Relatos desde la Pandemia #10

Relatos desde la Pandemia #10

-Tómate un tiempo para respirar, así, sin tanto pedo. Estar encerrado no es tan malo, mira, tú debes concentrarte, en primera, en no volverte loco. Ya sé que está cañón, pero tú aguanta vara valedor. Chido, chido, ponte chido… ándale así, ¿Ya viste? Te estoy diciendo pero eres pinche necio. Órale güey, ¿ya viste? Empiezas con tus pinches mamadas… no chille, pinche puto, ni es para tanto culero. Me cae que eres culebra y te pones pendejo. Por eso, por eso… ya te dije. Qué, qué… ¿la armas mamador? Yo si te pongo tus putazos. La verga. Pues ya nos cargó, qué quieres que haga, tampoco fue mi culpa. ¡Chale! Te dije… a ver, apenas van dos días de encierro y ya estás todo cagado. Y no podemos salir mi rey, todo el pedo está vigilado. Hay soldados, traen unas pinches fusconas bien perronas y si te ven afuera, te van a coger. Vigilan todo lo perros, te miran con unos pinches ojotes bien mamalones… Neta, te lo juro… ya no llores, carnalito, yo también tengo miedo, pero pues, te lo dije… Mira la jefecita cómo está. Una cobijita, culeros, hace un chingo de frío.

-¡Ya cállate pinche loco o te amarro!- dijo el celador sin despegar sus ojos del celular.

Arnulfo se quedó pasmado en el mismo rincón, en la misma silla y agachó la cabeza rapada, llena de cortadas y costuras, como gusanos patones, para evitar los monólogos, con las mandíbulas chocándole de frío; un frío que venía de adentro de sus huesos. En el anexo de El Tamborcito poco les preocupa la cuarentena, ahí ya tienen un encierro infernal todos los días.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS