Desde semilla al germinar, desde el primer despertar, somos la plántula que vive de la lluvia, que crece en la tempestad.
Nos cultivamos al compás del viento, aprendemos del susurrar del suave rocio y de la severidad del hombre al caminar.
Florecemos para ver brillar la vida al despertar y el sol buscar, nos reflejamos en el fruto del vientre que vuelve a dar vida a la esperanza del mañana y su debida casualidad.
Somos la cosecha del mundo y la siembra del futuro, llevamos a cuesta el peso del mal año y siempre la cálida esperanza del mejor mañana para los que han de llegar.
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