Ahora que empiezo a conocerte, noto lo importante que has sido para mí. Aunque no entiendo lo que sucede, comienzo acostumbrarme a llorar por ti sin un sentido aparente, y en ese mismo modo a ser humano, a contemplar las noches con la espera de una llamada e incluso de una invitación a vernos.
Pareciera contraproducente pero realmente me estoy acostumbrado a vivir sin ti, Solo te recuerdo temprano de madrugada cuando debo despertar y en aquellas noches cuando no he tenido suficiente trabajo para pasar la página, y te lo aseguro es el comienzo de mi nueva vida.
Suelo ir al mismo lugar donde tomábamos el té, y para asegurarme que no te recordaré y que alguien acaso pudiera ocupar esa silla de la misma mesa donde siempre nos sentábamos, suelo ir solo.
Ahora mi vida parece estar mejor, decididamente he empezado a escuchar todas las canciones que me recuerdan a ti, porque te he olvidado lo suficiente para saber que no sigues ahí y no acompañas cada lágrima que brota de mis ojos al recordarte, porque quizás solo sea el vacío de mi humanidad.
Ya te puedo nombrar, porque no me pesa decir tantas veces el nombre que acompañe con halagos, amores y cariños y porque aun así tuvieses nombre y apellido siempre había un adjetivo de amor que te recordara continuamente lo mucho que te amaba.
Entonces mi vida parecía ser mucho mejor, no me preocupa tener tus fotos sobre mi cama, sobre mi escritorio, en mi agenda y en mi teléfono, porque te he olvidado suficiente, sé que solo me recuerdan cada día y en cada instante en el centro de mi habitación que realmente lo estoy logrando.
Sigo en dieta, como en ese entonces me lo pediste, y por qué te he olvidado lo suficiente y porque sé que es por mi bien, y no porque espere verte por casualidad un día y que notes que aún sigo esperando que me digas lo bien que me veo.
Sigo con el mismo teléfono y siempre lo apago a las 10, no porque justo y solo antes me llamabas, ni por que espere esa llamada, lo he hecho por que la costumbre parece invadir mi vida, y muchas otras cosas parecen funcionar en ese modo desde que te fuiste.
Siempre me siento en la iglesia del lado derecho y justo con una silla vacía a mi lado, y no por que espere que llegues tarde como siempre solías hacerlo, sino porque he preferido sentarme solo para evitar ser asaltado por una conversación.
Vivo en el mismo lugar, hago deporte a la misma hora y mis horarios siguen iguales, y no por que espere que regreses, sino porque mi vida hace un tiempo es así.
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