacia los que no soportan los vendavales o sufren jaquecas a causa de estos, ya que no pueden gozar de este concierto que nos da la naturaleza cada un tiempo.

Y por la otra, por la capacidad que tiene de arrastrar todo tipo de objetos indiscriminadamente, cuando es potente incluso puede arrancar árboles milenarios, que fueron plantados durante el nacimiento de un imperio y a diferencia de este siguieron firmes a lo largo de los siglos, y cuando no sopla con tanto ímpetu se limita a llevar envases, alguna caja y bolsas de plástico. Las anteriormente mencionadas siempre me han parecido medusas que se dejan llevar por la corriente de un mar de aire.

Cuando tenia seis años, mis padres me anunciaron que iba a tener un hermano pequeño, admito que para mi esta noticia fue confusa, pero en poco tiempo la idea de tener un compañero de juegos y aventuras hizo que me entusiasmara con los preparativos, como pintar su habitación o proponer ideas para un nombre. Al saber que iba a ser un niño el nombre de Roger vino a mi mente tan rápido que lo dije en voz alta al momento.

Pero un día sin previo aviso, mi madre sufrió un accidente y cuando volvió del hospital no tenía ni barriga ni un pequeño en brazos, y tanto ella como mi padre parecían desolados. Después de varios días de insistir y pedir una explicación, mi padre me contó que estaban tristes porqué mi hermano no había podido nacer bien como un niño, así que su alma se había transmitido a una bolsa de plástico que volaría libre y feliz para siempre.

Ahora que lo pienso, quizá no sea una explicación del todo adecuada para un niño, pero supongo que a esa edad no somos tan sensibles ni nos paramos a pensar estas cosas.

A veces te envidio hermano, mientras yo estoy atado a este cuerpo y esta vida esquemática y competitiva, que tanto nos pueden dar alegría y placer como dolor y preocupación constante. Mientras tanto tu vas navegando por el cielo, impulsada por la fresca y suave brisa sin preocupaciones y siempre acompañado por un relajante silbido.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS