De unos malos actores y su grotesco espectáculo.

Tal vez, por el paisaje
las pieles se hicieron piedra.
Y los ojos son cristales sucios,
ciegos por la tierra.

Quizás por culpa de Edison
olvidaron al Sol,
y creen que se haya el calor
en el hedor de la mierda.

Al menos les gusta el arte,
su pasión es el teatro.
El mejor de los guiones
con unos actores malos.

Al menos aman su vacío.
Al menos aman,
que no es poco
para aquellos que afirman
amar la luz
mirando un foco.

Al menos ríen, pienso,
aunque su chiste no haga gracia.
Aunque su éxito depende
de unas risas enlatadas.

Tan felices en las tablas.
Yo, tan triste en mi butaca.
Tan esclavos de su almohada.
Tanto insomnio en mis pestañas.

Prescinden de los abrazos,
se conforman con medallas.
Se olvidaron de la Luna
por el brillo de pantallas.

Mi alma no quiere eso,
y nunca traicionaría
al arqueo de las cejas
dónde encuentra a la poesía.

Ni a las venas de unas manos,
ni al mundo de una mirada.
No pueden guiar mis pasos
sus linternas apagadas.

Tal vez por eso,
mis pies
siempre caminarán solos,
pero sabiendo
que no hay profundidad
en esos lodos.