Cansado con el paso de los años estoy
lo que fui ayer, ya no soy.
Amado y reverenciado fui,
más raro es el que hoy me recuerda.
El paso de siglos,
el olvido que trae el tiempo,
me borró de la conciencia
de mis hermanos en esta tierra.
Ahora habito la dimensión que trae olvido,
el olvido de mis ideas
de mi sentir y mi trabajo,
una civilización diferente prevalece.
Pocos son los que antiguas filosofías reverdecen.
Rendido estoy de tanto el mundo recorrer
buscando oído atento a mis palabras.
Buscando réplica a mis opiniones.
Buscando lo desconocido para desentrañar,
buscando el inquieto intelecto
que responda a las preguntas
sin respuesta aún.
Ahora desciendo al mundo de las almas
que vagan buscando un nicho para descansar.
Estoy cansado de peregrinar
buscando correspondencia a mi amar.
Porque aún busco con amor la verdad
en el fondo de la naturaleza humana,
en el cosmos infinito,
en la luz y la oscuridad.
Homero fue mi nombre a mi paso por esta dimensión,
en la cual mi civilización ya no está,
porque fugaces son los reinos y panteones,
se renuevan incluso los dioses.
En esta efímera realidad que al expandirse cambia
para tornarse una diferente versión de si misma,
más compleja, más completa,
por siempre inescrutable.
Inescrutable al científico y al filósofo,
al ser humano pensante que inquiere, que divaga,
que pregunta incesantemente sobre su origen,
sobre su razón de ser.
Homero está aquí, entre ustedes,
preguntando con ustedes,
esperando respuestas,
buscando verdades.
Escribiendo,
dando forma a su pensamiento,
estos pensamientos que no mueren
con la muerte del cerebro.
Dando forma a estas palabras,
que no se desdibujan con la muerte del cuerpo.
Pensamiento y palabras, sentir que no desaparece
con la muerte de los sentidos.
Seguimos buscando incansablemente la verdad,
la luz.
Tratando de desentrañar
lo que hay en esta oscuridad.
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