El mayor problema es que te culpas demasiado; sí, te equivocaste, pero nadie debe decirte cómo vivir y nadie puede culparte por las decisiones que tomaste en tus momentos de quiebre porque sólo tú te sentiste caer en ese dolor. Somos “individuos” cada uno nacido y crecido en un entorno diferente, cada uno lleno matices distintos, cada uno brillando a su manera. No te culpes por los errores del pasado porque pueden ser lecciones de vida para quien sigue tus pasos sin darte cuenta. Si bien el tiempo no es algo que puedas recuperar tampoco lo eches a la basura, reutilízalo, saca el mayor provecho de él porque al final del día nada mejor puedes hacer.

No te culpes por dejar que la lluvia te mojara, no escuches lo que “pudiste” haber hecho, no desesperes… Nada es casualidad, es el universo conspirando para hacerte crecer.

Jamás el sol ha dejado de brillar solo porque la luna se interponga entre él y tú, al contrario, se ha convertido en un espectáculo natural místico que no nos deja de sorprender.

No dejes que el fuego del pasado haga brazas tu futuro, purifica tu presente y libera los demonios que empañaban tu mirada.

Sueña, anhela, improvisa, ríe, canta, baila, ¡exprésate! No eres el cajón donde se guardan las fotos viejas de recuerdos dolorosos, no eres las cartas no entregadas a amores imposibles, no eres las hojas secas caídas en otoño, no eres nada que no quieras ser.

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