Mía, tuya y nuestra

Mía. Como el bien más preciado que tengo, la herencia mayor concedida. Mía, porque me sufro, me disfruto, me aguanto y no me soporto. Mía como mayor tesoro. Pero también tuya por lo bonito que es ser de alguien. Porque cuando algo es bueno muchos son los que quieren tenerlo, por sentir que si la vida fuera una subasta tu mayor oferta sería por y para mí. Tu ruina y tu logro. Irremediablemente tuya por la necesidad de compartir todo lo importante: Propiedad exclusivamente compartida.

Tan tuya, mía y de nadie más si sabes cuidarme. Como aquel que cuida el libro favorito de un amigo, tan suyo y tan responsabilidad tuya, nuestra. Nuestra y de nadie más porque “tres son multitud”. Nuestra porque lo compartido se disfruta de manera doble, lo doble se suma y quien suma gana. Nuestra victoria entonces.

No me pidas ser sólo tuya porque, igual que no se le puede pedir al sol que no amanezca, entonces habremos perdido. Lo imposible que es no ser egoísta. Necesito ser mía, sentirme dueña de esta vida que te ofrezco para poder ser tuya y, así, que sea nuestra.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS