Lo que Nos Hace Dominicanos
Hoy terminamos de desmembrar el Pulpo. Con esta octava entrega, estamos cortando el último tentáculo. Como siempre hacemos saber a nuestros nuevos lectores, la analogía que hacemos del pulpo y la falta de institucionalidad en las instituciones del estado. Este es el más extenso de todos los artículos presentados. Pero les aseguro que será el más interesante. Veremos lo que somos como pueblo desde nuestras raíces u orígenes, lo que nos esculpe, lo bueno y lo malo que nos caracteriza; Y, sobre todo, esa gran fuerza de voluntad que nos impulsa a continuar y mejorar cada día. Tocaremos de una manera muy sutil los tentáculos anteriores mientras levantamos la voz en busca de una nación mejor. Los invito a navegar por estas líneas y juntos contribuir a lo mejor de nuestra sociedad.
¿Qué puede salir de la mezcla de un nativo (taíno), un colonialista español y un esclavo africano? La respuesta a esta pregunta puede ser muy controvertida. La subjetividad puede ser la mejor excusa para ir en contra de este argumento. No demoremos la respuesta, considerando que, es larga y compleja. El mestizaje que nos caracteriza tiene, como ya hemos mencionado antes, estos tres elementos primarios. Centrémonos en lo bueno y lo malo de cada una de las partes. Comencemos con nuestros habitantes nativos, llamados indios por los colonizadores, que en nuestro contexto es sinónimo de mansedumbre e ingenuidad. Al contrario de lo que nos venden en algunos libros de cuentos; tenían una buena organización social en la isla mucho antes de la llegada de los españoles. Los sistemas de producción de alimentos, las divisiones políticas y territoriales, y la comunicación o el transporte estaban presentes. ¡No eran salvajes!
De los colonizadores españoles, hay muchas versiones acerca de nuestra historia. Dicen que los conquistadores eran marineros en busca de una ruta más corta a la India; otros dicen que eran cazadores de tesoros en busca de oro para la corona española. Incluso se dice que eran criminales y exconvictos que se embarcaron en esta aventura. Se pueden consultar varias fuentes que pueden arrojar luz sobre este tema, como los libros de historia dominicana de Frank Moya Pons, Roberto Cassa entre otros. Dejando a un lado las diferentes versiones y analizando los hechos irrefutables, como la realidad de que los taínos no están aquí, podemos afirmar que hubo un exterminio, sino total, casi total de esos habitantes. Esto nos confirma que los navegantes, al menos los conquistadores, no eran una buena casta.
Nuestro tercer elemento primario en esta interesante mezcla son los esclavos africanos. En el portal de Wikipedia.org encontramos estos hechos, cito: En 1501, los monarcas españoles, Fernando e Isabel, concedieron el primer permiso a los colonizadores del Caribe para importar esclavos africanos, que comenzaron a llegar a la isla en 1503. En 1510, la primera gran expedición, compuesta por 250 ladinos negros, llegó a La Española desde España. Ocho años más tarde, los esclavos de origen africano llegaron a las Indias Occidentales. La posesión española de la isla se organizó en 1511 al igual que la Audiencia de Santo Domingo. Fin de la cita. Con esto, damos una breve descripción de los tres elementos o pilares de nuestra dominicanidad y procedemos a dar nuestra respuesta. Refrescamos la pregunta: ¿Qué puede salir de esta mezcla? Si tomamos lo malo de estas tres razas, algo horrendo; y si tomamos lo bueno, algo bendito. Por lo tanto, podemos decir que tenemos el potencial de ser una de esas dos cosas o algo en que ambas están contenidas. Nuestra mezcla, en un simple análisis, muestra que el resultado no sería bueno en absoluto. La ingenuidad, la buena voluntad y un gran corazón compiten y ganan contra todo lo anterior. Nuestros genes taínos brillan en nuestra sangre. Sólo unos pocos inescrupulosos se destacan por la horrenda naturaleza de esta mezcla, y no permitiremos que roben o empañen nuestra dominicanidad.
Nuestra memoria colectiva y nuestros genes. Algunos estudios hablan sobre el comportamiento de las sociedades y la memoria colectiva. No vamos a entrar en los detalles de este tema, no somos sociólogos ni psicólogos, no queremos ahogarnos en ese mar; pero hay verdad en este asunto de la memoria colectiva, y como «quisqueyanos», compartimos una memoria común, con toda la carga de nuestra historia, comportamientos y tendencias que han sido impregnados en nuestros genes. ¡Hay esperanza! Podemos preservar lo bueno de nuestra identidad como pueblo y nuestra cultura. Un buen ejemplo de esto es el pueblo judío. Fueron exiliados, dispersos por todo el mundo, e incluso después de muchas décadas de exilio, sus costumbres y raíces no sólo permanecieron, sino que se han fortalecido. Por otro lado, tomemos un aspecto negativo, como es el caso del movimiento nazi en los años 20; esto demuestra que podemos hacer desaparecer el comportamiento desafortunado a nivel colectivo.
Los dominicanos han sido colonizados en más de una ocasión y por más de una nación. Podemos hacer que el bien de todos ellos prevalezca en nuestro «sancocho». Somos una nación abierta al mundo. Retengamos el bien que nos llega. Lo moderno y lo tradicional pueden coexistir. China y Japón nos han enseñado una lección en este sentido. Todos estamos conectados. Aunque pueda parecer así, no vivimos en una isla. Los avances tecnológicos han hecho del mundo un lugar pequeño. Todo fluye, y podemos aprender muy fácil y rápido si estamos interesados. Con esto último, dirigimos la atención a nuestras autoridades; de las que tanto nos hemos estado quejando por sus políticas estatales fallidas y de la falta de institucionalidad a la que nos han sometido. Es bien sabido que somos un país cuya principal fuente de ingresos es el turismo. Y debemos tener y vender buenos productos. Si lo que vendemos son principalmente servicios, estos deben ser de excelente calidad. Nuestros mejores productos para vender somos nosotros mismos. Entiendan esto de una vez por todas.
Hemos llegado al final de esta serie de artículos, por lo que es apropiado que conectemos con las ideas de cada uno de ellos antes de concluir. Comencemos. Nuestro primer artículo abordó la falta de institucionalidad. Esta es reflejada en la forma en que los gobiernos y los partidos políticos manejan el tema de los empleos. La horrible mezcla se vislumbra, encarnada en la forma en que nuestras autoridades operan. Cuando tratamos el tema de la educación en el segundo artículo, la horrenda mezcla aparece mientras nos sometemos a la ignorancia. En el tercer artículo, clamamos por justicia. Denotamos lo peligroso de vivir como salvajes sin orden o ignorándolo. ¡Y hay más! Tomemos un respiro y sigamos navegando sin hundirnos.
Los esclavos comían, pero no se alimentaban. La horrible mezcla está presente y se manifiesta en el pueblo. Este punto encaja particularmente bien con el cuarto artículo. Nos matan los virus y las enfermedades que han sido erradicadas en otros países, de modo que nos llegan los horrores de la mezcla y nos invade la impotencia taína; este punto encaja particularmente con el quinto artículo. No sé si el símil es válido, pero cuando abordé el tema de la violencia de género en el sexto artículo, lo relacioné con el exterminio de nuestros habitantes nativos. Del mismo modo, cuando en el artículo 7 hablamos del caos en el transporte público, obtenemos la parte más pavorosa, y aquí no culpo a nuestros antepasados, sino a la memoria colectiva. En cualquier caso, sean cuales sean las razones que encontremos para explicar tal o cual fenómeno, hay algo que no puede ser eliminado, algo que está en nuestros genes para hacernos lo que somos (dominicanos). No podemos cambiar el pasado, pero podemos influir en el futuro. No podemos sustituir un gen «malo» por uno «bueno», pero tenemos control sobre lo que podemos ser. La preservación de la dominicanidad depende de cada uno de nosotros.
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