Un último respiro: (inspiración, Allan Poe)

Un último respiro: (inspiración, Allan Poe)

Coma

25/04/2020

… Fue entonces cuando me encontré allí, sin cuestiones en mi cabeza más que ¿cómo? y por qué? Con el calor de esa tarde, el sudor presente, presente en cada vértice, y un montón de miradas, fijas e insípidas, recorriendo la silueta de mi impávido cuerpo. Solo caminaba, solo existía, simplemente no necesitaba más. no muy lejos frente a mí menos de una docena de escalones lucían ya muy cansados y desgastados, quizás por el tiempo, quizás por la lluvia, quizás por tantos que pasaron antes que yo por allí, se notaba en el curioso tono marrón que les cubría, que incluso ellos mismos dudaban de cada uno de mis pasos, de si yo era consciente de que ese camino era el correcto, inciertamente estaba seguro de que no era el reflejo de la misma duda que asalto mi frágil e inestable cordura unas cuantas noches atrás. Nada más sentía entonces, nada más que la difusa figura de un desconocido, desconocido del cual poco y nada sabía con certeza, pero concluí que este solo fue mi pasado que me aseguraba no había mejor sendero que me empujaba a seguir adelante a donde ya sabía yo esperaba el sello de mi destino, eso e incontables y abrasivas miradas que imperantes y de manera implícita me decían que no existía nada para mi fuera de eso…

¡¿con qué derecho crees que se atrevían a juzgarme así?! ¡esas malditas, insolentes y descaradas miradas! las de un montón de insensatos que se mienten así mismos sintiéndose mejores demeritando mi existencia y mi ser por un error intrascendente, los odie a todos sin dudar con la insaciable y arrebolada ira que corría como sangre en mis venas. cuando mi mente se halló de nuevo presente en mi cuerpo mis pies subían uno a uno los escalones descargando en ellos toda la carga innecesaria que sabía no necesitaría nunca más, entonces se cruzó en mi mente una última reflexión, reflexión que aclaro el porqué de ese aspecto en los agraviados escalones, quiénes me invitaban a dejar descansar todas las injurias que pesaban en mis hombros sobre ellos…
mi cuerpo se quedó inmóvil, no había más camino por recorrer, una suave brisa acaricio mi cuerpo entonces como despidiéndose, ya sabes ante tal despedida debes responder con la misma cortesía, alzando mi mirada a través del aro trenzado recibí la última caricia del sol en el crepúsculo, y con una elegante reverencia salude al público que llego a presenciar mi muerte…

Autor: Manuel Alexander Cortes Ceron

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