A quien fue amante bendita.

Como quien no está a demanda del amor banal.

Me condenas al reproche de tu superficialidad.

Como el mirlo que al cantar con su canto ya no encanta.
Tu te encierras en tu jaula y al vuelo das la espalda.

Dulce niña picoteando las paredes de mi oído.
Oigo, oigo un llanto ahogado y tu ego enardecido.

«Paso amante» ¡lisonjero a conveniencia!
Te estas llenado de duda y convalecencia.
Ante la falta de abrigo, que el alma mía promulga.
Pobre desdicha la tuya, al no querer ver mi pugna.

No te odio ni castigo, ni estarás dada al olvido.
Pero no me esperes más, mi ser no es para lo tuyo.

Basta ya de caricias pretenciosas y réplicas ansiosas.
Piel tibia mal herida y consagrada.
No puedo ser quien te dará la calma.

Anda libre amante melancólica.
Que no hacen falta tus batallas heroicas.
No hay un «quién» para salvar.
Mi tragedia, no es romance terrenal.

Anda libre de mi mal, si no compartes tal forma de amar.
Tu luz no quisiera apagar.
Resérvala para un mejor lugar.

Disculpa mi verdad y deja ya de condenar.
Que igual no me has de encadenar.
A los eslabones de tu necedad.

¡Bendito sea tu momento!
Has de honrarle con la virtud de partir a tiempo.

¡Bendita sea tu existencia!
He de honrarla alguna noche de distancia.
Que ande muy lejana tu presencia.
Pero cerca la pura y bella esencia.
Que no quise hacer de mi pertenencia.

Como quien no está a demanda del amor banal.
Me conviertes en exilio, una ilegal.
Encaminada por tu desespero.
Me voy sin mas de lo que siempre tengo.
Un amor compañero…
Que no se debe al gusto ajeno.