Hoy fue uno de esos días en los que solo estaba esperando que dieran las ocho de la noche para volverme a dormir. Es demasiado pensé.
Nunca estas lista para ser mamá, y es que por que nadie me enseño que la vida nunca para!, que el reloj no da ventaja, ni los los hijos te dan chance!. Enojada tomé el ultimo trago de mi café de las cinco de la tarde, claramente frio. Porque creo que desde que soy mamá me gusta la comida fria, me acostumbre al sabor del café frio y de la sopa medio pastosa cuando por fin me siento a comer, porque necesito comer! o sea si soy mamá pero también me da hambre. Aunque mi hijo crea que soy de hierro o quien sabe de que cosa, me da hambre y sueño, igual que a él.
Era justo media tarde cuando veíamos televisión mi bebé y yo. Normalmente no me puedo dormir hasta que mi día termina por ahí de las once de la noche, pues casi se me olvida que tengo esposo y eso… es otro tema.
Veía las nuevas caricaturas de bebes y me empecé a arrullar con la música tranquila, suave y serena, esas melodias que relajan a tu cerebro, que sientes como cada neurona se abandona por un momento y deja de danzar por tu cabeza. Me relajé y mis ojos se quedaban sin fuerza para seguir abiertos. Mi bebé encantado comenzó a bailar al ritmo de la música, volteo a verme y sonrió con sus lindos ojos pispiretos que al sonreír forman una lunita al revés. Esos ojos, esos ojitos pequeñitos me robaron el sueño.. abrí los ojos y de un salto me puse a bailar y cantar con el.
Que les puedo decir.. soy un fracaso, cada vez que éste bebé me sonríe, cada vez que me voltea a ver esperando una reacción o incluso mi aprobación… me roba el alma, me recarga de energías. Y es que como negarle algo a esa linda sonrisa con apenas unos dientes, como verlo con sus rizos alborotados, sonriendo y bailando y no sentir que tu alma regresa en segundos recargada al cien por ciento lista para seguir en el maratón de la vida que apenas comienza a su lado.
Siempre digo que es mi «patroncito» en pañales, y es que es el mejor que he tenido pues saca todo de mi aun cuando creo ya no tener nada que dar, me obliga a esforzarme cada día porque en sus ojos veo que soy todo su mundo, que en cada mirada busca la mía, en cada sonrisa busca la mía, en cada paso toma mi mano y que al salir la luna busca mis brazos…
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