Hasta Mañana.!

Fue un dia como cualquiera, donde la prioridad era escuchar una lista de canciones con los audifonos blancos que se hallaban en el bolsillo de una capucha, y caminar sin rumbo fijo era el plan perfecto para para despejar la mente y salir de las fronteras de siempre: un parque, un estadio, caminos estrechos llenos de árboles gigantes y una pequeña acequia con agua bordeaba mi ruta preferida.

¡Un momento!, parare los pies a ese reloj que no perdona, que nos deja ver, que apaga el sol de una vez, fue un verso de una de mis canciones favoritas, habia caminado tanto que llegue a lo alto del bosque y me detuve sobre una roca, rápidamente explore a mi alrededor, era cierto,  el tiempo no esperaba a que reaccionará y pudiera disfrutar del momento, no siempre estas fuera de casa sin algo que hacer, no siempre caminas sin ruidos de tráfico, no siempre respiras aire limpio, no siempre el sonido de los pájaros te visitan, caray, no siempre puedes recorrer sola lugares que te dan paz y mirando un atardecer puedes recordar cuáles son tus propósitos.

Esos fueron algunos de mis cuestionamientos, entonces decidí, despejar mis oídos, quitar la capucha de mi torso y sujetarla a mi cintura, hacer un nudo más a mis pasadores, estirar mi cuerpo como si intentará alcanzar algo del cielo, y con un gran salto de aquella roca, tomar un nuevo camino.

El misterio me invadía por completo, el bosque al que habia llegado lo abrazaba un silencio que aunque debía darme paz, mi cerebro decidió hacerme sentir miedo, porque la caida del agua en las piedras que estaban al final del canal de riego, emitía un sonido como película de miedo, y yo amando las películas de drama, acción y comedia logre erizar mi piel en cuestión de segundos. Vamos a tranquilizarnos me dije, ya no eres una niña de 6 años que cruzaba el bosque corriendo por miedo a que alguien se escondiera entre las ramas y quisiera sorprenderte.

Armada de valor y con los reflejos más que activados descendi de lo alto del bosque en el que me encontraba. 

Al final llegué a un camino y sin pensarlo dos veces lo seguí, arbustos frondosos y pasto en el camino me acompañaron por 1 hora, y finalmente llegue a un mata de moras silvestres, mis preferidas de niña, mis bolsillos dieron acogida a 50 moras quizás, sólo me limitaba a llenarnos y a poner en mi boca unas cuántas moras más. 

Había caminado tanto que parecía que habia salido hacer ejercicio cuando, entonces me detuve, estaba frente a la hacienda de el señor Freire, hombre elegante y reconocido por posesión de caballos finos. Al ser un sábado por la tarde, este sujeto no se encontraba y al bordear los límites de sus propiedades no tendría ningún problema al cruzar por ellas y llegar a la carretera principal para regresar a casa.

Pero mientras cruzaba, los árboles se movían al compaz que el viento disponia, este sería el último día antes de regresar a mis estudios y no volvería a salir por unos meses así que debía aprovechar al máximo, una puesta de sol era ideal para inmortalizar ese día, así que eligiendo un lugar en el pasto, me acomode a ver aquel espectáculo, el sonido de los pájaros disminuía, el viento se calmaba, y poco a poco el frío empezó a rondar, que hermoso sol, que hermoso cielo, es como si el fuego hubiera cesado en las nubes, y el sol diese su último suspiro en el día, poco a poco fue desapareciendo y las flores silvestres a mi costado empezaron a cerrarse hasta la llegada de un nuevo día.

Todos contamos con 24 horas al dia, todos somos dueños de nuestro tiempo, y es lo más valioso que podemos dar o invertir en nuestras vidas, fue lo que llegaba a mi mente, desde ese día cada atardecer simboliza para mi, la culminación de una lista de actividades que hacer , y la suma de experiencias que viví.

Me transporto hasta el día en que contemple un atardecer y dándole gracias a Dios por tantas bendiciones me dispongo a descansar y  esperar renacer con el sol de un nuevo día.

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