Los seres humanos alrededor del mundo y con el paso del tiempo se han encargado de nombrar y estereotipar todo, desde las frutas, animales, países y hasta al mismo ser humano, esto forma parte de la necesidad de conocer y reconocer el hábitat en el que nos desenvolvemos. Los rasgos físicos son la primera impresión y por lo tanto el mayor impacto es causado por los mismos si vemos una flor con muchos colores y formas exóticas nos parecerá un hermoso regalo un 14 de febrero o en el día de las madres aun cuando esa flor pueda ser venenosa o emanar olores repulsivos, eso es claramente producto de todos los estereotipos que hemos creado mentalmente a lo largo de nuestra vida.

Estereotipar a las personas es hasta cierto punto clasismo, pero en un nivel más infantil y bondadoso, es una gran herramienta de distinción entre razas y géneros y claro siempre habrá los que por ser de una u otra forma se sientan superiores o inferiores que los demás, lo cual personalmente, sino me parece adecuado, mínimo me parece de lo más común y natural.

El comportamiento del mexicano promedio actual surge de una serie de eventos coyunturales en la historia de este país, en un principio tenemos la organización azteca donde los hombres eran libres con ciertas distinciones de clases y funciones, posteriormente en la colonia el hombre peninsular era privilegiado sobre los nativos e incluso sobre los criollos, lo que puedo originar cierto nivel de inferioridad nacional o visto de otra forma una veneración a lo extranjero, es decir se le da preferencia al «güerito» o al que viene de otro país, obviamente países de primer mundo, porque a los que sentimos inferiores los tratamos peor que al deshecho fecal, aunque no digo ni pienso que así son todos los mexicanos, pero si un gran número de ellos.

En el ámbito religioso encontramos que desde la época prehispánica el hombre (aún no mexicano) siempre tuvo un fuerte arraigo a la religión, siendo está fundamental para la toma de decisiones y organización social. Posteriormente en la colonia la figura religiosa (ahora el catolicismo) fue una de las principales tareas de los conquistadores e incluso un deber de los hombres que poseían encomienda el evangelizar a los indios. El pueblo mexicano muestra tal devoción que incluso el estandarte que llamó a la independencia contenía una virgen de Guadalupe en el centro.

En “El laberinto de la soledad” de Octavio Paz, refleja un pueblo mexicano muy decadente, que se olvida de sus raíces y es capaz de cambiarlas por un papel brillante, es en este punto en el que estoy en gran desacuerdo con el autor y hasta cierto punto enfadado, la investigación y descripción que hace sobre los pachucos me parece muy mal intencionada o en su defecto y acto que me parece peor desinformada, ya que esa contracultura innovo positivamente en muchos ámbitos, aun cuando ya nos son mexicanos, tampoco son gringos y aun viviendo en otro país conservan sus raíces y muchas tradiciones, cosa que no hicieron muchos inmigrantes en Estados Unidos que solo buscaban pertenecer y mezclarse en su nuevo hogar. Esa actitud por parte del pueblo mexicano refleja un gran cariño por su patria y es horroroso que alguien que ame tanto a su país tenga que emigrar de él por cuestiones económicas, es por eso que me parece una ofensa llamar a esas personas clownes sin identidad, puesto que ellos crearon una contracultura con la que se pueden identificar muchos mexicanos y que tiene todas las características para ser identificados de nuestra patria.

El mexicano puede tener muchos defectos, tanto el pueblo como el gobierno, porque no se puede culpar solamente a uno y al otro dejarlo libre de responsabilidad y con la conciencia limpia, pero los estereotipos con los que hemos sido marcados por otros países y en muchas ocasiones por el nuestro es algo que no comparto y aun cuando hay muchos mexicanos perezosos también somos de los países con las jornadas laborales más extensas (y mal pagadas), aun cuando a muchas personas nos encanta el tequila y gritar ¡Ay, ay, ay! Hay muchos otros que no lo soportan y nunca han escuchado un mariachi en vivo.

En general no se puede homogenizar un pueblo tan grande como el nuestro, ni catalogarlo, pero creo que existe un gran orgullo mexicano aunque vaya de la mano con el servilismo hacia las razas “superiores” y también con un cierto desprecio hacia nuestra parte indígena. A final de cuentas es lo que somos, ya no podemos hablar de ser españoles o indígenas, somos el resultado de una mezcla y del producto de varias generaciones, somos mexicanos.

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